En su famoso tratado, el profesor Shameless recurre al término psicológico de Síndrome de Peter Pan, con el que se identifica a las personas que rechazan hacerse mayores, para explicar el comportamiento de aquellos partidos políticos que se resisten a asumir las responsabilidades que conlleva gobernar y prefieren mantenerse en un estado de oposición perpetua. Si hubieran sido coetáneos, Unidas Podemos habría sido su ejemplo paradigmático y su postura frente a los disturbios en Cataluña, su máxima expresión.

Les guste o no (y les debe gustar porque nadie les ha obligado a hacerlo), Podemos gobierna en España. Lo que en la primera acepción del verbo les obliga a "regir o mandar con autoridad" y conlleva hacer que se respete el orden establecido. La excepción son los casos en los que no se está de acuerdo con el orden heredado. Entonces procede cambiarlo, que para eso se gobierna, o dimitir si no se puede y eso supone un grave conflicto moral. Lo que no se puede es estar en misa y repicando, que es la postura de Iglesias y los suyos desde que estallaron las protestas en Cataluña.

La libertad de expresión no se defiende haciendo el vándalo, de la misma forma que una situación de crisis o de falta de expectativas no justifica ir asaltando tiendas o pegarle fuego a todo lo que arda. En una democracia en la que todavía hay muchas cosas que pueden mejorarse, justificar estas actitudes solo sirve para que, como dice el todavía vicepresidente, se ponga el foco sobre estos hechos en lugar de en la situación que se denuncia. Iglesias debería saberlo como debería saber que de que este modo, no solo se pierde la razón (si es que se tiene), sino que se refuerzan los argumentos de aquellos que pretenden recortar las mimas libertades que se afirma defender. Otra cosa es que cosa es que, en sus infantiles fantasías todavía se vea como el Lenin de Galapagar y crea que sacará partido de estas algaradas. Soñar es libre cuando se puede conciliar el sueño y, mientras que en Cataluña son muchos los que no pueden irse a dormir tranquilos, en el resto de España, Iglesias parece empeñado en despertar a los que alguna vez soñaron con él. A Sánchez, que en su día ya manifestó que "no dormiría por las noches" de aceptar las imposiciones de Iglesias, nadie le ha preguntado qué tal duerme ahora. Su pesadilla debe ser pensar que va ser cierto que quien se acuesta con niños, amanece cagado.

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