Cartagena - Málaga CF: El enemigo en casa (2-1)
Mel intenta un giro radical pero el equipo volvió a pegarse un tiro en el pie
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Una revolución en el once
El enemigo está en casa y no precisamente en la mente de los futbolistas. Está en las botas. Otro partido reventado por un error que deja la palabra grosero en un halago, a los 20 minutos. El Málaga, a duras penas, aguantó como pudo ante el Cartagena con uno menos. Sin embargo, cansancio o inferioridad no deben ser parapetos de la falta de nervio de la gran mayoría de jugadores y, en otro número importante de casos, de talento. La toma de decisiones roza el disparate en no pocas jugadas.
No le quedaba otra a Pepe Mel que formar una revolución y agitar el vestuario en busca del detonante que sacara al Málaga de su depresión galopante. Pocos supervivientes del último once. Rubén Yáñez se estrenó en la portería, Ramalho y Javi Jiménez se quedaron los laterales y el dúo Burgos-Juande cerró el centro. Por delante, N’Diaye, Luis Muñoz y Febas, con Chavarría regresando como extremo derecho y Lumor debutando en el flanco opuesto. Rubén Castro, en punta, claro.
El Málaga intentaba ajustarse a su traje nuevo ante un Cartagena de ideas claras y futbolistas experimentados. Los de Carrión quisieron llevar la iniciativa desde el principio, sin muchos alardes salvo que el conjunto malacitano mostrase una rendija. Pero los blanquiazules habían ido a hacer un partido de Segunda por derecho, sin adornos. Luis Muñoz estuvo en las dos mejores, una siendo el pilar donde se apoyó Chavarría para colarse en el área infectando la espalda de Datkovic. Faltó el último toque, como a Rubén Castro, que tras un enorme centro de Luis Muñoz cabeceó ante las torres del Cartagena. Aarón se encontró el balón en el cuerpo.
El Cartagena no renunciaba a conducir al Málaga a donde más le convenía, como esperando el fallo que siempre comete de manera sistemática algún jugador blanquiazul. Se coronó Javi Jiménez con un pase sin mirar hacia atrás que De Blasis aprovechó para plantarse delante de Yáñez. Burgos se lo llevó por delante y vio la roja.
Los fantasmas de siempre rondaban Cartagonova. Mel quitó a Chavarría, puso a Juanfran de lateral y situó a Ramalho con Juande. A partir de ahí al Málaga no le quedó otra que defenderse de las cada vez más frecuentes llegadas de su contrincante. Juande, Yáñez, el que podía apagaba un fuego. Tampoco los de Carrión afinaron demasiado. Calero y Franchu probaron disparos y Datkovic casi congela al Málaga peinando un centro que se marchó por poco.
No renunciaba el Málaga a intentar de vez en cuando acercarse al área de Aarón Escandell. Rubén Castro ejecutó un control prodigioso en un balón largo que Lumor, tropezando casi, convirtió en invitación a Luis Muñoz para disparar desde fuera y avisar al rival que no vendían barata la piel.
Lo primero que corrigió Mel en el descanso fue la presencia de Lumor. Se recuerdan pocos debuts más desafortunados. Entró Cristian, que sigue con flor. Aunque de entrada el Málaga no vio venir el vendaval del Cartagena. Ortuño entró por Alcalá en el descanso. Tenía chispa y no tardó en lograr el 1-0 tras una asistencia brillante de De Blasis en la que Juanfran perdió a su par y Yáñez ayudó a meterla. El portero tuvo una cierta redención pocos minutos después con una parada al centrocampista que mantenía con cierta vida a los suyos.
No había grandes esperanzas en la reacción dados los antecedentes, pero Cristian recuperó un balón en el borde del área del Cartagena que llegó a Luis Muñoz. El capitán centró y el rechace cayó al propio marbellí, que se acomodó el disparo y, con cierta fortuna, logró el 1-1. Mel no tardó en retirar al desfondado Luis y a Rubén, al que necesita con piernas el domingo. Tiró de Ramón y Loren.
Al Cartagena se le estaba atragantando el Málaga, que resistía con estoicismo en inferioridad numérica. Pero volvieron a combinarse dos ingredientes mortales. Primero De Blasis inventó otra partitura para Jansson, que se desmarcó y disparó con facilidad antes de ejecutar un disparo impecable. Segundo, Javi Jiménez rompía el fuera de juego que López Toca había visto de entrada.
Hasta ahí un nuevo capítulo del derrumbe de un gigante con pies de barro que no está en la última posición por casualidad sino porque lo merece. Nueve puntos después de 14 partidos. Imposible no pensar en Primera RFEF.
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