Semana Santa

El Señor de Málaga habita en la Trinidad

La distancia de seguridad primó entre los asistentes a la misa del alba.

La distancia de seguridad primó entre los asistentes a la misa del alba. / Álvaro Cabrera (Málaga)

Dos miembros de la junta de gobierno de la cofradía del Cautivo se afanaron en encender los cirios que custodiaban la puerta de la iglesia de San Pablo mientras que el sol aparecía tímidamente por el barrio de la Trinidad. De la penumbra aparecieron Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad sobre unos pedestales, y Málaga quebró en llanto. Un escalofrío recorrió el cuerpo de todos los que ven en el Señor de la túnica blanca y en su bendita Madre toda una vida.

Algunos vecinos no pudieron evitar asomarse a los balcones colindantes con la plaza para contemplar una fachada engalanada para la ocasión con un arco de flores variadas y dos banderolas. Pero nada distraía la atención, el Señor y la Virgen miraban a Málaga, a sus devotos. A las 7:03 comenzó una insólita misa del alba.

La eucaristía estuvo dedicada a los enfermos y difuntos de la pandemia del coronavirus. Así tanto las moniciones como las preces estuvieron orientadas de manera especial hacia los sectores sociales más afectados por la pandemia, sobre todo los enfermos, los fallecidos y sus familiares.

Las banderolas de damasco burdeos que colgaron de las azoteas del templo con emblemas como el anagrama IHS inserto en el sol, adoptado por la Compañía de Jesús, y la paloma del Espíritu Santo, ondeaban suavemente por la brisa marinera que también quiso colarse en este hito histórico.

Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad en la plaza de San Pablo. Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad en la plaza de San Pablo.

Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad en la plaza de San Pablo. / Álvaro Cabrera (Málaga)

“Nos volvemos a encontrar en esta cita anual ante la imagen del Cautivo. El año pasado tuvo lugar la celebración en el interior del templo, este año damos un paso más, siempre respetando la normativa”, aclaraba Catalá al comienzo de su homilía. “Jesús Cautivo, el Señor de Málaga, y dueño de nuestros corazones, nos invita a permanecer con Él, que no es lo mismo que estar”, recordó el obispo, Jesús Catalá.

La máxima autoridad eclesiástica en Málaga invitó a conocer las escrituras. “Quien no ama las escrituras no ama a Jesús”, apuntó. El obispo aprovechó para recordar una palabras del papa Francisco, y es que animó a actuar con los mismos gestos y palabras de Jesús. “Él ha entregado su vida por cada uno de nosotros, correspondamos su propia acción y pongámonos en manos de Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad. Que Dios acoja a los difuntos en su reino de inmortalidad”, sentenció Jesús Catalá en un discurso no muy extenso y con un mensaje conciso.

En las peticiones de la ceremonia religiosa se rogó por todas las personas que luchan en primera línea de batalla la crisis del coronavirus, y se agradeció a la parroquia de Santa María de la Amargura por la gran acogida que les brindó a los hermanos de la cofradía del Cautivo durante las obras en la iglesia de San Pablo del pasado año.

La parte musical de la misa del alba corrió a cargo del Coro de la Catedral de Málaga, dirigido por Antonio Del Pino. Además intervinieron el tenor Luis Pacetti, la soprano Lourdes Martín-Leiva, y los dos grupos de cámara, capilla musical y quinteto de metales, de la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad. Todos actuaron desde el interior del templo y el sonido se proyectó por unos altavoces por toda la plaza de San Pablo.

A la misa del alba acudieron autoridades del Ayuntamiento de Málaga, junto al propio alcalde Francisco de la Torre, algunos hermanos mayores de las hermandades y cofradías de Málaga, y el presidente de la Agrupación, Pablo Atencia. Entre los asistentes a la ceremonia religiosa hubo una destacada representación del barrio de la Trinidad y de los servicios esenciales que libran la batalla contra el coronavirus, como el personal sanitario del Hospital Civil y del Centro de Salud Trinidad-Jesús Cautivo, efectivos de los distintos cuerpos de seguridad, como agentes de la Policía Local y Nacional o de la Guardia Civil.

La cofradía repartió igualmente invitaciones a la asociación de vecinos Trinidad-Centro y a la asociación de comerciantes del Mercado de Bailén, de gran tradición y arraigo en la zona. También asistieron representantes de instituciones vinculadas a la cofradía como Cáritas diocesana, Red Madre o Altamar, entre otras.

268 corazones latiendo al ritmo del Cautivo, al ritmo de Málaga, al ritmo de la Trinidad. Un barrio que se hizo ciudad. Los vecinos respetaron y no acudieron a los alrededores de la plaza de San Pablo durante la misa del alba. Y es que Dios habita en la Trinidad, con una túnica blanca que recoge las peticiones de todos los que confían en Él su vida. La Virgen de la Trinidad lució de hebrea en el último día de una cuaresma que se sintió de forma íntima.

A las 8:12 clamó al cielo una saeta a los pies de los sagrados titulares. Las lágrimas más puras se derramaron en un Sábado de Pasión complicado, pero siempre junto al Señor. Sin hacer ruido, Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad volvieron al interior del templo. Todo sigue su curso, pero los malagueños han recibido hoy un impulso para seguir adelante en esta lucha. La aclamación final de la ceremonia lo resume todo a la perfección. ¡Viva el Cautivo!

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