Los debates de cada curso

El alcalde de Málaga ha abierto septiembre con una petición ya conocida: quiere libertad horaria total para los comercios

Fin de las vacaciones oficiales y septiembre, además de segunda oportunidad para los estudiantes, significa el regreso a la rutina de un nuevo curso para más de 300.000 alumnos. Los encajes con las aulas matinales y el comedor para los padres y la polémica por la infraestructura de los colegios y las plantillas de docentes. Con la llamada educación de calidad en el trasfondo. La Junta asegura que se han contratado 576 nuevos profesionales, los sindicatos estiman que se necesitan 200 más. Pero supongo que no todo es cuestión de números.

En Francia la inquietud principal son los problemas de sociabilidad de unos jóvenes, cada vez más conectados a sus pantallas que a sus compañeros y han decidido prohibir los móviles en las escuelas hasta los 16 años. No creo que sea distinto a lo que sucede aquí. Pero lo cierto es que los debates previos en esta materia fundamental de la educación se centran en saber cuándo retirarán el amianto de los colegios o el fin de las aulas prefabricadas. Y la Junta se da por satisfecha con el incremento paulatino de los centros bilingües. Para el resto ya están los libros de texto. Demasiada superficie y poco fondo.

Con los universitarios la preocupación más candente es la del alojamiento para todos aquellos alumnos de localidades lejanas a la capital o de otras provincias andaluzas, que necesitan residir en la ciudad todo el año. Poca oferta de alquileres y los que se encuentran con precios abultados, pese a que los pisos se compartan. El Consejo de Estudiantes ha pedido una nueva residencia pública con plazas asequibles. La única que existe resulta insuficiente y su lista de espera amplia. Como siempre, la realidad es capaz de desbordar cualquier previsión. Más si ni se hacen.

El alcalde de Málaga ha abierto septiembre con una petición a la Junta. No es la primera vez que la formula, ni será la última, porque como las anteriores seguramente en esta ocasión recibirá la misma respuesta negativa. Pretende que la Administración autonómica autorice la libertad de horarios para todos los establecimientos comerciales, con la que se facilitaría la apertura en domingos y festivos durante todo el año. El argumento es el gran crecimiento turístico que ha experimentado la capital malagueña. Considera que resulta un agravio que buena parte del litoral goce de esa posibilidad durante todo el verano y la capital sólo en Semana Santa y el mes de agosto.

Pero el asunto es peliagudo. Este tipo de demandas se consideran que se ajustan a las exigencias de los grandes superficies comerciales y que va en perjuicio del pequeño comercio. Que el derecho a descansar debe prevalecer en este sector a las exigencias de los clientes. Pero, a su vez, la cultura del ocio cada vez es más exigente. Discusiones de septiembre que se olvida en octubre.

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