El tren de vuelta

Los agraciados de los PGE pueden justificar su "justa" recompensa como apuesta por la estabilidad del Estado

Durante la transición española tuvo lugar un curioso y singular proyecto en la vida del ingeniero Alejandro Goicoechea Ornar, creador del Talgo. Consistió en la construcción del tren vertebrado de las Palmas de Gran Canaria, que pretendía recorrer la distancia existente entre la capital y el sur de la isla a una velocidad de 180 Km/h. Como demostración se construyó, durante la Feria del Atlántico de 1973, un tramo de 1.5 Km que recorrieron las autoridades junto a su creador, se hicieron las fotos de rigor y se fueron. Poco después se desmontaron las vías, se declaró el fracaso de la infraestructura y se acabó el proyecto. Aunque esta historia se parece a muchas de las que últimamente frecuentan nuestro país, tras el acuerdo alcanzado por el único diputado de Nueva Canaria para la aprobación de los presupuestos, puede que el tren de Goicoechea vuelva a su hogar. Y aunque no vuelva el tren, a este paso no van a saber que hacer los insulares con tantas y tan cuantiosas inversiones.

Evidentemente los agraciados por estos presupuestos, especialmente vascos y canarios, pueden justificar su "justa" recompensa como apuesta por la estabilidad del Estado. Pero al resto de los españoles, que tendremos que pagar cada uno de esos miles de millones de euros concedidos, es difícil convencernos de la bondad de dichos servicios prestados. Y curiosamente las ideologías de los partidos que acompañan al gobierno en este capítulo se deja de lado pues parece que, por dinero, todo apoyo queda justificado. Incluso los habitantes de esas comunidades autónomas agraciadas con la lluvia de millones ven con buenos ojos la labor de sus parlamentarios, al asumir que su fin es lograr privilegios por encima del resto. ¿No se han parado a pensar que un país que, año tras años, desequilibra territorialmente su nivel de bienestar general está condenado al fracaso?. Habría que recordarles las palabras de Sir Francis Bacon "el dinero es como el estiércol: no es bueno a no ser que se esparza".

El caso es que en breve se aprobarán unos presupuestos generales, que van a ser magníficos para el País Vasco y Canarias, bajo la espada de Damocles de un par de posibles mociones de censura. Compleja situación, pero mientras los que dicen censurar estén matándose entre ellos, la legislatura seguirá adelante cueste lo que cueste, especialmente porque a algunas autonomías nos va a costar bastante.

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