Málaga

Superviviente del coronavirus en Málaga: “Casi me quitan el respirador, pero me lo dejaron y luché”

  • Un taxista de Torremolinos que pasó 45 días en la UCI y que estuvo cerca de ser deshauciado, vence al Covid 

  • Compañeros y familiares lo sorprenden con un recibimiento a su alta este viernes en el Hospital Clínico

Familiares y compañeros del taxi dan un recibimiento sorpresa a Julio tras el alta del Clínico.

Familiares y compañeros del taxi dan un recibimiento sorpresa a Julio tras el alta del Clínico. / Marilú Báez

Hubo muchas lágrimas este viernes en la puerta del Clínico. De las buenas, de esas que son de alegría. Lloró Julio, el taxista que estuvo 45 días en la UCI, al que casi dieron por desahuciado y que a media mañana recibió el alta. Lloraron sus familiares, de felicidad, al verlo salir del hospital tras dos meses ingresado. Lloraron sus compañeros del taxi, por lo mismo. Y lloraron de emoción algunos trabajadores del centro sanitario, porque confirmaron que su esfuerzo valió la pena.

“Yo no lo he pasado mal en el hospital porque la mayor parte del tiempo he estado inconsciente. Quienes lo pasaron mal fueron mis familiares”, asegura. Julio Pintos tuvo dos traqueotomías y una infección en la sangre. Hubo muchos días en que los facultativos creían que no salía. “A mi señora le dijeron que si no mejoraba, iban a desconectarme. Pero me dejaron y luché”, relata. Por eso, pese a que aún está débil, entona con fuerza un “viva la sanidad pública”. Y agrega: “Hay profesionales maravillosos que se están jugando la vida todos los días”.

Julio, con hijas y sobrinas. Detrás, sanitarios que lo cuidaron en el hospital. Julio, con hijas y sobrinas. Detrás, sanitarios que lo cuidaron en el hospital.

Julio, con hijas y sobrinas. Detrás, sanitarios que lo cuidaron en el hospital. / Marilú Báez

Últimamente ya estaba en planta. Así que este viernes, antes de irse de alta, fue a la UCI. Quiso agradecer antes de marcharse a todo el personal que luchó por él, con él. Esos profesionales que mientras estaba sedado, inconsciente, enganchado al respirador, le daban los cuidados necesarios para que siguiera peleando por la vida.

“Estoy muy bien, sano, feliz, pero muy débil”, reconoce. Por eso dejó el hospital en silla de ruedas. Fue entonces cuando recibió la sorpresa. Allí estaban familiares y compañeros del taxi. “Siempre creímos en tu fortaleza”, rezaba una pancarta que le prepararon para recibirlo. A una sanitaria, la que lo cuidó muchos días en la UCI, se le veían los ojos –medio tapados por la mascarilla– enrojecidos de la emoción.

Julio no pudo celebrar muchos cumpleaños en este tiempo en que estuvo en el hospital. El suyo, el de dos de hijos, su aniversario de boda... Pero celebra volver a la rutina, a su casa. Aún no hace planes, ni puede volver al trabajo porque primero tiene que recuperarse.

Se contagió trabajando. Estaba en la parada de Noche y Día, en Torremolinos, cuando llegó un servicio para un hotel. Era un matrimonio extranjero. Eran mayores. “Él iba sudoroso, tenía una tos seca y mala respiración”, recuerda Julio.

Le dijeron que los llevara al centro sanitario más cercano. Los trasladó al punto de Urgencias nocturno de Torremolinos. Cuenta el taxista que en un momento se dio la vuelta para hablar con el hombre que estaba en el asiento de atrás. Tosió. “Sentí un sopapo de aire”, relata. Dejó a la pareja en el centro sanitario y volvió a la parada. Entonces dijo en voz alta a sus compañeros casi sin dudas:“Me han pegado el virus”.A los “cuatro o cinco días” estaba en la UCI del Clínico. “Fue rapidísimo”, resume este uruguayo, de 59 años, descendiente de vascos y genoveses, que lleva casi dos décadas viviendo en España. Pero no se arrepiente de haberles ayudado. “Era mi obligación llevarlos. Era mi trabajo”, insiste.

Julio no se arrepiente de haber llevado en su taxi al hombre que posiblemente lo contagió

Cuando al final después de la lucha a brazo partido que dieron él y los profesionales de la UCI del Clínico, empezó a evolucionar, fueron sacándole el respirador de a ratos. Sus pulmones tenían que volver a trabajar poquito a poco. En todo ese tiempo, los Pinto no sólo se perdieron los cumpleaños. Durante casi mes y medio, tampoco pudieron verse. Julio estaba aislado, como todos los pacientes del Covid. Su historia se repetía en decenas de enfermos, en decenas de familias...

José Salado, su sobrino y promotor del recibimiento sorpresa ante las puertas del Clínico, explica que Julio perdió 30 kilos mientras estuvo hospitalizado. “No había muchas esperanzas porque sus pulmones estaban muy mal. Pero pasito a pasito se fue recuperando y ya podemos celebrarlo”, se alegraba.

Pancarta de agradecimiento al personal del hospital y una sanitaria emocionada. Pancarta de agradecimiento al personal del hospital y una sanitaria emocionada.

Pancarta de agradecimiento al personal del hospital y una sanitaria emocionada. / Marilú Báez

Porque ahora, la familia tendrá que festejar todos los cumpleaños y aniversarios aplazados, el alta de Julio y la vuelta a la rutina. Esa realidad cotidiana que aunque no cotice en bolsa es ahora más valorada que nunca.

Durante las últimas semanas, muchos pacientes han sido aplaudidos por los profesionales cuando dejaban la UCI. Porque eran una victoria sobre el virus, un acicate para seguir peleando por los enfermos, una prueba de que sus esfuerzos no eran en balde. Casi 1.500 pacientes han pasado por un hospital desde que estalló la pandemia en Málaga. Más de 160 de ellos necesitado Cuidados Intensivos. Todos tienen nombre y apellido; familias que se han perdido cumpleaños; esposas, esposos e hijos que han llorado... Casi 300 han fallecido... Cada uno –pacientes, familiares y trabajadores– ha luchado a su manera. Por todos ellos, Julio no se cansa de dar las gracias a los profesionales que han salvado tantas vidas.

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