Vivir de perfil

Esa violencia terrorista echa por tierra todo el cuento de independentismo pacifista que nos querían hacer tragar

Si algo positivo obtuvo la sociedad española de los tiempos del terrorismo batasuno fue una policía infiltrada en todas las redes de captación de miembros, compra de armas o fabricación de explosivos. Prueba de ello ha sido la magnífica operación realizada por la Guardia Civil contra los Comandos de Defensa de la República, o CDR catalanes, antes de que pusieran en peligro a la ciudadanía y cometieran atentados de fatales consecuencias.

Era de esperar que el ministro del Interior propusiera inmediatamente la concesión de medallas a todos aquellos que han logrado que hoy no estemos celebrando uno o muchos sepelios. Pero, de forma sorprendente e ignominiosa, su reacción fue de enfado con los mandos policiales. Menos mal que desde el desastre de la operación del bar Faisán, donde los chivatazos a los terroristas llegaron desde las cloacas del Estado, la cantidad de información que se suministra a las altas esferas es la necesaria para no repetir ese error. Es más, el propio ministro Grande Marlaska debería saberlo, ya que sustituyó a Baltasar Garzón durante un tiempo en aquellos episodios de investigación sobre filtraciones a los etarras; por tanto, son incomprensibles sus comportamientos ante la peligrosa situación vivida.

Los CDR se han mostrado finalmente como son, esa violencia terrorista que echa por tierra todo el cuento de independentismo pacifista que nos querían hacer tragar. Desde que aparecieron por el manifestódromo barcelonés los viejos conocidos de Terra Lliure, sólo era cuestión de esperar un poco para que se formara una guerrilla armada que acompañase a la algarabía secesionista. Y ya han llegado, un grupúsculo de violentos con explosivos de fabricación casera y planos de cuarteles de la Guardia Civil, es decir, nuevamente el infierno vasco.

Pero lo más curioso ha sido el apoyo sin precedentes de los políticos independentistas a esta manada de salvajes, poniendo sus intereses asesinos por encima de la vida y seguridad de sus conciudadanos. Evidentemente tras las primeras declaraciones de estos comandos, se entiende que el presidente de la Generalitat tenga que montar el escándalo como forma de huir hacia delante. Si se descubre que ha tenido la más mínima relación con esta organización terrorista en ciernes, cabe pensar que el pueblo catalán no merecería un gobierno que, no solamente les mintiese, sino que además podría provocar su muerte.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios