Fin del estado de alarma

Fin del estado de alarma en Málaga: Catorce meses para olvidar

  • En este tiempo se han perdido vidas, salud, encuentros, abrazos, ingresos y trabajos

  • Ocho personas hacen balance y apelan a la responsabilidad ahora que termina el estado de alarma

Miembros de la Unidad Militar de Emergencia en tareas de desinfección en Vialia al comienzo de la pandemia.

Miembros de la Unidad Militar de Emergencia en tareas de desinfección en Vialia al comienzo de la pandemia. / Javier Albiñana

Termina el estado de alarma. Es tiempo de mirar hacia atrás y, también, hacia adelante. Se han perdido ingresos, vidas, salud, abrazos, encuentros, trabajos... A cada persona y a cada sector, la pandemia le ha pasado factura de una manera diferente. Comienza una nueva etapa. Los sanitarios piden responsabilidad, los empresarios claman por ayudas, los supervivientes del Covid instan a no perder el respeto al virus aunque la inmunización vaya avanzando... Todos confían en la vacuna para salir del pozo y aportan su visión a modo de balance de estos 14 meses para olvidar.

Javier Frutos. Javier Frutos.

Javier Frutos. / Javier Albiñana

Javier Frutos, pte. Asociación Hosteleros de Málaga (Mahos)El representante de la potente hostelería malagueña cifra entre 3.500 y 4.000 las empresas del sector que han tenido que cerrar durante la pandemia por falta de actividad. “Y muchas de ellas se van a quedar en el camino porque un porcentaje de esas empresas no podrán volver a abrir”, alerta. Estima que la bajada de la facturación se ha situado por encima del 65%, un golpe que han tenido que encajar “sin recibir ayudas”. Aclara que “la única ayuda han sido los ERTE”, para descargar una parte del salario de los trabajadores. Pero insiste en que no ha habido tregua en los alquileres ni se han concedido exenciones fiscales, “lo que ha lastrado al sector” y convertido a muchas empresas en “inviables”. Y las que sobrevivan, dice, saldrán endeudadas de esta crisis. “Ahora empezamos a ver la luz al final del túnel, pero tardaremos tres o cuatro años en recuperarnos porque el endeudamiento es altísimo”, añade.

Jorge González. Jorge González.

Jorge González. / Javier Albiñana

Jorge González, director del hotel AC Málaga PalacioA la hora del balance, recuerda que los hoteles, “como muchos sectores de la economía, han tenido una importante caída del negocio” y apunta que su prioridad ahora es recuperar a los trabajadores en ERTE. “Porque por encima del negocio, están las personas”, destaca. Confía en que la vacunación se acelere “para que haya libertad de movimientos a nivel nacional e internacional” y así el sector hotelero pueda recuperar progresivamente su actividad. Apunta que sin movilidad y sin ocio, el hotel muchos días estaba con un aspecto que no era el habitual y que todavía continúa desangelado por el descenso de clientes. Ve la finalización del estado de alarma como “un paso más” hacia la nueva normalidad, pero cree que “el final del túnel se verá cuando tengamos un porcentaje alto de vacunación”. Cuando se le pregunta por los hoteles que quizás no volverán abrir, hace hincapié en que “como en cualquier crisis, hay gente y negocios más afectados que otros”, pero espera “que sean los mínimos”.

