Los cinco mil de Bendodo

El problema será convencer a los asistentes para que no todos voten sí como si aquello fuera un congreso a la búlgara

Acinco días para acabar el plazo, el único candidato para presidir el PP de Málaga era Joaquín Ramírez. Se las prometía felices en su tercer mandato. Sólo necesitaba 75 avales de militantes, pero reunió 1.650. El mismo número que tuvo que entregar unas jornadas después a Elías Bendodo tras anunciar su retirada por "cuestiones personales". Corría el año 2008 y Javier Arenas había decidido, en el último momento, bajar su pulgar para situar el frente del partido en la provincia a su hombre de su confianza.

No hay riesgo de sorpresa en esta ocasión. Bendodo, por si acaso, se ha asegurado también el respaldo impreso del único que podría defenestrarlo en la actualidad: el presidente andaluz de su partido y su jefe en la Junta, Juanma Moreno. Pero sin la más mínima oposición interna, ha decidido exhibir su fuerza. Tras movilizar a sus principales escuderos se ha quitado aquel estigma de las firmas prestadas y con 5.095 propias. No hay quien haya dado más. Entre ellas, la del alcalde de Málaga.

Francisco de la Torre, eso sí, nunca quiso avalarlo como su sucesor en la Casona del Parque. La única espina clavada durante su ya dilatada trayectoria. Casi una década de delfín le debió de crear un cierto complejo de príncipe Carlos, del que se ha liberar como consejero de Presidencia. Aunque la edad le otorga margen. A diferencia del heredero británico, el dirigente malagueño cumplirá en verano 47 años. Claro que lleva ya casi un cuarto de siglo saltando de cargo público a cargo público, desde que dos años después de alistarse a las Nuevas Generaciones iniciara su andadura como director de Distrito en Palma- Palmilla. Quizá por eso sorprendiera a todos en 2014 al erigirse como gran defensor de la limitación a 8 años de los mandatos de los alcaldes. Este símbolo de la "regeneración democrática", en palabras de Moreno, que tramita un proyecto de ley que afectaría a los presidentes y consejeros del Gobierno autonómico no rige para los partidos, que funcionan como clubes privados desde donde se distribuye el poder entre sus socios. Por eso a Bendodo nunca le han deslumbrado las luces de la Administración sino las cocinas de los aparatos. Él conoce a la perfección cómo se gestó aquella sorpresiva maniobra por la que, con 34 años, Javier Arenas le aupó al frente de la organización popular. Lo importante no es sentarse en un sillón, sino que se sepa quién lo decide.

Así que el próximo domingo 7 de marzo Bendodo, con los máximos honores, comenzará un cuarto mandato. Su problema será convencer a algunos de los más de mil asistentes para que no voten telemáticamente que sí para evitar un congreso político a la búlgara. Después es posible que opte otra vez por el modelo Arenas de organización interna, llenar de tantos integrantes los órganos de dirección que resultan ineficaces. El partido es él.

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