Málaga

Ángel Valencia: "Dani Pérez intenta construir un liderazgo, pero De la Torre no le deja convertirse en una alternativa"

El catedrático de Ciencia Política Ángel Valencia en su despacho.

El catedrático de Ciencia Política Ángel Valencia en su despacho. / JAVIER ALBIÑANA (Málaga)

Ángel Valencia (Madrid, 1960) es catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la UMA. Sus líneas de investigación principales (resumidas aquí en teoría política verde y crisis de la democracia, aunque se desarrolla en otras direcciones) convergen a la perfección con los asuntos que, desde hace años y cada vez más, vienen marcando la agenda político-social en todos los niveles. También, naturalmente, en los municipios, donde la cercanía de las propuestas, sobre todo para los muy cafeteros, suscitan debates que se libran a brazo partido. No pertenece Valencia, sin embargo, a esa estirpe combativa, o al menos no en los términos anteriores, sino más bien a otra de carácter analítico, pausado e ilustrado. Cualidades que le han llevado a ser una voz experta a tener en cuenta en el panorama nacional. Hace apenas unos días (explica con emoción), fue nombrado editor de la Revista Española de Ciencia Política. 

¿Qué diagnóstico le merece el modelo de Málaga en los últimos tiempos? 

Está viviendo un momento muy interesante. Creo que, por un lado, es una ciudad que después de unos cuantos años se ha encauzado hacia un modelo cultural, que atrae turismo, que tiene un sector tecnológico fuerte y muchas oportunidades en general, por otro, tiene que prestar atención al turismo masivo, a la conversión del Centro Histórico en un lugar de esparcimiento, a la construcción hacia arriba. Málaga ya está hecha, con un ajuste adecuado puede mejorar mucho. 

Distintas voces autorizadas señalan que si no se realizan las gestiones correctas podríamos morir de éxito. ¿Lo cree así?

No se trata exactamente de morir de éxito. La cuestión pasa por pensar más cuidadosamente lo que queremos hacer mañana; por limar los desequilibrios que pueda producir el modelo de crecimiento que tenemos. La unión de los sectores más pujantes ha generado efectos por contrapartida un poco más perversos. Tenemos que intentar anticiparnos a los problemas y, si no resulta posible, por lo menos corregirlos y no tener prisa. O tomamos medidas con una mirada más a medio o largo plazo sobre ciertos aspectos o lo acabaremos pagando. 

¿Cuál es, para usted, el reto que debemos afrontar de forma más inmediata? 

Ahora mismo lo que exige más atención es el empleo. A pesar de que existe una situación de crecimiento en ese sentido, es un tema que hay que vigilar. Otro reto, incluso mayor, es la vivienda. 

¿Y el más próspero? 

El hecho de haber construido una imagen potente, atractiva y seductora de la ciudad para que la gente esté dispuesta a venir a vivir aquí por la calidad de vida, la gastronomía, el buen tiempo… A esa expansión también ha contribuido mucho tener un aeropuerto con capacidad y un AVE que nos conecte. Todo lo anterior hace que establecerse en nuestro territorio sea algo muy apreciado. Creo que ese conjunto de factores, entendido más como una realidad tangible que como un producto de marketing, como a veces se concibe, es lo mejor de Málaga por encima de cualquier proyecto o edificio. 

¿Va la ciudad por buen camino para ser una referencia en Europa? 

Sí. Insisto, si sabemos ver las cosas a tiempo y corregir los desequilibrios que estamos empezando a ver. 

¿Hace falta ser capital europea de algo? Málaga es la única ciudad europea de más de medio millón de habitantes que no es capital europea de nada.

Nos hubiera venido bien ser sede de algo, como la Expo 2027, sin embargo, no ha habido suerte. En cualquier caso, creo que nada de esto va a solucionar nuestros problemas. Málaga tiene que hacer un buen diagnóstico de sus problemas económicos, sociales y medioambientales. No le iría mal un empujón, pero tampoco es algo que necesite de forma decisiva. 

Valencia, momentos antes de la entrevista. Valencia, momentos antes de la entrevista.