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José Luis Velasco, jefe de Neumología del Hospital ClínicoEl Clínico ha sido el hospital malagueño con más ingresados por Covid. En la tercera ola llegó a tener 278 enfermos con el virus, la mitad de su capacidad. “Han sido 14 meses de mucho trabajo y poco descanso. Una sobrecarga de trabajo que incluso continuaba los fines de semana”, resume. “En el pico de pacientes, con la tercera ola, había que atender a 278 enfermos fuera fin de semana o no”, advierte. Destaca además que la tarea diaria no sólo era asistir a los enfermos, sino también gestionar camas donde ubicarlos ya que el Covid desbordó la capacidad previa a la pandemia. Lo peor de este tiempo cree que fue “la incertidumbre de la primera ola” y el aluvión de pacientes de la tercera. Sostiene que para los sanitarios, ha sido “el año más duro; sobre todo entre finales de enero y principios de febrero pasado”, cuando la apertura de la Navidad pasó factura. Lo que más le impactó de este tiempo fue el aislamiento de los ingresados por Covid, contra lo que pone en valor las iniciativas para que estuvieran menos solos, bien a través de videollamadas o del acompañamiento en las horas finales de la vida de aquellos que fallecieron. También, le conmovió cómo el virus afectó a los mayores de 80 años que antes del contagio eran personas autónomas y luego de la enfermedad, murieron o quedaron con importantes secuelas. Pese a los aplausos de los primeros meses de pandemia, insiste en que los sanitarios “no somos héroes, sino profesionales. Tratamos con personas y se ha demostrado esa profesionalidad y humanismo. Seguimos trabajando con el mismo esfuerzo y empeño que antes”.

Juan Jesús Gallardo. Juan Jesús Gallardo.

Juan Jesús Gallardo. / M. H.

Juan Jesús Gallardo, alcalde de Alfarnate (PSOE)Lo primero que apunta el regidor de Alfarnate es el “miedo” a lo que pueda pasar una vez que finalice el estado de alarma. Su pueblo tiene cerrada la actividad no esencial y está confinado debido a que la tasa de Covid supera el millar de casos por 100.000 habitantes. Por eso insiste en que ahora, con un menor nivel de restricciones, será imprescindible el “comportamiento ejemplar” de todos los ciudadanos. Echa la vista atrás y aporta la visión de estos 14 meses desde la perspectiva de las limitaciones en los pueblos pequeños: “Se ha hecho largo y duro. En las grandes ciudades hay margen para más actividades. Aquí no hay tanto sitio donde pasar el tiempo y se vive de otra manera. Estábamos más limitados. Pero la gente ha disfrutado del campo y ha vivido momentos más íntimos que estaban desapareciendo. En todos estos meses que dejamos atrás, algunas veces hemos vivido momentos de desesperación”. Si mira hacia adelante, reitera que, con la finalización del estado de alarma, teme perder lo conseguido en los últimos días con las restricciones aplicadas en su municipio.

José María Luna. José María Luna.

José María Luna. / Javier Albiñana

José María Luna, director de la Casa Natal y otros espacios museísticosResume que este tiempo del estado de alarma ha supuesto un “enorme shock y un parón” para la cultura. Recuerda que “en algunos casos se reaccionó con lo virtual” a fin de mantener un mínimo de normalidad, pero acota que “no todo puede ser traducido a lo virtual”; lo que ha causado que muchas personas y colectivos del sector “hayan sufrido y estén sufriendo todavía” el impacto de la pandemia. “Nosotros hemos sufrido una reducción de las visitas por las limitaciones de la movilidad”, comenta. Dice que el efecto ha sido mayor y más traumático en las artes escénicas y en las artes plásticas. Afirma que este estado de alarma, para la cultura “ha sido un periodo complicado, sin precedentes, que nos va a dejar huella”. Pero confía:“Se superará porque la cultura tiene capacidad de superación, aunque ha sido muy duro para muchas personas”. Y concluye:“Lo bueno es que la gente ha sido muy creativa, haciendo de la necesidad virtud. Pero la industria cultural se ha resentido muchísimo. Afortunadamente parece que ya se va viendo algo de luz”.

Borja Vivas. Borja Vivas.

Borja Vivas. / Javier Albiñana

Borja Vivas, multicampeón de España de lanzamiento de pesoRelata que en las primeras dos semanas del confinamiento, en general, los deportistas estaban motivados y se esforzaban por entrenar aún sin poder salir. Pero a medida que la situación se prolongaba “era imposible mantener la forma entrenando en casa y la motivación iba decayendo”. Superada esa primera etapa, dice que comenzó “la segunda”, en la que los deportistas de élite eran “afortunados” porque podían entrenar y usar instalaciones, aunque –como a todos– la situación les iba pasando factura. Entonces llegó la noticia tan temida: la suspensión de los Juegos Olímpicos de Tokio. “Y bajamos los brazos porque la temporada estaba echada a perder”, confiesa. Cree que el deporte ha entrado en lo que él define como “la tercera etapa”, la de las PCR en todas las competiciones. “Es la nueva normalidad”, sostiene. También en el deporte... Pero ve el futuro con moderado optimismo:“Los entrenamientos están ya casi al 100% y creo que a partir de ahora será más fácil para retomar las competiciones, sobre todo a nivel internacional”.

