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Adopción y soledad: la historia de Carmen

Carmen y su familia, en su casa de Alhaurín de la Torre, en 2006. Carmen y su familia, en su casa de Alhaurín de la Torre, en 2006.

Carmen y su familia, en su casa de Alhaurín de la Torre, en 2006. / García Vivas

Escrito por

Rebeca Tobelem | Periodista de Mediaset

TODOS los periodistas tenemos historias que se pegan a nosotros y no nos dejan nunca. Aquella familia, aquel conflicto, aquella vez que no pudiste hacer nada por ayudarlos…

Conocí a Carmen Custodio en Alhaurín de la Torre hace 18 años. Fui a su casa a hacer un reportaje porque ella y su marido habían adoptado a cinco niños en menos de diez años. En Rusia, en China, en Marruecos... Fui para media hora, pero me quedé con ellos toda la tarde. Fascinada con su preciosa casa con jardín, con esos niños risueños, que jugaban despreocupados y felices. Ellos eran amables y muy cariñosos. Salí de allí pletórica y convencida de la felicidad y la verdad que me habían transmitido.

Pero apenas un año después, la pareja se separaba. Todo saltaba por los aires. Carmen me llamó un día desesperada: su ex marido, alto empleado de banca, no le pasaba la pensión desde hacía meses. Ella y sus cinco hijos estaban casi en la indigencia... La Junta de Andalucía ya le había advertido que como no consiguiera arreglar su situación, Servicios Sociales asumiría la custodia de los niños. “No permitiré que vuelvan a un orfanato, cuando yo misma los he sacado a todos de uno”, decía. Desesperada, emprendió una insensata escapada. Primero a Bali, luego a la recóndita Tierra de Fuego, en Argentina. Era una mujer sola con cinco niños pequeños. No conseguía salir adelante.

Me llamaba por skype desde cada lugar por el que pasaba, a cualquier hora, siempre destrozada, agonizante. Cuando ya no pudo más, Carmen volvió a España. Nada más pisar el aeropuerto de Barajas era detenida por secuestro. Allí mismo, entre los equipajes, tuvo que despedirse de sus niños, rota de dolor. No pudo volver a verlos hasta muchos años después, cuando sus hijos ya no la querían, no la conocían, nadie les había contado cuánto los quería. Nunca he podido olvidar esta historia. Nunca pude ayudarla. Carmen, lo siento. 

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