Toros

José Yáñez, la banderilla por el pincel

  • Uno de los último toreros gaditanos 'Figurita' modela astados reales e históricos por una deuda de gratitud con el toro Su bautizo artístico se debe a uno de los Beatles de Cádiz

Los aficionados entendemos el toreo como una indiscutible disciplina artística. Y más por estas plazas, más próximas a la filigrana honda en la arena que al pugilato épico. Por eso hay toreros que se cambian de disciplina porque el talento no tiene avería. Y muy cerca tenemos algunos casos: Manolo del Pino con la plástica, Perico el Tate con el cante, Pepillo de Jerez con la poesía...

En el mundo del toro: ha habido toreros dramaturgos, fotógrafos, cineastas, novelistas, actores... En Cádiz tenemos a Pepe Yáñez "Figurita" con los pinceles y sobre todo con la terracota.

"Figurita" porque cuando era chaval , modelaba sus figuras en barro y las vendía en San Juan de Dios, en la tienda de souvenirs Marpe, pared con pared con el ya legendario "Novelty" recuerda el torero escultor: "Me puso figurita Magaña, el de los Beatles de Cádiz, me pagaban 150 pesetas por figura y luego me iba a la Puerta del mar o al café Español a ver donde había tentaderos".

Porque si Yáñez ya modelaba desde muy niño con la zahorra de la finca "El Molino de la Corredera" de Medina, donde vivió un par de años con sus padres, también lo hacía en el colegio Celestino Mutis, donde un profesor trajo una estantería a la clase para que luciera sus modelados.

Pero le pudo la muleta al barro y aquel Figurita, torero de la plaza Argüelles de la casa donde vivió Fermín Salvochea, comenzó a dibujar sueños con la muleta: "Siempre se me recuerda porque fui el último que toreó en la plaza de toros de Cádiz, pero he hecho más cosas en los ruedos".

Yáñez tuvo el privilegio de torear en la parte seria del Bombero Torero aquel día de julio de 1967 en que abrió por última vez sus puertas la plaza de Cádiz. Sustituyó a Antonio Cañamero por una cornada y por eso su nombre no está en ningún cartel.

Pero sí que hubo muchos más pasos en la carrera de "Figurita", pariente del torero gaditano Paco Mateo, que fue asesor y empresario de nuestra plaza. En 1970 Yáñez se cambió el carnet a banderillero: "había hecho 51 festejos, algunos con picadores, y luego 867 tardes de banderillero. El último par, creo que fue en el 2001, en un festival en Puerto Real con un toro de José Manuel Berciano. Toreaban José Fuentes, Ruiz Miguel y los hermanos Campuzano".

Evoca Pepe Yáñez frente al torno, en su casa de San Fernando abierta a las salinas y con Chiclana al fondo, aquellas tardes con cierta nostalgia. Cuando en Sevilla le tocaron la música una tarde en la que banderilleó los seis toros por cogidas e impericia de los demás banderilleros, y en el último el servidor de banderillas se las trajo blancas. "Aquel día iba yo con el pobre Soto Vargas".

O aquella tarde que toreaba con el canario Orlando Ramos en Maranchón de Guadalajara, en mano a mano con Antonio Corbacho, y le sacaron a hombros junto a los matadores: "Corbacho venía al Hospital Puerta del Mar de Cádiz con José Tomás y siempre me recordaba aquello".

Ya no están. Tampoco Manolo Gómez, el conserje de la plaza de toros de Cádiz que le tenía muchísimo afecto. Evoca Yáñez cuando una vaca le partió un tobillo y estuvo dos años sin poder torear. Buenos y malos ratos.

Pero ni la terracota ni los pinceles le han separado de trastos y trebejos. Lleva años enseñando a torear a aficionados prácticos, torea a diario de salón y en el coche tiene el esportón a punto.

Ahora Yáñez inmortaliza a toros que han existido: estudia enconrnaduras, lámina, pelaje y expresión y modela cuece y vidria para retratar fielmente la pinta. Y ahí esté el toro, inmortal, no de tan fugaz belleza como un lance o un par de banderillas.

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