José Damián Ruiz Sinoga | Catedrático de Geografía Física de la UMA

“Ni una sola noche ha bajado la temperatura de los 20 grados”

José Damián Ruiz Sinoga en el centro de Málaga.

José Damián Ruiz Sinoga en el centro de Málaga. / Javier Albiñana (Málaga)

El lunes el equipo de científicos de la ONU publicó el informe más exhaustivo en lo relacionado con el medio ambiente y el cambio climático, el IPCC. Es el sexto que se publica y actualiza el de 2013. El resultado no es nuevo: hay que reducir drásticamente las emisiones de CO2 del planeta y actuar con rapidez. Más cerca, el Mediterráneo sigue siendo un “punto caliente”, los incendios en Grecia, Turquía y otros países del entorno no hacen más que confirmarlo.

En Málaga, José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la UMA, es uno de los mayores expertos en medio ambiente del país. Sus informes son algunos de los que han estudiado los científicos de la ONU para elaborar su estudio, entre otros muchos. Tiene las ideas muy claras y avisa de que hay seis puntos clave para atajar el problema.

- La cuenca del Mediterráneo es una de las que salen peor paradas del informe.

Eso no es nuevo, el informe del IPCC no surge como un hongo de la nada. Es el resultado de una serie de investigaciones de científicos que estamos trabajando en temas vinculados con las variables climáticas y su incidencia territorial. Lo de la cuenca del Mediterráneo es algo que ya lo sabemos, lo hemos dicho muchas veces. En el informe de 2013, ya aparecía el Mediterráneo como un hot pot, como una zona caliente. Ahora se vuelve a mostrar no sólo como punto caliente, sino como una emergencia, en código rojo.

- Esto se ve en el día a día.

En lo que llevamos de verano no ha habido ni una sola noche que no haya sido al menos noche tropical en Málaga. Ni una sola noche la temperatura ha bajado de los 20 grados, está constatado. Esto significa que las temperaturas mínimas suben, por lo que suben las medias pese a que las máximas no suban. Por eso cuando se habla de una subida de 1,5 grados para el año 2030 parece que es muy poco, pero es muchísimo porque es el resultado de una subida de mínimas espectacular. Ahí es donde está la cuestión que la ciudadanía tiene que entender.

"Para reverrtir el cambio climático hay que pensar glocal: desde lo local aunque el problema sea global"

- En la cuenca mediterránea este aumento es mayor, entre 1,6 y 1,9 grados.

Efectivamente. Y el escenario en el entorno del Mediterráneo subiría hasta los 3,5 grados. Lo que sucede con esta subida media es que implica una subida máxima espectacular. Hay noches en que la temperatura mínima se sitúa por encima de los 30 grados. Eso quiere decir que si ese día la temperatura máxima se va a 40 grados, la media sería de 35, lo que es una barbaridad desde el punto de vista académico.

- ¿Qué implicaciones tiene esto?

La primera que estamos viviendo todos es la implicación que tiene sobre la salud. Hay que remarcar mucho la incidencia que tiene directa y inmediatamente en la salud: sobre los sistemas respiratorio y cardiovascular, la calidad del sueño, la calidad de vida... Hay muchísimos estudios que se están llevando a cabo en el Instituto Carlos III que demuestran que la incidencia es bestial. Hay que destacar que en el ecosistema del que estamos hablando los más débiles somos nosotros, que somos víctimas y agentes del cambio climático.

- ¿Y las que no repercuten directamente en nosotros cuáles serían?

En el entorno mediterráneo hay que entender que el Mediterráneo no deja de ser un lago grande, sólo se abre en el Estrecho de Gibraltar. El Mediterráneo actúa en gran manera como ese lago grande, de manera que esa subida de temperatura hace que la evaporación en la época estival sea mayor. Esto genera un potencial de vapor de agua espectacular en el final del verano.

- Lo que podría conllevar danas importantes en otoño, ¿no?

Efectivamente, en el caso de que hubiese una irrupción de aire frío procedente del norte, como en los últimos años ha venido pasando, se produce una inversión térmica que genera una subida rapídisima de todo ese vapor de agua que ha estado acumulándose en el Mediterráneo desde junio. Eso genera unas precipitaciones espectaculares con unas consecuencias desde el punto de vista geoambiental y territorial también espectaculares. No hay sistema hidrológicos que sea capaz de gestionar una lluvia de 100 litros en ocho o doce horas, ni los sistemas más acostumbrados a condiciones húmedas como los selváticos. Todo ese agua que cae no se infiltra y esto unido a que nuestra orografía es de montaña, hay poca vegetación y esa vegetación está seca porque lleva varios meses sin llover; es una situación perfecta para que se originen inundaciones, los embalses se rebasen... Lo que puede tener consecuencias en vidas humanas.

- ¿Cómo afectaría esto al suelo?

