Unicaja 'interruptus' (62-80)

Unicaja- Barcelona

El equipo malagueño resiste durante 25 minutos al Barcelona, pero se hunde en un tercer cuarto de bajo nivel. Levantar un título en Málaga sigue siendo una entelequia para los cajistas.

Foto: M. Baez
José Manuel Olías

04 de octubre 2015 - 05:02

El Unicaja quería ganar la Supercopa más que el Real Madrid. Pero el Barcelona quería ganarla tanto como el Unicaja. A igualdad de concentración e intensidad es complicado derrocar a los transatlánticos del baloncesto español, sobre todo con la perspectiva de un título delante y con la necesidad azulgrana de crédito tras la sobredosis de merengue del ejercicio pasado. Y ahí se nota la presión, también el nivel. Aun con bajas y en rodaje es un Barcelona notable. Y el Unicaja mostró una cara B respecto a la rutilante del día previo. Se esperaba más del equipo malagueño en una final en la que compitió durante 25 minutos. Sin el acierto del día previo se le vieron las costuras, muy lógicas a estas alturas del año, y se postró ante un justo supercampeón, el Barcelona (62-80).

La sensación que queda es amarga. Se había ilusionado el personal con levantar un título, menor, pero un título, en Málaga al fin. Se mezcla con el regusto dulce del triunfo ante el Madrid y queda lo que suele en estos albores de la temporada. Dudas, inquietudes e ilusiones ante una temporada nueva en la que se saldrá de verdad el próximo domingo en Murcia. El prólogo no fue completamente bueno, pero queda el poso amable de ese triunfo ante el Madrid, esa versión sorprendentemente superlativa del equipo. Se advirtió que el contexto en el que llegaba el equipo blanco no era el más propicio, pero no por ello se aguardaba una derrota tan nítida ante el Barcelona.

En cuestión de mentalidad, el Unicaja sí salió enchufado y predispuesto, con una exuberante presentación de Kuzminskas, que dio una ventaja interesante (15-9) de salida. La salida del lituano coincidió con un apagón ofensivo malagueño y un parcial de 0-13 adverso (15-22). A los mandos, Carlos Arroyo, que acabaría ovacionado por el Carpena. Fue el hombre diferencial, por ritmo y talento. Cabe la duda de si a sus 36 años va a aguantar la tralla de ACB y Euroliga, pero tiene todo el talento del mundo. El Unicaja peleaba como podía, más espeso que en la víspera. Las cualidades azulgranas son distintas a la del Madrid y es normal un partido a menos puntos y con menos acierto. El Barça ha añadido músculo a su juego interior y habrá que verle más para ver su real calado. Ha ganado sobrado esta Supercopa mientras el Unicaja se ha quedado en el interruptus.

El juicio diario implica oscilaciones y no es apropiado a estas alturas de temporadas. Jugadores que el día previo impactaron ayer parecieron más vulgares. Pesan las piernas y no hay la misma frescura, pero es la realidad a la que se deberá de acostumbrar el Unicaja si, de verdad, quiere competir por subir el escalón en el que tuvo su tope en las últimas temporadas. Se constató que Kuzminskas (12 puntos, máxima anotador) está en buena onda, que Thomas luce el físico apropiado para brillar en un nivel más y que Hendrix puede competir bien ante pivots más altos sin que haya rastros de sus problemas de rodilla. Pero el coletivo estuvo a un nivel inferior. Un fogonazo de Thomas y Fran al final del primer tiempo, no obstante, mantuvo en partido al Unicaja (31-37). Thomas ofreció otra botella de oxígeno mediado el segundo cuarto (42-45) con un triple que abrió el duelo. Pero ahí murió el equipo malagueño. Perperoglou, Arroyo, Ribas... El nivel de acierto azulgrana se elevó y no pudo responder su rival. Un parcial de 1-15 para cerrar el tercer cuarto fue la sentencia (43-60).

Se esperaba, no hay que disimularlo, más del Uniaja ayer. La exigencia de ser grandes y pensar en grande es competir en finales como la de ayer. Es una enseñanza. Decía Plaza tras la victoria ante el Madrid que vislumbraba más carácter en este equipo que en el del año pasado. Desde el domingo 11 de octubre toca demostrarlo.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último