La ruta (en Feria) del 'botellón'
El alcalde insiste en que la solución al problema no se basa en la actuación policial y aboga por una mayor educación



A las 18:00 de ayer sábado la Feria del centro llegaba, en teoría, a su fin. Así lo hicieron saber los trabajadores de Limasa que, puntualmente, salieron a hacer su última ronda en la que sus escobas se encontrarían con una ingente cantidad de plástico -hasta dentro de un año, eso sí-. Los hosteleros empezaban a recoger el mobiliario que tenían dispuesto en el pavimento y la música flamenca cesó en los altavoces. Los vecinos al fin podían descansar. ¿O no? Una ruta por determinadas calles del centro -y no tenían que estar necesariamente escondidas, más bien al contrario- evidenciaba que la fiesta continuaría hasta que el cuerpo aguantase. Los bares ya no vendían bebida para tomar en la calle, entonces, el botellón se hacía más que evidente. Éste ha estado prohibido durante toda la Feria, sin embargo, su presencia ha sido constante y, en ocasiones, muy molesta -sobre todo, cuando a las 21:00 aún seguían oyéndose cánticos que se repetían sin cesar-.
Desde la calle Calderería hasta la calle Alcazabilla, pasando por la plaza Uncibay, la calle Granada, la plaza de Jerónimo Cuervo -más conocida como plaza del Teatro-, la calle Madre de Dios y la calle Císter, la imagen del botellón se extendía sin disimulo, apurando sus últimas horas de vida. La Plaza de la Merced se libró gracias a las vallas que se dispusieron desde el primer día de Feria. La multitud de jóvenes congregada en alguna de estas calles imposibilitaba pasar con comodidad, sobre todo, cuando había que sortear gran cantidad de botellas, vasos e hielos. Los barrenderos, incluso, preguntaban a los feriantes qué envases podían recoger. Las quejas de los vecinos ante esta estampa se hicieron patentes desde el primer sábado de la fiesta, cuando denunciaron el botellón. Además, en más de una ocasión han manifestado la "incapacidad" de la Policía para poder disolverlo.
Pese a esta imagen de diversión a base de borrachera que han reflejado las calles del centro de la ciudad a lo largo de los ocho días que ha durado la Feria, ayer durante la presentación del balance de la misma, el alcalde, Francisco de la Torre, trató de pasar de puntillas por este problema. Aunque en un momento de su discurso, reconoció que la Feria había tenido "alguna sombra", lejos de hacer un ejercicio de autocrítica, aseguró que las fiestas habían transcurrido con "normalidad", obviando la denuncia que los vecinos y comerciantes de calle Císter habían presentado por la realización de "un gran botellón", a la vez que criticaban la "inactividad y pasividad" del Ayuntamiento. No obstante, De la Torre trasladó un mensaje de "solidaridad" a los vecinos por las protestas. "Tomaremos nota, abiertos a las sugerencias de todos y trataremos de que la Feria del año que viene sea mejor que esta", indicó. Pero al mismo tiempo les pidió "comprensión", ya que a su juicio, "no es fácil" solventar el problema. "Si lo resuelves en un sitio, se traslada a otro", comentó, a lo que añadió: "Es un tema complejo, y quiero dejar claro que su solución tiene que surgir de todos, no sólo del ámbito municipal o policial", sostuvo.
En cualquier caso, el regidor aportó pocas soluciones concretas al respecto, y se limitó a insistir en varias ocasiones en que el remedio no está en una intervención policial "pura y dura", sino que exige llevar a cabo una actuación "preventiva y educativa" en la que deben colaborar los padres, las familias y los colegios. "Para divertirse no hay que perder el control ni abusar de la bebida", opinó. A este respecto, señaló que el "único dato negativo" de las fiestas es que cada vez se nota más la presencia de jóvenes de menor edad que consumen alcohol en la vía pública.
Asimismo, el alcalde defendió la labor desempeñada por la Policía Local en estos días, que según indicó el propio sindicato UPLB, se había visto "desbordada" por los botellones espontáneos que surgían en el centro. "Es evidente que cuando hay una situación masiva, el remedio puede ser peor que el problema que se trata de resolver", subrayó. Aún así, el edil dijo que "es posible que haya que actuar antes", pero abogó por dejar siempre en manos de la "profesionalidad" de los mandos policiales cómo y cuándo se debe hacer. "Cuando no se interviene es porque la actuación sería peor", aseguró De la Torre. Así, garantizó que lo que la Policía quiere es "servir al ciudadano y evitar situaciones conflictivas", y volvió a reiterar: "La cuestión no es tanto despejar la zona, sino ir a la raíz del asunto porque así se resuelven todos los problemas". En cuanto a la posibilidad de instalar un botellódromo en algún punto del centro de la ciudad, como ya se ha hecho en el Real Cortijo de Torres, para tratar de evitar así que en futuras ferias los jóvenes tomen las calles a su voluntad, el primer edil lo descartó y señaló que "es difícil encontrar un lugar para ello que no cree molestias a los ciudadanos". También recordó que la Ordenanza de Convivencia establece que no se debe beber alcohol en la calle. "Siempre apostaré por que se pueda hacer una diversión sin consumo de alcohol", repitió. Precisamente, y pese a todo, la aplicación de dicha ordenanza ha dejado estos días unas 199 sanciones. De las que tan sólo 50 son denuncias por consumir alcohol en la vía pública, y otras 64 por hacer sus necesidades fisiológicas en la calle. Una muestra de que pese a las restricciones, más de uno puede pensar que todo vale.
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