
La ciudad y los días
Carlos Colón
Telebasura, telemanipula
Con la venia
Antiguamente uno iba a Telefónica en la calle Ancha, un poner, allí contrataba una línea, transmitía una queja o elegía el modelo góndola de teléfono. Iba a Caja San Fernando en cualquier oficina y te atendía una gente encantadora sobre cualquier asunto de tu interés. En Unicaja estaba La Cajera que no entra dentro del capítulo de personas encantadoras , hoy con 30 años en la política, eso por no hablar de Créditos Rucas. Si querías hacer un seguro, ibas a cualquier oficina de las que había repartidas por la ciudad, siempre con atención personalizada, con empleados cuyo trabajo consistía en resolver siniestros. Ahora todo se hace por teléfono con operadores antipáticos que te maltratan y cuando les planteas una queja dicen que ellos no saben, por supuesto no hay manera de hablar con un supervisor. De la administración se puede decir que ahora te mandan a hacer todas las gestiones por la página web y si no sabes o no tienes firma digital, te aguantas. Eso de los operadores telefónicos y del personal que atienden al público se ha convertido en un fraude. Si alguien quiere reportar un accidente en el coche o en el hogar, hay que hacer una vídeo llamada o enviar unas fotos para que alguien lo evalúe a distancia. Las empresas prestan peor servicio, tú haces el trabajo que deberían hacer otros, pero el precio no baja, salvo que quieras abandonar tu compañía de teléfonos o el seguro del coche, entonces aparecen unas rebajas que uno no sabe por qué no las aplicaban antes. Todo son ganancias para la empresa. Cuando se llama por teléfono no se sabe muy bien si quien te atiende está en la puerta de al lado o en las chimbambas, los “call center” son el invento del siglo, gente que cobra una miseria y tiene como objeto venderte una moto o desviar tu queja. Hay algunos que tienen la costumbre de trasladar las quejas a las redes sociales, por si alguien responde. Salvo que topemos con la RENFE, donde nadie sabe nada, nadie explica nada, nadie ofrece excusas o da explicaciones, todo es el misterio del cuarto amarillo. En un bar si un camarero te maltrata, lo que se ha convertido en una norma, con no volver al sitio estás al cabo de la calle. Comprendo que por mucho que diga LLORECA los camareros tienen malos contratos con largas jornadas, sueldos de miseria y maltrato del jefe, así que es complicado que te atiendan con una sonrisa. En RENFE te aguantas y ya está, Oscar Puente pondrá un tuit donde insultará a unos cuantos ciudadanos, vivimos en Cádiz y querremos tener el AVE que nos prometieron hace 33 años, somos unos pejigueras.
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