El suelo aunque lleve sin llover varias semanas tiene agua. Ese porcentaje de agua que se queda en la tierra, aunque sea mínimo, es el suficiente para que en verano suministre a la vegetación algo de agua que la mantenga viva. Cuando no es capaz de suministrarla el suelo entra en punto de marchitez permanente. En ese punto aunque volviese a llover al día siguiente la vegetación que está encima del suelo ha muerto. Esto implica que cuando llega la época de sequía los suelos se secan antes. Si hace 20 años lo alcanzaban a mitad de junio, ahora lo alcanzan a finales de mayo. Esto hace que la vegetación se convierta en combustible.

"No hay sistema hidrológicos que sea capaz de gestionar una lluvia de 100 litros en ocho o doce horas"

- Ahí entramos en el cuarto punto importante, el incremento del riesgo de incendios.

Si aumenta la capacidad combustible de la vegetación en el ámbito mediterráneo no hablamos ya de riesgo, hablamos de constatación de incendios. En el Mediterráneo oriental están ardiendo hoy miles de hectáreas. Estas cuatro incidencias son incidencias que se ven a diario y que afectan directamente a los humanos.

- ¿Cuál sería la quinta?

La subida del nivel del mar. En el ámbito mediterráneo sabemos que las mareas suben y bajan unos 50 ó 60 centímetros, por los varios metros del Atlántico. Con independencia de esto está constatado una subida del nivel del mar. Esto no se soluciona con diques, esto tiene otra derivada: el agua del nivel del mar que está subiendo es la consecuencia del deshielo de los polos. Este deshielo se está produciendo en agua potable que se está salinizando en contacto con el océano. Es decir, estamos perdiendo potencial de agua dulce considerablemente, por lo que cada vez va a haber disponibilidad de agua potable y habrá que buscar medidas de desalinización.

- En Málaga además tenemos un problema con las escorrentías.

Claro, si a lo que hablábamos antes de las danas le sumas que nuestro ámbito directo son las Subbéticas donde hay más suelo arcilloso que vegetación y fuertes pendientes nos da unas escorrentías espectaculares.

"Esto no se soluciona con diques, esto tiene otra derivada: el agua del nivel del mar que está subiendo es la consecuencia del deshielo de los polos"

- Hemos hablado de incendios en el Mediterráneo oriental, de inundaciones en Alemania, de la ola de calor en Canadá, ¿cuál es el principal riesgo climático que puede afectar a Málaga?

Los derivados de los cinco factores que hemos citado afectan a Málaga especialmente. Toda esta ola de calor se genera como consecuencia de los gases de efecto invernadero que hemos emitido una serie de años atrás. Esto quiere decir que si a partir de mañana decidiéramos parar ese código rojo y revertirlo tardaríamos años en volver a tener indicadores positivos. Esto se ha visto cuando paramos varios meses durante la pandemia, cuando las condiciones climáticas apenas se vieron afectadas. Por lo que esta serie de factores hay que trabajarlos al unísono, cortando de raíz esa emisión de gases de efecto invernadero. Como no se puede hacer van estableciendo moratorias.

- ¿Qué se puede hacer desde Málaga para ayudar a revertirlo?

Aunque hablamos de una cuestión global hay que pensar en el término global: actuar localmente ante un problema global. De ahí que todos los estudios que se recogen en el IPCC sean locales. Se puede hacer mucho desde Málaga. Desde la escala de las administraciones tienen que empezar por creerse la lucha contra el cambio climático, que no va por nombrar un comisionado y aquí muy buenas. Todas las políticas que se lleven a cabo tienen que estar pasadas por el tamiz de la sostenibilidad como elemento clave. Por supuesto, también tiene responsabilidad el Gobierno central, me parece increíble que haya una ley de cambio climático y estemos debatiendo si se amplía el aeropuerto de Madrid o el de Barcelona. Es una tomadura de pelo. En la misma escala está el Ayuntamiento. No puede ser que se nos llene la boca hablando de sostenibilidad y sólo se nos ocurren planes insostenibles como la torre del puerto. No veo tampoco qué tiene de sostenible una estrategia de futuro basada en los coches.

- ¿En qué habría que basar la estrategia de futuro?

En bajar las emisiones de gases de efecto invernadero. No entiendo cómo no hay un plan de reforestaciones, que llevo pidiéndolo treinta años y aquí no se ha plantado ni una gitanilla porque los bosques no se inauguran. Como no se inauguran no les son rentables a los políticos, porque el político que hoy decide gastar en reforestación o revegetación sabe que será su sucesor de dentro de 25 años el que se aproveche de ella. Es una inversión que no se hace y es la mejor que se puede hacer, el mejor filtro para estos gases es la vegetación a través de la fotosíntesis. No hace falta que los ingenieros inventen un filtro artificial porque ya lo tenemos.

- ¿Y a nivel individual?

Tiene que haber una estrategia que favorezca la actitud de la ciudadanía en acciones sostenibles. Hace veinte años parecía irrisorio tener en la calle cinco contenedores, hoy los hay y eso es importante. Otras medidas podrían tener que ver con medir el regadío para usar el agua que necesita cada planta únicamente, que en Málaga no vamos especialmente sobrados. Hay que avanzar en esa dirección.

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