Hay crímenes en la costa

Sólo cuando los muertos se acumulan en unos cortos periodos de tiempo, la presión mediática obliga a la reacción

Ahora a los periodistas les hablan de acontecimientos y de los criterios de noticiabilidad. Es decir, los elementos por los cuales un hecho adquieren un interés suficiente para que tengan interés para la sociedad. En mi época, la definición de noticia exigía que el relato fuese verdadero, nuevo y de "interés universal". Este último extremo con el matiz de que el orbe divulgativo podía ser también de ámbito local, regional, nacional o internacional. Quizá por esa definición, dejé de publicar en lugar destacado operaciones policiales ligadas al tráfico de drogas. Y me temo que no soy el único. Salvo que las cantidades aprehendidas, el número de detenidos o las sustancias estupefacientes o el modus operandi aportaran datos fuera de lo común. Y creo que es un error. Pero es una ley del periodismo. No puedes aburrir contando siempre las mismas cosas. Y supongo que en alguna medida esto también desmoralizará a los agentes encargados de combatir el tráfico de drogas, porque en la mayoría de las ocasiones no ven reflejado en los medios el esfuerzo de meses o años de trabajo. No es noticia.

Con los crímenes sucede algo en cierto modo similar. Sólo hay que dar un repaso a la hemeroteca para observar que los ajustes de cuentas y los asesinatos perpetrados por los denominados grupos organizados forman parte del paisaje de la Costa del Sol desde muchas hace décadas. En Málaga se llegaron a refugiar para residir como millonarios algunos delincuentes muy famosos. Estaban a salvo de extradiciones y aquí nos interesaba más el presente que su pasado, sobre todo si podían gastarse un suculento botín.

Sólo cuando los muertos se acumulan en cortos periodos de tiempo, la presión mediática ha obligado a reaccionar al gobierno de turno. Con las Udyco, los Greco o toda la nomenclatura de las unidades que se han creado para perseguir el denominado crimen organizado. Una muerte de vez en cuanto, forma parte de la estadística. En general, si las bandas contratan a profesionales, los ajustes de cuentas suelen ser limpios. Tras el susto inicial, todo vuelve a la normalidad en unos días.

Han pasado 14 años desde que unos encapuchados mataron en Marbella a un niño sevillano de 7 años cuando trataban de matar a un ciudadanos francés. El asesinato continúa impune. Hace una semana, un sicario liquidaba a tiros a un nombre a la salida de la comunión de su hijo. Son dos ejemplos. En general, la droga suele estar detrás de la mayoría de este tipo de muertes violentas. Rusos, ucranianos, italianos, holandeses, irlandeses, británicos, magrebíes... Dudo que quede una sola nacionalidad con mafia de postín reconocida que no haya explorado esta costa. Con la ventaja de que alzamos muy poco la voz para evitarle perjuicios al turismo.

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