málaga cf-leganés · la crónica

Esto asusta bastante (0-2)

  • El Málaga cumple el guión habitual: no define sus opciones y sucumbe tras el primer impacto rival.

  • Da miedo la tendencia: no hay juego, alternativas ni suerte.

  • Se cuestiona a Míchel, pero falta calidad en el plantel.

Peñaranda se tira a los pies de un rival para robar el balón

Peñaranda se tira a los pies de un rival para robar el balón / Jorge Zapata / EFE

El miedo a un descenso hace tiempo que no calaba en los huesos blanquiazules. Pero cuando se ha sentido una vez, ese olor no se puede olvidar nunca. Y el aroma actual es terriblemente familiar. Da igual que haya tiempo por delante para rectificar, cualquier actor del club que no vea ahora mismo que el Málaga es clarísimo candidato al drama, flaco favor haría. Edulcorar la realidad sería un error. Poner asteriscos con la fortuna o las decisiones arbitrales sería un error. El Málaga va cuesta abajo hacia un descenso. Solo desde la preocupación máxima y un mensaje realista se podrá salir del pozo, o al menos intentar escalar.

Se abren dos caminos: el de las culpas y el de las soluciones, y solo uno es constructivo. Entre las primeras, por ahora, el club no incluye a Míchel. Buena parte de la afición sí, seguramente por la desesperación de ver que el equipo no suma ni juega. El crédito no será eterno si los resultados no varían, pero cabe ir más lejos y preguntarse qué se encontraría un nuevo entrenador. Con o sin Míchel, esta plantilla ha perdido mucha calidad y mucha personalidad. Este Málaga es peor, cada partido se encarga de recordarlo. Si se fichó mal, si el entrenador no maneja bien las piezas o si el proyecto de Al-Thani es de un continuo funambulismo, habrá que llevarlo a capítulo en junio.

Soluciones hay, aunque parezca imposible volver a ver el sol por La Rosaleda. Por ahí se incluye también el relevo en el banquillo, por más que Husillos le diera un antibalas a Míchel el miércoles aunque pasara lo que ayer pasó. Sucederá si el enfermo no vuelve a planta. Otra vía radica en el mercado de invierno, una estación ya innegociable. Tras la marcha de Camacho y Fornals, el equipo sigue precisando otro Camacho y otro Fornals. Los que hay son Kuzmanovic, lesionado en el calentamiento, y Cecchini, que entró de rebote en la convocatoria tras su lesión. Al menos, con Rolan, Peñaranda y Bastón (aunque ayer no estuviera), Sandro se echa menos de menos.

Lo que pinta complicado de desenquistar son las soluciones tácticas, los recursos dentro de lo que hay. Ayer debutó Cecchini y ya ningún jugador de campo queda por hacerlo, si bien no hay nota para el argentino; suficiente marrón tuvo que comerse con entrar perdiendo y con diez jugadores porque Recio perdió la cordura. He ahí la perfecta definición de la deriva blanquiazul: ni Míchel acierta desde el banquillo ni el capitán lleva el timón con temple. Amonestado y previamente avisado por el colegiado, llevó una discusión hasta el extremo de la segunda amarilla. Se fue llorando porque le duele lo que ocurre, pero portar el brazalete significa temblar pulsaciones y poner el escudo por delante del corazón, no a la inversa.

El Leganés tiene las costuras que le faltan al Málaga, así que se pasó los 90 minutos tirando de entereza pese a los impactos. Justo lo que está a años de luz de los blanquiazules. ¿Que Rolan da el susto con una clara ocasión a la madera? Se mantiene la táctica de hacer daño con Amrabat. El Málaga, en cambio, volvió a quedar desconectado con el tanto de Gabriel Pires. Si Siovas le llegó a dar o no -y por tanto el gol fue ilegal-, poco importa ya. El equipo no puede claudicar en la primera herida, más aún viendo que ni con un sobresaliente Roberto (otra vez) es capaz de vivir un partido ileso. El barco hace aguas. Pero queda prohibido abandonarlo.

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