Rafael Godoy Rubio. Director del departamento de ingeniería de las Comunicaciones

"El 40% del tráfico de internet pasa por receptores con tecnología de la UMA"

  • El director del Departamento de Ingeniería de las Comunicaciones lamenta que la universidad distribuya recursos sin una estrategia científica más allá del voluntarismo de los profesores.

El 40% de las comunicaciones mundiales de internet pasa por receptores con tecnología creada en Málaga. Uno de los modelos más populares para medir el impacto de la atmósfera en el comportamiento de las comunicaciones ópticas se llama Málaga. Redes de telecomunicaciones implantadas en múltiples puntos del planeta tienen sistemas de optimización desarrollados en Málaga. La tecnología y el conocimiento también crean marca. En este caso, se ha generado en el Departamento de Ingeniería de las Comunicaciones, uno de los más grandes de la Universidad de Málaga (UMA), en el que trabajan 50 profesores fijos, 26 becarios y 83 investigadores contratados para los 30 proyectos que se desarrollan en la actualidad. Su director, Rafael Godoy Rubio (Mallorca, 1978) reivindica que se mida la totalidad de la actividad investigadora de los profesores para valorar la carga de trabajo que soportan y critica que no exista estrategia científica, de modo que investiga quien quiere, porque le gusta o porque le interesa, pero siempre como un coste personal añadido.

-¿Qué ventajas tiene ser uno de los departamentos más grandes de la UMA?

-El músculo investigador, porque el docente lo cubre la universidad. Somos un departamento con muchísima actividad investigadora.

-¿Cuántos proyectos tienen en la actualidad?

-Tenemos 30 en marcha. Están los financiados por organismos europeos, el Gobierno central o la Junta de Andalucía y también 10 firmados con empresas durante este último curso, porque este departamento no se caracteriza solo por la producción científica, sino también por la transferencia. Siempre ha tenido unos vínculos muy fuertes con el entorno industrial. De hecho el parque tecnológico y la escuela crecieron de la mano, apoyándose mutuamente, y esas relaciones con las empresas siguen.

-Tienen 83 investigadores contratados para realizar los 30 proyectos. No hay muchas empresas en esta provincia con esa plantilla.

-Es un número propio de los últimos años, producto del gran contrato con Ericsson, a través del que están contratados unos 50 investigadores.

-¿La crisis no les ha afectado?

-Menos porque la inversión se ha focalizado en los grupos consolidados, con un histórico de intensa y productiva actividad investigadora y en ese sentido nos hemos beneficiado. Los tres grupos del departamento [Ingeniería de Comunicaciones, que es el más grande y ha recibido el IV Premio Andalucía de Investigación, Tratamiento Digital de la Imagen Radiológica, y Aplicación de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones] habitualmente han conseguido financiación importante, por eso nos ha afectado menos esa filosofía de concentrar los recursos en los mejores.

-También ha coincidido con un periodo emergente en el sector de las telecomunicaciones.

-Sí. Es un sector un poco cíclico, con momentos mejores y peores pero siempre tiene un crecimiento sostenible. Es uno de los sectores donde se invierte.

-¿Qué hacen que no se sabe en la calle?

-Como director de departamento lo que puedo decir es que aquí hay un grupo de profesores universitarios que investiga y eso no lo sabe todo el mundo. Echo de menos ese reconocimiento, ese titular de prensa que en vez de decir investigadores de la Universidad de Málaga descubren, crean o patentan, diga profesores descubren, crean o patentan... No llega a la sociedad que somos los mismos los que ponemos los exámenes, damos las clases, hacemos la gestión de los proyectos y sacamos tiempo para investigar. La gente cree que el investigador es el que está en un laboratorio, con su bata dedicado a esta actividad y tiene que saber que detrás de esa imagen hay un profesor que tiene que hacer el esfuerzo de sacar tiempo para investigar.

-¿Realmente cree que la docencia tiene poco reconocimiento?

