La farola

¿Por qué Málaga tiene un gran tesoro fenicio en el Cerro del Villar?

Vistas del paraje del Cerro del Villar, en Málaga.

Vistas del paraje del Cerro del Villar, en Málaga. / JAVIER ALBIÑANA

En el parque natural de la Desembocadura del Guadalhorce, bajo lo que un día fue un cerro que se allanó para plantar caña de azúcar se encuentra una ciudad de origen fenicio que data del siglo VIII AC. No es la ciudad de Malaka y parece que tampoco es un asentamiento de poco calado en el que se vivieron viajeros provenientes de Tiro. Los trabajos de excavación que han arrancado en la recta final del verano después de casi 20 años sin que se acometiera el yacimiento empiezan a arrojar restos cerámicos de lugares remotos (península itálica) y pronto se empezarán a ver construcciones de una ciudad que ha ido arrojando datos en los diferentes estudios hechos hasta ahora que multiplican las esperanzas de que sea un gran tesoro histórico no sólo para la provincia de Málaga.

El yacimiento del Cerro del Villar era una ciudad que se asentaba en una isla, en el delta del río Guadalhorce. Los trabajos previos a esta nueva excavación confirmaron que había edificios grandes, entramado urbano y que se comerciaba con pescado, salsas o vino. Se han localizado almacenes, lo que parece un astillero y hornos de gran capacidad entre otros elementos urbanos. Por las características de los restos, que se han estudiado con georradar y prospecciones geomagnéticas, se trataba de una gran ciudad para la época que no sólo proveerá a los investigadores de materiales habituales en estas excavaciones, la diferencia no es sólo que las ciudades fenicias de esta época son poco frecuentes (menos aún en un punto tan occidental), también han visto cómo se construían otras poblaciones sobre ellas o con los restos de los núcleos de población abandonados y este es un punto que no se da en el Cerro del Villar por sus particulares características. Asentada en una isla, probablemente amurallada, las causas de su abandono son otra clave.

Deforestación y gran episodio marino, claves en el abandono

Y es que algunos de los trabajos que se han realizado en el Cerro del Villar estaban dentro de un programa de estudios de episodios marinos como tsunamis o grandes crecidas. Se localizó uno de este tipo en un momento de la historia en el que el poblado parece que ya empezaba a dar signos de menos presencia humana. Junto con la deforestación de los alrededores por la instalación de cultivos y la necesidad de madera para calentar hornos y otras infraestructuras, el cambio en el entorno fue casi definitivo con lo que parece una gran crecida del Mediterráneo. Además, esta época (finales del siglo VII, principios del VI AC) coincide con el inicio de la población de Malaka, en una zona más segura, con otro río como referencia (Guadalmedina) que en aquella época era más navegable que el Guadalhorce. Abandonada la ciudad, no volvió a poblarse, así que los restos que se estudien en estos trabajos es más que probable que sólo sean de los habitantes de una población que tuvo bastante protagonismo.

Del mismo modo que en torno a la ciudad del Cerro del Villar se han encontrado necrópolis y otras poblaciones, también hay restos que relacionan el comercio de esta zona con el interior de la provincia. La colonización fenicia es peculiar y muy activa a lo largo de la historia, pero los indicios señalan que quienes llegaron a estas costas no pretendían una conquista del territorio ni nada parecido, más bien asentarse y comerciar de manera pacífica con los aborígenes. Una de las hipótesis es que no fueran simples marineros o comerciantes, sino familias con determinado estatus y conocimientos que tal vez no tuvieran en su entorno la posibilidad de seguir viviendo de manera segura, algo parecido a lo que ocurrió en la fundación de otras urbes importantes en el Mediterráneo. La costa Sur de la península ibérica ya era un foco de comercio y viajes para las civilizaciones mediterráneas y esto se expandió con la influencia fenicia que también trajo métodos agrícolas y de tratamiento del metal que no se conocían en todos los puntos de la geografía ibérica. 

Ahora se está excavando una parte de la ciudad que podrá servir para ser visitable si todo va según lo previsto, es la estrategia que siguen las administraciones que sufragan las obras, mientras se pone en valor y se estudia lo encontrado se irán incorporando materiales, restos y evidencias de un tesoro arqueológico que a punto estuvo de ser sepultado por la autovía. Los trabajos llevados a cabo durante décadas por José Manuel Muñoz Gambero primero y por la catedrática de la Pompeu Fabra María Eugenia Aubet, después, mostraban a las claras la importancia de una ciudad especial, en un punto único y que por fin da un paso adelante en su estudio que seguirá arrojando detalles desconocidos de la vida hace casi 30 siglos. 

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