Valencia, momentos antes de la entrevista. / JAVIER ALBIÑANA (Málaga)

Algunos analistas señalan que no realizar la Expo 2027 podría ser una oportunidad para ser más sostenibles, igual que ocurrió en 2016, cuando Málaga no consiguió la Capitalidad Europea de la Cultura: después de aquello se avanzó mucho en la materia. ¿Hacia dónde deberíamos ir?

La palabra sostenibilidad por sí sola, sin estar acompañada de acciones, no vale nada. Lo que hay que hacer es armar proyectos tangibles. Sin necesidad de embarcarnos en grandes palabras. Trabajar en la dirección de la sostenibilidad supone encontrar antes un camino a seguir y un capital humano que lo recorra. Tenemos politólogos, sociólogos, urbanistas. Hay un talento notable en la sociedad civil y muchas ideas sobre este tema. Pero ya digo que primero hay que mirar que está bien y que está mal. Ya veremos después qué hacemos. 

En este sentido, hay planes atascados desde hace años: el parque de Arraijanal, el Bosque Urbano en los terrenos de Repsol, la reforma del cauce del Guadalmedina… 

Existe la percepción de que ciertos proyectos son eternos y que no se realizarán o terminarán jamás, pero hay que entender que este sentimiento se relaciona con la propia situación que abordan. Son temas complejos, de naturaleza técnica, a los que es difícil dar una respuesta rápida. Salvador Moreno Peralta lo describe con el término ‘burocracia interminable’. Al final, es como una especie de laberinto de trámites que hace que sea imposible progresar en materia de medioambiente. Sería buena idea aprovechar el momento para agilizar los procedimientos en la medida de lo posible y acabar de una vez con esta situación, que es ya incluso un tanto melancólica. 

Los altos alquileres y precios de la vivienda también son un tema a tener en cuenta. ¿Por dónde puede pasar la solución? ¿Por construir más VPO, por limitar precios en zonas tensionadas…?

Haría falta una iniciativa para hacer más VPO. También a nivel estatal. Aunque no sé si es la medida a la altura de los tiempos ahora mismo. Es un tema técnico y político del que no soy experto. Se me ocurre que habría que estudiar el problema con mucha tranquilidad, ver soluciones de política comparada, sobre todo de países de nuestro entorno como Francia y Alemania, y ver si resulta efectivo lo que hacen. No sé si la Ley de Vivienda que ha hecho el Gobierno con su mejor intención es la más adecuada… Ha tenido muchas críticas. Ya nos enteraremos del resultado. Al estar en tiempo electoral tampoco sabemos lo que va a durar. Lo que sí digo es que en este tipo de cosas hace falta una dosis muy importante de consenso entre los sectores implicados y que, por tanto, no tengamos un nivel de respuesta tan crítico ante cualquier propuesta. Es lo más deseable. 

Otro de los asuntos que viene generando bastante controversia es la torre del puerto.

Ha suscitado mucha contestación, por lo que creo que debería replantearse seriamente. El alcalde ahora tiene una mayoría absoluta y podrá llevarla a cabo, pero por el lugar en el que está, el impacto visual que generará y las voces críticas que ha habido, es un tema que genera posiciones encontradas. No es un monumento simbólico, como el Guggenheim en Bilbao, que une a los ciudadanos. Al contrario, la divide. Y eso debería hacer reflexionar a sus valedores. 

Parece difícil hacer encajar modelos tan diferentes. ¿No?

En realidad, creo que esta polarización responde en gran medida a la campaña de las últimas elecciones. En los últimos meses, es cierto, la izquierda ha planteado un modelo de ciudad más centrado en las preocupaciones de las personas: en los problemas que les afectan, en la vivienda, en los barrios; mientras que el modelo de De la Torre se ha centrado más en el futuro: en los grandes proyectos, en la construcción de rascacielos, en la Expo 2027 hasta que desgraciadamente fracasó, etcétera. Pero no es cierto que sólo un bloque se ocupe de las personas y sólo otro se ocupe del futuro. En ambos hay una ocupación de los dos niveles. Esa percepción se debe a los mensajes de la campaña. Desde fuera incluso parece que no hay interlocución, sin embargo, el desacuerdo no es tan tremendo a nivel municipal. 

No obstante, el gran dinamizador de Málaga hasta llegar a lo que es hoy ha sido De la Torre. ¿Cómo valora su gestión?

