Las víctimas indefensas

Llevamos demasiado tiempo soportando prejuicios por parte de nuestras autoridades

Hace ya treinta años que un caso de abusos en Lérida conmocionó a toda España: un juez y, posteriormente, un grupo de magistrados, impusieron una ridícula sentencia por la violación de una menor apoyándose en que ésta iba provocando dada la pequeñez de su minifalda. Parecía que nuestro país podría haber evolucionado en la defensa contra estos delitos, pero nuevamente se pone de manifiesto por parte de una autoridad que las violaciones dependen de la indumentaria que lleven puesta las mujeres, es decir, el regreso a la caverna de la justicia.

La ministra Irene Montero se ha negado a condenar un nuevo y cruel caso de agresión contra las mujeres. Sorprende que la responsable de Igualdad, título que le debería conferir cierta equidad y ecuanimidad, diga sin pruebas que se trata de un bulo. Sería de tal gravedad pensar que su reacción se debe a que dicha mujer llevaba puesta una camiseta de VOX y por ello no cree a la víctima, que nos llevaría a los eternos prejuicios machistas basados en la indumentaria.

Es evidente que las expresiones de los agresores acerca de la vestimenta deberían provocar una reunión inmediata de la Comisión de Seguimiento del Plan de Acción de Lucha contra los Delitos de Odio. Pero, claro está, después del ridículo de haber convocado al presidente del Gobierno y al ministro del Interior ante una supuesta violación de un hombre, que resultó consentida, preferirán esperar pruebas de que los hechos son tan reales como la gravedad de los delitos en sí.

Llevamos demasiado tiempo soportando prejuicios, por parte de nuestras autoridades, en función de las convicciones ciudadanas. Estas técnicas, que ya supo depurarlas el nacismo cosiendo un triángulo amarillo en la ropa de los judíos, permitían cualquier delito contra ese grupo por pertenecer a él. Ahora es la ministra de Igualdad la que no debería mostrar el más mínimo trato desigual contra una violación en función de la ideología de la víctima y actuar con la máxima diligencia contra sus autores. De lo contrario está mostrando un sectarismo inaceptable para cualquier gobernante y una escasa preparación para representar a todos los habitantes de una nación. Y si esa forma de pensar se la confiere su ideología debe analizar quién infundió ese veneno en su interior porque, como bien decía Nelson Mandela: "Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, por su trasfondo, o por su religión".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios