Rafael Rodríguez Primer comunista al frente de Turismo

Apartado de la política desde la ruptura del pacto PSOE-IU en la Junta de Andalucía, trabaja en un despacho de abogados

Asegura que fue pionero al frente de la Consejería

Rafael Rodríguez Primer comunista al frente de Turismo
Rafael Rodríguez Primer comunista al frente de Turismo

Rafael Rodríguez fue el primer consejero comunista del Gobierno andaluz en ocupar la Consejería de Turismo, sin duda uno de los departamentos más deseados para cualquier político andaluz. "Fali", como se le conoce coloquialmente, llegó a esta responsabilidad en 2012, gracias al pacto entre socialistas e Izquierda Unida, que duró hasta enero del 2015. Su paso por Turismo vino precedido de las apocalípticas predicciones del PP, que veía en la coalición de izquierdas un peligro para el sector por excelencia de la economía regional. Pero pronto se destacó por ser un gestor dialogante y "muy respetuoso con el trabajo de los técnicos", que supo delegar funciones y poner en marcha estrategias que aún hoy se mantienen en vigor, como reconocen quienes trabajaron a su servicio en aquella etapa. "No fue un consejero de grandes parrafadas, sino que se centró en la estrategia".

Fali cogió un sector en plena crisis, cuando la economía mundial no daba para dispendios vacacionales y cuando Andalucía parecía tener agotado su modelo turístico. Pese a todo, asegura hoy, la comunidad "lideró el crecimiento turístico en los peores momentos" y siguió presentando cifras en positivo, aunque lejos de las actuales. A él se le atribuye la puesta en marcha del Plan de Turismo sostenible 2020, el plan de marketing 2012-2016, cuyo objetivo era lograr la llegada de 30 millones de turistas para el 2020, el aumento de visitas en temporada baja y la atención al desarrollo turístico del interior y las ciudades andaluzas. El primer plan de turismo interior también fue de su época, aunque la ruptura del pacto de gobierno impidió su publicación oficial.

El ex consejero recuerda los claroscuros de su llegada a la Consejería, entre las apelaciones al miedo de algunos y la expectación de otros. "Gran parte del sector turístico andaluz era malagueño y me conocía, sabía de mi solvencia", asegura para ratificar que no todo fueron malas caras. "Lo que se ha hecho hasta hoy es lo que dejamos listo", reitera tras reconocer que su etapa se interrumpió de forma abrupta. Ser un gestor de izquierdas significa para él dos cosas; tomar decisiones con la participación de todos los agentes implicados y dar prioridad a los aspectos que "encajen con tu modelo social". Por ello, dice, se apostó por impulsar el turismo de interior sin descuidar el de sol y playa y se empezaron a trabajar destinos para atraer nuevos turistas. En este punto recuerda cómo el 90% de los viajeros rusos elegían Cataluña. "Nos dimos cuenta que habían empezado a trabajar ese mercado desde finales del siglo XX y decidimos también hacerlo, y con continuidad". Así se establecieron delegados de la Consejería de Turismo en Moscú, para trabajar los contactos con los touroperadores de forma continua. El turismo francés y el del sudeste asiático también estuvieron entre sus objetivos, aunque este último se encuentre hoy algo olvidado.

Rafael Rodríguez ya era un político bregado cuando accedió al Gobierno andaluz. Su carrera se inició en la dirección del Partido Comunista, de cuyas juventudes fue secretario general en 1983, en su etapa de estudiante. Cuatro años después toma las riendas del PCE en Málaga y llega al Parlamento Andaluz. En 1990 es elegido coordinador provincial de Izquierda Unida hasta 2004. En este periodo fue concejal en el Ayuntamiento de Málaga y vicepresidente de la Diputación Provincial en el gobierno de coalición del socialista Juan Fraile.

Fue uno de los defensores del pacto de gobierno de 2012 con Susana Díaz como presidenta de la Junta. En esa etapa la coalición de izquierdas tuvo tres miembros en el ejecutivo. "Nosotros no rompimos aquel pacto, ni queríamos romperlo", afirma hoy sin reconocer que gran parte de aquella ruptura se debió a los desencuentros de los socialistas con la nueva dirección andaluza de Antonio Maíllo, que planteó una consulta a las bases de Izquierda Unida para ratificar el pacto. "Más allá de que se hiciera con tacto o no, la revisión de ese compromiso era un principio democrático de funcionamiento", reitera Rodríguez.

Lo cierto es que la coalición pasó de contar con un respaldo electoral cercano al 18% en Andalucía a verse superada por un nuevo partido, Podemos, que a su juicio "comió de nuestro electorado" tanto en la comunidad como en el resto del país, con un discurso que ya había empleado con éxito la coalición de izquierdas. "Tuvimos un fallo importante en su momento, que fue no fue realizar el relevo generacional al calor del 15-M", movimiento que terminó encumbrando al partido morado.

El que fuera el diputado más joven en el Parlamento andaluz, entre 1987 y 1989, apenas participa hoy de la política porque prefiere ser "prudente" y dejar el protagonismo a otros. Ahora trabaja como abogado en un despacho junto al actual portavoz de IU en el Ayuntamiento, Eduardo Zorrilla.

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