-No. Creo que el profesor está reconocido aunque no se sepa realmente cuál es su labor. Por ejemplo, me preguntan mucho por qué trabajo por las tardes o cuando llega el mes de julio si ya estoy de vacaciones. No se sabe que el profesor universitario da clases de grado y posgrado, que hay horarios de mañana y de tarde, que a veces vamos a dar clases a otros centros... Si todo esto no se conoce, mucho menos se sabe que además investiga.

-O sea, que se valora porque se cree que disfruta de buenas condiciones laborales, de muchas vacaciones...

-Efectivamente. Creo que se reconoce la labor, pero se tiene la consideración que es un trabajo cómodo.

-¿No es cómodo?

-En absoluto. Hasta el momento, porque me consta que el nuevo rector está en vías de solucionar estas cuestiones, cuando la universidad hace números para conocer la carga de trabajo de un departamento y decidir si le facilita más personal o no, solo tiene en cuenta parte del trabajo de investigación, no todo. Departamentos como este, con actividad intensa de investigación, se ven francamente perjudicados. Significa que no nos dotan de más personal y que hagamos la investigación que hagamos somos responsables de dar nuestras clases. El resultado es que hay muchos profesores con jornadas laborales maratonianas. Se dice que el profesor investiga porque le interesa, porque es la forma en que se mide en este país la promoción profesional, pero la universidad tiene que poner estrategias sobre la mesa, no debe confiar su progreso al deseo de un investigador de promocionarse o a que sea tan vocacional que pase lo que pase seguirá investigando. Para ver la carga de un departamento parece razonable que se tenga en cuenta todo lo que hace: gestión, investigación y docencia.

-¿Esto significa que quien no reconoce la investigación es el propio sistema universitario?

-Sí, el sistema educativo español la reconoce menos de lo que debería, o menos de lo que debería ser para considerarse una estrategia basada en potenciar la investigación, que es lo que hace cualquier universidad que luego aparece en los mejores rankings.

-¿El sistema de sexenios no le parece razonable?

-Es muy limitado. El sexenio son seis años y tiene el mismo reconocimiento un profesor con 40 artículos que otro con cuatro.

-Sin embargo, todo el foco del discurso público está sobre la investigación como estrategia de país y de futuro.

-Sí, ese es el típico discurso de oposición. Sea quien sea quien esté en la oposición, cuando llega al gobierno no hace nada por favorecer ese cambio. Es algo que se da en todo el sistema, ya sea en el Gobierno central, autonómico o universitario. Hay que decir que en ese escenario, tan claramente negativo para la investigación, somos el noveno país del mundo en producción científica.

-Visto así es una gesta.

-Absoluta. La posición del sistema científico está muy por delante de la posición de la economía española, pese a que no se hace una gestión de los presupuestos estatales que favorezcan la investigación.

-¿Las universidades tienen margen de maniobra?

-Tienen responsabilidad de aprovechar al máximo el margen que tenga, sea cual sea. Por ejemplo, si para dotar de personal dejan fuera una parte muy importante de los méritos de investigación, no hace todo lo que se puede.

-¿Cuánto podrían mejorar los resultados científicos?

-Eso no sé medirlo, pero está el problema de la fuga de talentos. Lamentablemente en España cuando una persona se forma en un departamento en un determinado tema y se convierte en un experto mundial tiene serias dificultades para ir a otra institución. Su salida natural es Estados Unidos, Europa o, incluso, Asia, porque no tenemos posibilidad de que engrosen nuestra plantilla de profesores investigadores.

-¿Realmente no pueden esperar nada aquí?

-Puede esperar una de las mejores formaciones que se pueden obtener. Presumimos de formar doctores e investigadores de altísimo nivel.

-¿Pero no le pueden dar una perspectiva vital, un porvenir?