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Francisco Espada, superviviente de CovidSufrió la pandemia como paciente. Pero aún así es consciente de que no se llevó la peor parte. Porque sobrevivió y porque, de momento, no tiene más secuelas que una pastilla para dormir y revisiones periódicas. Estuvo casi tres meses en el hospital, de los que 39 días los pasó en la UCI. De hecho, cumplió sus 63 años en Cuidados Intensivos. Varias veces lo dieron por desahuciado. “Estuve sedado, me hicieron una traqueotomía y permanecí ajeno al mundo durante muchos días”, resume. Él, que no sólo sufrió el virus en sus carnes, sino que conoció los estragos de la pandemia en un centro sanitario, insta a cumplir las normas de protección:“Yo al final pude salir adelante. Pero no nos tenemos que tomar esto a broma. Hay negacionistas... Yo los invitaría a ir a un hospital y que vieran a las personas que están allí”. Porque, recuerda, sigue habiendo hospitalizados y fallecidos por el virus. Ante la finalización del estado de alarma apela a la responsabilidad. Confiesa que afronta el futuro con optimismo –“porque me encuentro bien”– aunque con ciertos temores –“porque en las noticias escuchas cosas que te asustan”–. De hecho, otra de sus secuelas es la angustia que le generan muchas informaciones sobre la pandemia. Por eso, reconoce: “Intento ver poco la tele”.

Marta Pérez. Marta Pérez.

Marta Pérez. / M. H.

Marta Pérez, supervisora del área Covid del Regional“Han sido unos meses durísimos. El año más duro de nuestra trayectoria profesional. Pero estamos muy satisfechos del trabajo realizado; hemos trabajado en equipo todas las categorías”, sintetiza. Ejerce como enfermera en el epicentro de la pandemia, allí donde acaban los que por su gravedad requieren hospitalización. Ha visto lo que los irresponsables no quieren ver y lo que los negacionistas rechazan. “Hemos visto muchísimos pacientes. Y personas que han fallecido, como nunca. Pero también hemos visto a los que se recuperaban y se iban de alta con una sonrisa; con eso nos quedamos”, argumenta. Pone en la balanza que esta crisis sanitaria “ha sacado lo mejor de la enfermería y se la ha hecho visible a la sociedad”. Tiene 39 años. Como muchos sanitarios, se puso por primera vez un EPI por el Covid. Recuerda que con la crisis del ébola estuvieron alertas, pero que finalmente no llegó ningún caso. En esta ocasión, la situación ha sido completamente diferente. Hasta este viernes, la pandemia ha dejado en la provincia de Málaga 1.629 muertos, 7.825 hospitalizados y casi 96.000 contagiados. “Nunca habíamos tenido que usar una protección tan elevada. Nos hemos puesto el EPI y seguimos poniéndolo. Es más, no sabemos hasta cuándo tendremos que seguir usándolo. Ha sido un año largo de incertidumbre y miedos, porque nos enfrentábamos a un virus respiratorio nuevo”. Habla y su voz es la de cientos de profesionales que han combatido al Covid en primera línea. Recuerda que muchos de sus compañeros hasta “abandonaron sus domicilios” y se fueron a vivir solos durante la primera ola para proteger a sus familiares de posibles contactos. Confiesa que ha llorado. “De pena y de emoción”, aclara. Lo primero, por las pérdidas. Lo segundo, al ver despedidas para siempre a través de una tablet o de asistir a videollamadas para informar a una familia que su ser querido volvía a casa. Y también, ha soltado alguna lágrima por la “fantástica recompensa de los aplausos”.

Han sido 14 meses duros. Cada uno ha luchado y sufrido a su manera. Son 14 meses para olvidar, sí. Pero también para tener muy presentes a la hora de actuar ahora que acaba el estado de alarma.

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