Málaga

Inmunización con AstraZeneca en Málaga: Más miedo al Covid que a la vacuna

  • El SAS remota en la provincia de Málaga la inmunización con AstraZeneca

  • Los citados se dividen entre los que defienden que es segura y los reticentes, pero pesa más el temor al virus

Una enfermera del centro de salud de Teatinos vacuna a una mujer.

Una enfermera del centro de salud de Teatinos vacuna a una mujer. / Marilú Báez

Explanada del centro de salud de Teatinos. 9:30 de la mañana. Cola para ponerse la vacuna de AstraZeneca tras la reanudación de esta inmunización. El sol empieza a apretar. Una treintena de personas aguardan el pinchazo. Entre ellas, Isabel Serra, Dolores Ponce, Rocío Dugo y Rocío Ortiz, administrativas del grupo de enseñanza Medac. Confiesan ciertos temores. Unas a las vacunas anticovid en general por su rápida fabricación. Otras a sus efectos secundarios. Algunas a la de AstraZeneca en particular.

Pero todas coinciden en las palabras de Rocío Ortiz:“Al Covid le tengo más miedo que a la vacuna”. Una de sus compañeras precisa:“Por eso estamos aquí”. Isabel admite “un poquito de temor a los efectos de las vacunas en general”. Dolores da su opinión:“Si me pusieran la de Pfizer no estaría tan asustada”. Rocío Dugo confiesa que dudó por sus reticencias a hipotéticos efectos adversos dentro de una o dos semanas. “Pero me decidí y aquí estoy”, zanjaba. Para Rocío Ortiz, todas las vacunas son iguales.

Pero reconocía que estaba “condicionada por las noticias sobre la de AstraZeneca”, aunque matizaba que se deben a “intereses contra esta farmacéutica”. Dolores admitía que iba con cierta desconfianza en el cuerpo. “Primero deciden la vacunación con AstraZeneca, luego la paralizan, ahora arranca otra vez; juegan con nosotros”, se quejaba. Pero al final explicaba que pesaba más el miedo al coronavirus que sus reticencias “porque hay que intentar acabar con esto y si no estamos todos a una es muy complicado”.

Mientras los usuarios aguardaban en cola o esperaban allí los 15 minutos de rigor tras ser inoculados, la enfermera iba llamando para el pinchazo. Las cámaras pedían a paciente y sanitaria otra ubicación dentro de la caseta en la que se hace la inmunización para poder captar la imagen. Accedían con gusto. Tras vacunar a un joven, la enfermera comentaba:“He tardado más por la foto que por el pinchado”. Y preguntaba a los periodistas de Canal Sur a qué hora se emitía. “Para decírselo a mi madre”, aclaraba.

La enfermera llama a las personas citadas para su vacunación. La enfermera llama a las personas citadas para su vacunación.

La enfermera llama a las personas citadas para su vacunación. / Marilú Báez

Antonio Cabo, docente de una academia privada, también estaba en la cola. “No tengo ningún temor. Las vacunas han pasado filtros y son seguras”, aseguraba. Salía con la primera dosis puesta y fecha para la segunda. Está a favor del pasaporte Covid para que los vacunados puedan viajar. Pero añadía que su mujer no está inmunizada. Con lo cual, él no podría moverse mucho de Málaga.

Emilio Vázquez, médico que se puso el EPI cuando trabajaba en residencias y que ahora participa en los cribados masivos del Palacio de Ferias, acudía con “cierto resquemor”. Contaba que como pertenece a una pequeña empresa privada del sector sanitario, luchó mucho por la inmunización dado que no les llegaba. “No estoy del todo tranquilo, pero con lo que hemos luchado porque nos pusiesen la vacuna, ahora no vamos a rechazarla”, apuntaba.

Isabel Serra, Dolores Ponce, Rocío Dugo y Rocío Ortiz, antes de vacunarse. Isabel Serra, Dolores Ponce, Rocío Dugo y Rocío Ortiz, antes de vacunarse.

Isabel Serra, Dolores Ponce, Rocío Dugo y Rocío Ortiz, antes de vacunarse. / Marilú Báez

Unos metros más atrás en la cola estaba José Ignacio Martínez, profesor de un centro de enseñanza privada: “No tengo dudas en vacunarme. Creo que es segura”. Contaba que a su mujer ya se la han puesto y tras un par de días con ciertas molestias, está perfecta.

También aguardaba el pinchazo Raluca Manda, rumana, que trabaja en Málaga como técnica de farmacia. “Me la tengo que poner sí o sí porque quiero viajar, pero estoy acojonada. Que sea lo que Dios quiera”, decía. Sus temores eran hacia todas las marcas. “No se pueden sacar cinco vacunas en dos meses”, esgrimía. Sobre las sombras acerca de la de AstraZeneca, opinaba que es “una guerra política” porque “hasta un paracetamol tiene efectos secundarios”.

La mañana avanzaba. El sol calentaba cada vez más. La enfermera –como en muchos otros puntos de la provincia– seguía dando pinchazos. La meta es la ansiada inmunidad de grupo.

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