Málaga ha tenido muy pocos alcaldes. Y De la Torre es uno destacadísimo. Aparte de por el tiempo que lleva y la experiencia que tiene, lo es porque ha protagonizado un proceso muy importante: la última transformación de la ciudad, cuando la Málaga de antaño se convirtió en una Málaga atractiva, dinámica y moderna de la que todo el mundo habla. Es sin duda un político muy importante de nuestra historia. 

Valencia, posando en su despacho. Valencia, posando en su despacho.

Valencia, posando en su despacho. / JAVIER ALBIÑANA (Málaga)

¿Qué me dice de Pedro Aparicio? ¿Cree que se ha olvidado su legado como alcalde?

No lo creo. Él fue el otro gran dinamizador. Celia Villalobos también, aunque estuvo poco tiempo. Aparicio es el primer alcalde en términos de democracia que plantea una ciudad distinta y la pone en marcha, ya que por entonces tenía muchos retrasos y deficiencias. No se puede entender lo que somos hoy sin la extraordinaria labor de Aparicio. 

¿Es lógico que desde Aparicio el PSOE lleve, se dice pronto, desde 1995 sin un candidato ganador?

Aparicio fue un líder tan extraordinario que resultó muy difícil llenar el vacío de su liderazgo. Ya ha pasado mucho tiempo, y el porqué el PSOE no ha vuelto a gobernar no se debe sólo a eso, pero según pasa el tiempo uno se va dando cuenta de lo complicado que es sustituirle. Dani Pérez está luchando por ocupar ese lugar de una manera denodada, con convicción, lo que le está resultando bastante tortuoso, al menos de momento, porque se ha encontrado con un rival como De la Torre que no le deja convertirse en una alternativa en las urnas. 

Precisamente, el resultado de De la Torre en la ultimas elecciones fue, como poco, contundente. Las mayorías absolutas parecían algo del pasado. ¿Dónde cree que radica su éxito después de veinte años en el puesto?

Ha conseguido un liderazgo creíble con un estilo propio. Y sobre todo es una persona que lo único que desea es ser alcalde de Málaga. Tiene una dedicación absoluta, con una agenda interminable, que hace que todos los ciudadanos, de una u otra forma, haya tenido ocasión de conocerle. No es un hombre de despachos, de estar encerrado, de pasar la jornada en reuniones con grandes empresarios. Él está siempre en la calle. Y eso es algo que valoran mucho los votantes. Lo hace creíble por encima de otras consideraciones críticas a su gestión. 

Pese a que ha habido varios nombres sobre la mesa, no parece que haya un sucesor claro para el alcalde dentro del PP malagueño (en principio se valoró al regidor de Estepona, José María García Urbano, después a la actual primera teniente de alcalde de la capital, Elisa Pérez de Siles, que viene cobrando cada vez más enteros). ¿Cree que hacen bien en esperar tanto o debió haber un acercamiento antes? 

Tengo la sensación de que De la Torre, como todos los alcaldes de larga duración, primero, tiene una situación de independencia dentro de su partido y, segundo, se dedica a hacer lo que quiere hacer. Su relevo es un asunto que también lleva con cierta discrecionalidad. Estará hasta que quiera e iniciará un proceso de sucesión cuando crea conveniente. No seguirá un arquetipo lógico. La decisión se regirá por su propia voluntad. Somos meros espectadores. 

Nos queda una cosa. La más importante de las menos importantes, como se dice. O sea, el fútbol. En alguna ocasión, le he leído argumentar que una ciudad puntera como Málaga merecería un club en primera división. El Ayuntamiento tiró de chequera con vistas a ello desembolsando más de 1,5 millones de euros, pero no funcionó. ¿Cómo valora esta inversión ‘extra’ por parte del Consistorio?

Me parece bien. Toda inyección económica para hacer que un territorio tan importante como Málaga tenga un club en primera división me parece adecuada. Pero, tal como están el mercado futbolístico y el fútbol en general, creo que no hay que explicarlo, esa cantidad es muy limitada para relanzar un club. El Málaga C.F. debe aglutinar a una parte destacada de la sociedad aparte del Ayuntamiento para poder salir adelante. La ciudad, igual que tiene al Unicaja, que lo está haciendo muy bien, debe tener un equipo de fútbol en primera, y no uno con una trayectoria triste y errática como la que está teniendo ahora, que es una pena. 

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