-Aquí no. Podemos ofrecer formación y contactos para que se forjen una carrera en lugares de mucho prestigio. Eso para ellos es bueno, pero para un país es dramático.

-¿Y para los profesores?

-Muy frustrante. Formas personal valiosísimo, reconocidísimo y cuando se acaban los contratos vienen a ti con tres o cuatro ofertas de centros extranjeros y tú no puedes poner tu oferta sobre la mesa para que siga trabajando contigo. Es frustrante y para el país desolador.

-¿Qué trabajo científico hacen aquí que debería conocer la sociedad malagueña?

-Somos una potencia en optimización de redes de comunicaciones móviles y en óptica atmosférica uno de los modelos más conocidos se llama Málaga no por casualidad. Sirve para determinar cómo afecta la atmósfera al comportamiento de las señales ópticas. Por ejemplo, ahora se está valorando sustituir los enlaces entre antenas para móviles por enlaces ópticos de altísima capacidad. El modelo Málaga predice cómo le afecta a la señal el camino que recorre por el aire. También se están estudiando antenas para acceso a internet vía satélite en países en desarrollo y a bajo coste. Es un proyecto ambicioso y una compañera ha conseguido una beca Marie Curie, una de las más prestigiosas, para investigar en nuestro departamento y en Canadá.

-¿Y en optimización de redes?

-Tenemos investigadores que van a Japón y a Estados Unidos a hacer comprobaciones de su trabajo porque muchas redes alrededor del mundo trabajan con sistemas de optimización desarrollados en Málaga. Los receptores ópticos por los que pasa el 40% del tráfico mundial de internet llevan tecnología malagueña.

-El profesor Íñigo Molina hablaba en 2009 de la fibra óptica. Parecía ciencia ficción.

-Se le ofreció participar en un proyecto europeo muy ambicioso porque además de académico tenía una gran componente industrial. Significaba que no bastaba con resultados de artículos, había que hacer un prototipo que funcionara para crear receptores a 100 y 400 gigabytes por segundo. Esos receptores los comercializa ahora la empresa que participaba en el proyecto.

-Sorprende mucho un departamento tan grande y con tanta trayectoria con un director tan joven.

-Que sorprenda es bueno porque un departamento debe manejarse en un ámbito muy privado de la gestión universitaria, fuera de la política universitaria, porque lo que realmente hacemos es actividad de contingencia. Dicho esto no es tanta novedad porque este departamento solo ha tenido en su historia un director que entrara con más de 40 años. Esta tarea no la asociamos a una etapa final de la carrera en la universidad ni necesariamente a una etapa inicial. Llega cuando llega y lo tomamos con bastante naturalidad.

-¿Cómo encajaron que la Universidad de Málaga vinculara parte de la financiación de los departamentos a un determinado porcentaje de aprobados?

-No me parece acertado y creo que es estéticamente dudoso. En nuestro departamento tenemos, además de la revisión de las tasas y las encuestas del alumnado, distintos controles como entrevistas con los representantes de asignaturas, continua comunicación con el profesorado... Intentamos mantener la calidad de la docencia por los motivos tradicionales. Revisamos las tasas, pero tratamos de que el profesor no las tenga como una referencia fundamental para decidir cambios en su docencia. Intentamos que sean sólo un dato más a analizar porque sabemos que el hecho de que sean bajas no implica una mala docencia necesariamente.

-¿Por qué tantos alumnos de ingenierías acaban yendo a una academia para prepararse las materias?

-Me sorprende. Yo nunca hice uso de academias y tampoco mi entorno más cercano. Creo que el estudiante no hace uso de las tutorías, que no conoce bien el concepto de tutoría. Sabe que existen, pero no conoce la amplitud que supone el concepto. No sé si se sienten más cómodos con alguien que no es su profesor, no sé si tienen cierto temor a transmitir falta de comprensión de los conceptos o a ponerse en evidencia delante de su profesor... Creo que las academias no serían necesarias si ellos usaran las tutorías.

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