Un poco de misericordia

Esta semana pasada nuestra clase política mostró su verdadero rostro llevando su inquina más allá de la muerte

Esta pasada semana parte de nuestra clase política mostró su verdadero rostro, llevando su inquina más allá de la muerte. Si algunos principios han caracterizado a la civilización occidental han sido su perseverancia en la libertad, en el respeto a la diversidad y en el mantenimiento de la paz social. Pero parece que los intereses políticos están deshumanizando de tal manera a nuestros representantes públicos que cabría hacer una reflexión profunda sobre todo lo ocurrido.

Es curioso que en esta época donde la Iglesia celebra su año de la Misericordia, los comportamientos más inmisericordes, e incluso miserables, sean los que salgan a la luz. ¿Qué les pasa por la cabeza a todos aquellos que condenaron sin sentencia a Rita Barberá, cuando ven a miles de personas prestar sus respetos durante varios días en el Ayuntamiento del que fue alcaldesa?. Probablemente, si fuesen capaces de pensar, se plantearían cómo podrían sacarle más rédito político al velatorio, pero quizás no sea el momento.

Y estos juicios sumarísimos que se han instalado entre los políticos tienen apariencia de ir a más. Mientras haya partidos que sigan el principio esgrimido por Chernyshevsky, inspirador de Lenin, de "cuanto peor, mejor", será difícil volver al respeto mutuo. Porque ¿qué ocurriría si se guardara un minuto de silencio por el fallecimiento de Fidel Castro?¿sería un homenaje al dictador o una muestra de respeto a un dirigente fallecido?

Estas paradojas ya se vivieron en el pasado, cuando IU se salió de un acto a Manuel Fraga en el Congreso pero mostró sus respetos por el posteriormente realizado a Santiago Carrillo.

Siempre que las ideas prevalecen sobre las personas el ser humano pierde mucho de su esencia. Y por ello aquellos jóvenes cuya voracidad electoral les obnubila es difícil convencerlos de que ese discurso no les lleva a ningún lado. Cuando alguien es capaz de apoyar una manifestación a favor de los cincuenta agresores que atacaron a dos guardias civiles y a sus parejas en Alsasua, ¿cómo pretenden convencer a nadie de que su ideología no es violenta? Dice el refranero español que aquellas personas con excesiva ansia de protagonismo quieren "ser la novia en la boda y el muerto en el entierro". Por tanto algunos, esta pasada semana, ya han cumplido la mitad de sus objetivos, ahora cabe esperar que monten otro espectáculo en el próximo enlace matrimonial al que acudan.

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