Málaga

Adolfo Jaime: "Sería feliz muriendo entre los fogones"

Adolfo Jaime frente a los Baños del Carmen

Adolfo Jaime frente a los Baños del Carmen / Javier Albiñana

El renombrado chef y maestro culinario, Adolfo Jaime, se ha convertido en una figura destacada en el mundo de la gastronomía gracias a su talento y su pasión por la cocina. Con una amplia experiencia y una creatividad sin límites ha dejado una huella imborrable en la escena culinaria, especialmente en Málaga, donde sigue cautivando a los comensales con sus creaciones excepcionales y su enfoque vanguardista desde el Balneario de los Baños del Carmen. Sus años de experiencia acaban de verse condecorados al recibir el título como Embajador de la Cocina Malagueña:

-¿Qué tal se siente tras recibir el premio al Embajador de la Cocina Malagueña?

-Bueno, el premio que me han dado ha venido de la mano de la Asociación de Hosteleros de Málaga y la provincia. Hace dos años el primero fue para Fernando Rueda, el segundo fue Antonio Banderas, el tercero, su Manolo Tornay y el 4.º he sido yo, Adolfo Jaime, el embajador de la cocina malagueña. Pero de todos los que te he dicho antes que yo, el único profesional de este ámbito soy yo, y el más viejo de todos, y al que más le gusta la profesión. Para mí ha sido un orgullo que se hayan acordado de mí y obtener este reconocimiento por los años y la entrega, la constancia.

-¿Cómo ha sido el camino hasta llegar a este punto de su carrera?

-Yo estoy desde los 12 años en la cocina, y ya he cumplido los 80. Siempre he sido cocinero y sigo asesorando en las cartas, los eventos… En el 2015 vine aquí, al Balneario. He tenido 21 años el Adolfo en Málaga y 7 años el Mar de Alborán Adolfo. Mi vida ha sido siempre en la cocina. No sé hacer otra cosa y soy feliz en la cocina, me siento como pez en el agua. Trabajar 12 o 14 horas al día de trabajo no me pesan. Soy feliz.

-¿Cómo empieza esa pasión por la cocina?

-Empecé en el Hotel Cataluña, en la Plaza del Obispo en el año 54 como pinche de cocina. Esta palabra ya no existe: entra una persona que no sabe ni coger el cuchillo y gana exactamente igual que uno que sabe, ya que lleva unos pocos años en la cocina. Desgraciadamente así está estructurada los convenios. No tenía 17 y me fui a Suiza, donde trabajé y disfruté mucho. He estado también en Niza y en Cannes, en el sur de Francia. Después volví aquí y trabajé en varios lugares diferentes, en Fuengirola, en Mijas… Hasta que pude coger el ‘Restaurante Adolfo’

-¿Cómo fue llevar su propio restaurante, con su nombre, su seña y su experiencia?

-Disfruté muchísimo. Pasó por mi casa lo mejor de lo mejor: políticos, artistas, gente de negocios, grandes empresarios… También trabajaron grandes profesionales que valen muchísimo. Éramos un restaurante con una capacidad para 50 personas. Para la época éramos unos pioneros en Málaga y también, quizás, los pioneros de la Nouvelle Cuisine.

-De todas esas personalidades que comenta… ¿A quiénes destacaría?

-Por ejemplo, he tenido varias veces a Felipe González y a los ministros, a prácticamente todos diría. Incluso al actual rey, cuando era príncipe. Muchísima gente importante del mundo del deporte, de la NBA… Gente muy reconocida aquí y en América, personas de lo más variopintas, artista, gente del mundo de la farándula…

-¿Hay algún plato de su carta que uniera a todo ese mosaico tan distinto que me comenta de personas?

-En mi restaurante salía mucho el solomillo a la sal. En el restaurante eran todo creaciones mías. Al principio me constó mucho, porque llevaba ese punto afrancesado de usar la mantequilla. Aunque soy malagueño, el extranjero influyó mucho. Yo tenía un carro de quesos impresionante. ¡Cogí unos 14 kilos! Poco a poco cambié los conceptos: metí el jamón, el lomo, el aceite… Yo incluso tenía en su momento los langostinos vivos en el expositor, y una carta bastante atractiva. Fue una época muy bonita para Málaga y para mí. Me hizo salir varias veces de España por eventos, a Paris, a Madrid, a Bruselas, y marcábamos una línea. Estoy super orgulloso de tener hoy día tantos colegas por el mundo. Es una satisfacción para Málaga tener tanta gente buena y seguro que vienen más estrellas Michelín, y ganar una cuesta mucho trabajo, muchas horas de trabajo, ser una persona muy creativa y con fondo. Hay que ser valiente en la cocina, porque es un laboratorio, y a veces salen verdaderos bodrios.

-¿Y cuál es el plato que más disfruta usted como comensal?

Lo que voy a decir es uno de los platos más sencillos del mundo: huevo frito con patatas. Si se hace bien es uno de los platos más internacionales. Y Aquí en Málaga tenemos un plato que debería ser patrimonio de la humanidad: el espeto de sardinas. Es un plato humilde, pero si el producto es bueno el plato es espectacular. Es un arte.

-¿Cómo ve el panorama de la hostelería actual?

Veo que hay más extranjeros que españoles. Lo mismo pasaba cuando estaba yo fuera de España. Y en parte no lo entiendo, porque es una de las profesiones más bonitas que hay porque conectan con el cliente, sobre todo el camarero, que aprende mucho del mismo público y es fundamental. He visto un cambio después de la pandemia muy brusco, radical, de lo que es el trabajador en la hostelería y no sé quién le ha inculcado o cómo lo han hecho, que hay una palabra escabrosa que se relaciona directamente: esclavo. Eso es inconcebible. La realidad es que, en todas las profesiones, los que son verdaderos artistas son esclavos: esclavo de un buen pintor que no tiene horas en el día para dejar de pintar, o un buen abogado, un buen cirujano, un buen periodista... Al final es quien siempre necesita más horas porque no tiene suficiente para dedicarse a su pasión, el que le da igual trabajar domingos y días de festivos, porque está preparando un proyecto real que le apasiona.

-¿Y en el caso concreto de Málaga?

Tenemos un enclave y un panorama espectacular. Aquí, concretamente en el Balneario, se cumplen ahora 105 años de historia impresionante y como referente de ser un punto neurálgico de la sociedad malagueña. También es verdad que yo no apostaba ni un euro por como estaba este punto en su momento, porque había mucha indigencia, estaba prácticamente abandonado. Los actuales dueños han trabajado y apostado mucho por este lugar y han conseguido este lugar maravilloso que tenemos ahora, con muy buenos profesionales y una calidad gastronómica excelente. Es cierto que Málaga debería tener las escuelas que tenemos y el doble, para subir el corte de los profesionales de hostelería tanto dentro de cocina como fuera. Es un trabajo 50% a 50%: un buen plato salva un mal servicio y un buen servicio salva un mal plato.

-¿Entra la jubilación en sus planes?

Ni se me ha pasado por la cabeza. Estoy bien física y mentalmente, dedicándome a lo que me gusta. Sería feliz muriendo entre los fogones.

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