Procesión de la Virgen de la Estrella

El firmamento resplandece con la Estrella

  • La Virgen congrega en el centenario de la hermandad a fieles y devotos entre el centro y El Perchel

La Virgen de la Estrella pasa ante la iglesia del Sagrario.

La Virgen de la Estrella pasa ante la iglesia del Sagrario. / J. L. P.

Acostumbrada a mirar al cielo, la humanidad descubrió formas en el firmamento de la noche para imaginar historias competidas entre seres mitológicos y dioses que, empeñados en dar una explicación al universo infinito y desconocido, servían como ejemplo de los comportamientos que las personas debían o no seguir. A cada estrella le trazaron una línea para crear vínculos con otras y no quebrantar el deseo de sus seres superiores.

Siglos más tarde, para hallar el lucero más destacado en Málaga no hizo falta que el astro rey se ocultase en el litoral oeste. Mirando al frente, la Virgen de la Estrella se hizo punto de referencia y guía tras más de cien años marcando como epicentro de su devoción al barrio de El Perchel. Con las primeras sombras del ocaso tardío, la Dolorosa formó parte de un evento multitudinario lleno de historias personales, peticiones y muestras de devoción.

Desde la casa hermandad del Sepulcro salió con los sones de la banda veleña de Las Golondrinas la Dolorosa en una efeméride que ya había comenzado el viernes, con su traslado, y continuado en la Catedral en una eucaristía digna de recuerdo para sus hermanos.

La Dolorosa hacía las veces de Vega en su historia de reencuentro con un Altair hecho pueblo. Ambos se reencontraron para recordar que hay un especial vínculo de la ciudad con la Estrella, fuera de la discreción con la que pretenden que pase en su día a día. Muestra de ello fue la instalación de una alfombra de sal con el escudo dominico que ofreció la hermandad de Zamarrilla a los pocos metros de su salida desde Alcazabilla.

Más adelante, y con los primeros reflejos de la candelería en el rostro de la Virgen, se pudo apreciar en la plaza del Obispo la azucena en la diestra para hacer aún más grande un escenario distinto y distante al del pasado Martes Santo.

La cantidad de público y el esfuerzo de los hermanos en hacer grande esta jornada pasó por encima de cualquier detalle mejorable. Entre los detalles que sumaron se encontró el exquisito exorno floral que adornó el trono, una de las joyas del procesionismo malagueño.

Mientras, un nutrido grupo de hermanos participó con cirios delante del trono de la Virgen, acompañados de representación de la Policía Local, hermana mayor honoraria de la corporación nazarena. La presidencia participó con chaqué y los monaguillos se presentaron ante el cuerpo de ciriales, que luchaba por mantener su firmeza ante los numerosos cangrejos que se encontraban ante el trono.

Al pasar por las calles del centro histórico por las que no transita en el Martes Santo, como Nueva y el entorno de Camas, la distancia con Santo Domingo se acortaba con un público que acogió con agrado estos entornos. El destino estaba de nuevo al otro lado del río, sirviendo el trono como guía de un pueblo que, al igual que con la de Belén, siguió con fe ciega sus pasos hasta el Señor de la Humillación.

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