Dos hermanos llegan a la cima

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Francisco y Sergio Gallardo fueron designados en julio 'asimilados', lo que les permite pitar en ASOBAL l Tras la refundación del Antequera, son la única representación del balonmano malagueño en la élite

Francisco y Sergio Gallardo, en la Catedral de Málaga.
Francisco y Sergio Gallardo, en la Catedral de Málaga.

Es complicado que la vida te entregue en bandeja de plata lo que has soñado. A veces te quita y otras te da. Francisco y Sergio Gallardo son dos afortunados. Después de muchos años en la brega, estos dos hermanos malagueños consiguieron, en julio, la categoría de asimilados. El Comité Nacional de árbitros de balonmano les brindó la posibilidad de dirigir partidos en la cumbre, en la liga ASOBAL, algo que para ambos significa "la recompensa a tantos años de esfuerzo".

Además de sangre y de los apellidos, Francisco y Sergio comparten un amor, el balonmano. Cada uno tiene su historia, dos caminos que han desembocado en una feliz experiencia conjunta. Todo comenzó con un anuncio en prensa. "Era jugador de balonmano pero lo dejé y un día mi padre vio un anuncio en el periódico de un curso de árbitros de balonmano. Y hasta ahora", afirma Francisco Gallardo. Mientras, su hermano Sergio, cuatro años más joven, sufrió la cara amarga del deporte: "Las lesiones me obligaron a dejarlo como jugador y, como mi hermano ya arbitraba y no quería dejar mi unión con el deporte, seguí sus pasos", asevera con emotividad Sergio.

Durante cinco días a la semana viven separados, uno del otro, y de su filia hacia el balonmano. Francis, como le gusta que le llamen, trabaja en el Ayuntamiento de Fuengirola, mientras que Sergio lo hace en una asesoría financiera. "Estar tan ocupados y vivir tan lejos es lo que hace que no nos cansemos uno del otro", masculla sonriente Francisco, quien coincide con su hermano que lo más duro es dejar a la familia tres fines de semana al mes: "Los dos tenemos hijos pequeños y cuando llega la hora de marchar se nos hace muy cuesta arriba, es lo que peor llevamos".

Antes de compartir apellidos y "ocio" cada fin de semana, hubo muchos años que arbitraron con otras parejas, aunque desde hace cinco años lo hacen juntos. La temporada pasada fueron trencillas en la División de Honor Plata y en la AFB, primera competición nacional femenina. Nada desdeñable, aunque a finales del mes de julio se confirmó la buena nueva. El Comité Nacional les calificó como asimilados, lo que les da la posibilidad de arbitrar, además de las dos divisiones anteriores, en la liga ASOBAL. "Para nosotros es un reconocimiento y un regalo, aunque nuestra aspiración es arbitrar el máximo número de partidos posibles en la máxima categoría", espetó Sergio, el más joven de los hermanos, quienes toman el relevo de los también malacitanos José Ramón Muñoz y de José León, última pareja local en arbitrar en ASOBAL.

La conexión y la complicidad es evidente entre ambos. Estas capacidades sobresalen dentro de la cancha. "Una mirada es suficiente para comunicarnos", mantiene Francisco, quien vivió un caso desagradable con otra pareja: "Antes de compartir arbitraje con Sergio estuve con otro árbitro, con el que me llevaba genial fuera de la cancha, aunque dentro no tanto. Hubo momentos en los que discutíamos en pleno partido y eso es lo peor para un árbitro".

Las vicisitudes de la vida han hecho que sus vidas se hayan unido. La pasión por un deporte y el arrojo de cada fin de semana cruzarse la península para 60 minutos de disfrute. Francisco y Sergio son dos casos claros de que hay otra forma de querer un deporte. Ellos, como árbitros, son parte fundamental del balonmano, que les está devolviendo el esfuerzo que han empeñado en él.

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