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Málaga CF - Eibar: Zombies en Halloween (0-1)

Los jugadores del Eibar celebran su gol.

Los jugadores del Eibar celebran su gol. / Pepe Gómez

El Málaga se va a la tercera categoría del fútbol español por la vía rápida y parece que algunos todavía no se dan cuenta. Sólo hay que ver los puntos que acumula el conjunto blanquiazul y los que quedan por disputarse. ¿Dónde va a ir este equipo a por los 41 puntos que le faltan? Y hay que decirlo ahora, cuando todavía no ha terminado octubre y con una semana en la que hay dos citas por jugarse.

Derrotado ante un Eibar que casi ni necesitó intimidar, que se alimentó de un error grosero que esta tarde llevó la rúbrica de Escassi pero podía ser la de cualquiera. Porque no se arregla cortando una o dos cabezas. La falta de crítica y de profundidad en el análisis está derivando en un esperpento perenne. En vísperas de Halloween, la mayoría de jugadores son muertos vivientes disfrazados del Málaga.

Porque se puede empatizar y ser lo bastante magnánimo como para reconocer al Málaga sus sanas intenciones en las primeras partes, pero quién puede comprar a estas alturas algo a este equipo que no es capaz, ya no de remontar, de hacer dudar al adversario de su triunfo. No hay corazón ni capacidad de reacción y, sobre todo, no hay un vestuario comprometido los unos con los otros y al mismo tiempo todos con el club.

La rutina era la de cada domingo, un poco forzada por la cercanía con la hora de comer, pero eso no impidió a 17.000 personas acercarse a La Rosaleda. Con un ánimo algo mejor que antes del Lugo, esta vez hubo más cariño al equipo en el calentamiento, se cantaron los nombres al anunciarse la alineación. Hasta acompañó el Málaga en el arranque.

Mel cambió el once en todas las posiciones creativas. Liberó algo a N’Diaye con Ramón como acompañante y tiró de Hervías, Villalba y Gallar. Una apuesta que le permitía transitar por diversas variantes (4-4-2, 4-2-3-1, 4-4-1-1...) sin dejar de protegerse.

No estuvo mal dentro de las circunstancias el primer cuarto de hora, insistiendo en enviar balones al área por varias vías, pero tratando siempre de cumplir lo que quería Mel, ver a tres o cuatro hombres en el área rival en esas situaciones, coronadas con el intento poco ortodoxo de chilena de N’Diaye en el segundo palo.

En realidad, nada tan distinto a los capítulos anteriores del serial que es el Málaga. Mejor en sensaciones, con el partido donde quería y el rival a verlas venir (algo que tampoco le incomodaba en exceso). Y la jaimitada de turno, esta vez de Escassi, que perdió un balón por falta de recursos y temple que originó el 0-1. Quique remató a placer, claro.

La desventaja de todas –o casi– las semanas. El equipo amagó con descomponerse del todo, pero resistió a duras penas. Sin embargo, los errores no forzados eran ya más frecuentes, como las guerras particulares de futbolistas que parece ser que no se dan cuenta de que su categoría es Segunda y, por lo visto, zona baja. Sin embargo se empeñan en intentar hacer cosas para las que no están capacitados. Por eso en la mayoría de las situaciones no pasan del ‘uy’ y del ‘vaya’.

En el descanso los técnicos jugaron su partida de ajedrez. Garitano metió al queridísimo Blanco Leschuk, que se llevó hasta sus aplausos por parte de la grada. Mel sentó a Gallar tras una primera mitad lamentable y tiró del canterano Cristian, que no tendría que haber salido del once.

Los armeros, con su corta pero valiosa ventaja, dejaban al Málaga ahogarse una y otra vez en la misma orilla. Mel quitó a Hervías para ganar presencia en el área y ganar duelos con Fran Sol. Como eso tampoco sirvió para mejorar, pues introdujo a Febas y retiró a Villalba, pitado por parte del público. Y es natural.

En el 74’, el entrenador tiró sus últimas cartas. Se fueron Ramón y N’Diaye, aplaudidos ambos, para tirar de Fomba y Jozabed, que al poco de entrar casi empata con un disparo cruzado. Los vascos, por su parte, cambiaron dibujo y fijaron línea de cinco en defensa.

Es desesperante ver al Málaga, al que se le hace de noche pronto, sin necesidad de cambio de hora. En el 84’, además, el encuentro se detuvo mientras en la grada atendían a un espectador en Fondo Norte que se pudo retirar por su propio pie un par de minutos después.

De cualquier modo, ya nadie parecía esperar nada del Málaga, que no tiene ni versión desesperada de sí mismo. Luca Zidane no tendrá que limpiar los guantes tras su paso por La Rosaleda. El estadio estaba ya en la fase críticas cuando con el tiempo cumplido Febas cayó en el área y reclamó penalti.

Murió con Manolo Reina en el área rival también, un síntoma en realidad de cómo está este Málaga tras 13 jornadas. No hay mucho a lo que agarrarse en estos momentos y el estadio ya no sólo dispara a Manolo Gaspar, también a José María Muñoz de manera parcial.

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