No basta con andar
Discapacidad
Me daba la sensación de que cualquier frase que salía de la boca de mi interlocutor era una sentencia, un ejemplo de vida, una experiencia contrastada y casi todas me hacían reflexionar
Amí me sobra con poder andar", me contestaba un señor de avanzada edad mientras con dificultad se salía de la máquina de gimnasia que ocupa junto a mí. Durante los diez minutos que duró el ejercicio de aquella máquina, el hombre no dejó de contarme cosas. Todo comenzó con un "buenos días", y ya no hizo falta más nada. Me contó que aunque siempre ha sido un hombre muy deportista, desde hace un año está apuntado a este gimnasio, y ya ha perdido veinte kilos.
No todos desde que está aquí, pero sí la mayoría, porque aunque es cierto que él antes andaba por el paseo marítimo, no es lo mismo, lo de andar está bien para pasar el rato, para estirar las piernas y para la gente que padece de corazón, pero no para ponerse en forma, que es lo que hace ahora. Durante esa conversación, hablé bien poco, no quería interrumpirlo, y sobre todo para no decir nada mejor de lo que oía... Muchas frases me pusieron en alerta y provocaban que mis silencios fuesen cada vez mas aceptados. Me daba la sensación de que cualquier frase que salía de esa boca era una sentencia, un ejemplo de vida, una experiencia contrastada y casi todas me hacían reflexionar.
Tiene la rodilla fastidiada, desde hace años, y antes, cuando lo único que hacía era andar por el paseo marítimo le dolía bastante mas que ahora. Porque entonces pensaba que todos mis males se irían caminando, y me he recorrido Málaga mas de cien veces, pero ahora me duele mucho menos, porque sé lo que hago, y todos los ejercicios están estudiados. Me basta con estar de pie, no creas que pretendo hacer ninguna competición, sólo quiero vivir unos cuantos años más e intentar que no me operen de la rodilla, (cuanto más tarde mejor), y de momento va bien, ahora que si yo esto lo hubiera sabido antes, otro gallo me cantaría.
Sólo le pregunté cuántos días iba al gimnasio, y para ello tuve que alzar un poco la voz, porque no dejaba de contarme lo feliz y contento que estaba con su ejercicio físico. Cada cuatro días descanso uno. Es un ciclo que él solo se ha diseñado y que no obedece a ningún motivo especial, podría ser cada tres, o cada cinco, pero eligió hacerlo cada cuatro. Me contaba que jamás se lo salta, caiga en lo que caiga, que a sus hijos le ha explicado que esto es como un trabajo, y que si no puede ir con ellos a algún sitio por ir a realizar sus ejercicios, pues que no cuenten con él.
La historia que me contó me hacía pensar que podía haber llegado a sus 74 largos un poquito mejor de lo que ha llegado, que los achaques son muchos menos si somos capaces de cuidarnos un poco, pero claro, nunca pensamos mas lejos de un futuro cercano que podamos controlar. De los mayores se aprende casi todo, y yo aprendí algo que a veces olvidamos: a recuperar una ilusión por vivir que sólo se tiene cuando parece que nos queda ya poco, y a saber vivir, para que cuando sea muy mayor, me conforme como mi amigo, con ponerme de pie.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por PUERTO JOSE BANUS