La noche del siglo

Después de dos años sin tronos en las calles, la Magna ha sido un éxito social, cultural y cofrade

Después de dos años sin poder Málaga encontrarse con sus tronos en las calles, la procesión Magna por el centenario de la Agrupación de Cofradías ha sido un éxito social, cultural y cofrade de enorme relevancia. La disposición de toda la ciudadanía a impulsarla, la gran participación de jóvenes y mayores tanto foráneos como lugareños y el acierto climático con la fecha debe ocurrir pocas veces en un siglo y, sin duda, esa magnífica noche fue una de ellas.

Ha sido curioso ver como se entremezclaban con las procesiones los que realizaban sus últimas compras, algún que otro prematuro disfraz para Halloween y los que volvían en chándal de su deporte habitual. Probablemente eran esas cosas las que nos descolocaban de los recuerdos de nuestra Semana Santa en pleno otoño, junto con la ausencia de los vendedores de limones, caña de azúcar o manzanas de caramelo. Pero Málaga es así, diversa y cosmopolita, atrayendo tanto al enchaquetado con pañuelo a juego y caracolillos en el cogote como al recién llegado en pantalón corto y sandalias veraniegas. Todos tienen cabida en esta multiculturalidad que posee la ciudad, que nació en sus orígenes como hospitalaria y que se ha convertido en una de las capitales más acogedoras del mundo.

Un hecho importante de esta magna celebración ha sido la apertura de toda la ingente capacidad hotelera al completo. Muchos de los que nos han visitado no se podían imaginar el cambio turístico experimentado en los últimos meses y es cuestión de plantearse la urgente apertura de la línea de metro final al centro de Málaga. Esa noche los medios de transporte, la circulación en sus calles y la capacidad de aparcamiento pusieron al límite a esta ciudad, al combinar un día de apertura comercial con una celebración religiosa internacional. Y eso debe reflexionarse y dejar de ocurrir. Mostrar nuestras capacidades y nuestras vergüenzas en la misma jornada es fácilmente solucionable, pero hay que ponerse a ello.

El hecho de haber vivido unas procesiones ordenadas cronológicamente, desde la entrada de Jesús sobre la pollinica, hasta el Cristo resucitado, han hecho ver la riqueza patrimonial de nuestra iglesia. Ahora llega la hora en que muchos jóvenes comprometidos tomen las riendas de esta riqueza cultural y espiritual, y que sean los protagonistas del segundo siglo de cofradías del que nadie duda que, tras la noche Magna, ha dado comienzo en plena forma.

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