Educación

Ciudad de los Niños, un colegio concertado de Málaga al margen de los estereotipos

  • El centro trabaja con menores tutelados por la Junta y alumnos que llegan de barrios como Asperones, La Corta y Castañetas

Un profesor imparte una clase en uno de los cursos de Primaria del colegio Ciudad de los Niños.

Un profesor imparte una clase en uno de los cursos de Primaria del colegio Ciudad de los Niños. / Javier Albiñana (Málaga)

Ni familias elitistas, ni uniformes caros, ni tecnología de última generación, ni métodos de enseñanza revolucionarios. Ni un pijo en kilómetros a la redonda. El colegio concertado Ciudad de los Niños nació hace 30 años de la mano de la Fundación Hermanos Obreros de María para cumplir una función social, la de atender las necesidades básicas de menores en riesgo de exclusión.

Este curso estudian en él 173 alumnos de 3 a 18 años, 60 de ellos del centro residencial de menores que gestiona la misma fundación. El resto acude a este colegio, ubicado en unos terrenos muy cercanos al cementerio de Parcemasa, en transporte escolar propio desde barriadas como Asperones, Las Castañetas, Palma-Palmilla, Soliva y La Corta.

Detrás de la mayoría de ellos hay historias tremendas de abusos y abandono, han sufrido carencias tan grandes que les han obligado a una supervivencia animal que, en muchas ocasiones, no tiene cabida en un aula ordinaria.

“Este colegio es necesario, atendemos a los menores tutelados y de los que vienen de fuera, muchos llegan rebotados de otros centros”, explica José Eugenio Ruiz Alcántara, director del colegio. En el centro concertado cubren lo más básico, la alimentación de los niños y también les proporcionan ropa, calzado y hasta juguetes en Navidad, todo ello gracias a donaciones de empresas y particulares.

El comedor está subvencionado por el programa de compensación educativa de la Junta de Andalucía y el desayuno se ofrece a través del Programa de Garantía Alimentaria de la delegación de Igualdad. Algunos alumnos solo tienen garantizada la comida que reciben en la escuela. “Es asombroso como aumenta el rendimiento escolar con una alimentación saludable, incluso nos sirve para paliar el absentismo porque si vienen a clase comen”, indica el director.

Una maestra enseña a uno de sus alumnos. Una maestra enseña a uno de sus alumnos.

Una maestra enseña a uno de sus alumnos. / Javier Albiñana (Málaga)

Aunque tienen la matrícula abierta durante todo el año, la ratio en este centro es muy baja, unos 15 alumnos en Primaria y como mucho 25 en ESO. Esto les ayuda a atenderlos de una forma “mucho más personalizada”.

“Tenemos un alumnado con características especiales, necesitan mayor atención y el grupo pequeño contribuye a eso”, agrega Ruiz Alcántara. “En Secundaria aterrizan aquí después de su fracaso escolar en otros institutos y tenemos que reconducir esa situación e intentar que remonten y titulen”, añade. Lo consiguen poco más del 20%.

“La docencia en un centro como este es difícil, tienes que tener una motivación especial, sentir la profesión e implicarse al 100% en lo emocional y en lo profesional, porque ve situaciones muy duras”, afirma el director.

Víctimas de abusos sexuales, menores con causas pendientes con la justicia, jóvenes que han vivido en la calle, que se han jugado la vida para cruzar a Europa en una patera intentan seguir con su formación, y educación, en las aulas de la Ciudad de los Niños. “Muchas veces la única herramienta de la que disponen para solucionar los conflictos es la violencia y tienes que transformar eso y enfocarlo hacia el diálogo y la mediación”, apunta Ruiz Alcántara.

Nueve nacionalidades distintas, la mayoría marroquíes y subsaharianos, conviven en un colegio en el que trabajan 23 docentes. “La escuela concertada se ha generalizado, en colegios como Misioneras Cruzadas de la Iglesia y Ciudad de los Niños no se piensa, pero si dejamos de existir qué pasaría con estos niños a los que hay que encauzar, motivar e intentar que vean un futuro, educarlos, cubrir las carencias que no cubren sus familias”, se plantea el director.

Una de las aulas de Secundaria del centro. Una de las aulas de Secundaria del centro.

Una de las aulas de Secundaria del centro. / Javier Albiñana (Málaga)

Cuando en vez de 170 hay 700 alumnos en un centro no se puede trabajar de forma tan minuciosa, de esa que hizo al director recorrer los barrios “como un panadero” para llevar material y cuadernillos a las familias durante el confinamiento.

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