CULTURA

Albertucho actúa en Sevilla: "Vuelve Albertucho, porque este disco no suena a Capitán Cobarde"

El artista Albertucho (Sevilla, 1983) en las escaleras del auditorio Cartuja Center.

El artista Albertucho (Sevilla, 1983) en las escaleras del auditorio Cartuja Center. / Juan Carlos Vázquez

El artista Alberto Romero (Sevilla, 1983) ha pasado su última década entre banjos, mandolinas y ukeleles bajo ese alter ego que el mismo construyó con el nombre de Capitán Cobarde. Antes de esta etapa publicó cinco discos como Albertucho (Que se callen los profetas, Lunas de mala lengua, Amasijo de porrazos, Palabras del Capitán Cobarde y Alegría!) en los que el rock andaluz y las letras descarnadas y callejeras brotaban en cada nota al más puro estilo Triana. En plena época de revivals, Alberto Romero se ha quitado el sombrero de capitán de navío y ha decidido cambiar el folk para recuperar su esencia más pura. Enfundado en chaqueta de cuero, gafas de sol y botas Doctor Martens, el músico está inmerso en la presentación de su nuevo trabajo que lleva por título El regreso del perro andaluz. Toda una declaración de intenciones. Este viernes y el sábado –esta última cita ya cuelga el cartel de completo– ofrecerá dos conciertos en el Cartuja Center. Promete que muchos compañeros de profesión se subirán al escenario para disfrutar de una fiesta en la que sonarán los temas de su nuevo disco, pero también los clásicos que sacó en el pasado como Albertucho.

–Ha cambiado radicalmente el folk por el rock andaluz.

–Sí y sin artificios. Guitarra flamenca por el bafle de la izquierda, la eléctrica por el de la derecha, bajo y batería. Se acabó. No hay teclados, ni violines. Es un disco muy crudo, en el que tienen mucho protagonismo el rock de la calle y la guitarra de palo.

–¿Queda algo de ese Capitán Cobarde?

–Soy lo que soy por lo que he vivido. Si no me hubiera enamorado de otras músicas, nunca se habría producido este regreso. La vida te marca el camino. Siempre he hecho lo que me ha dado la gana y aquí también. Vuelve Albertucho, porque este disco no suena a Capitán Cobarde. No tendría sentido.

El regreso del perro andaluz tiene claras influencias musicales de Triana o Extremoduro, pero también esas letras sabineras.

–Si me hablas de Joaquín Sabina, me parto la camisa. Es uno de los artistas que me ha enseñado a escribir y estoy orgullosísimo. Si compusiera en inglés me fijaría en Bruce Springsteen o en Bob Dylan. Pero sí, Sabina está ahí.

–¿Cree que hay mucho que ladrar?

–Ahora más que nunca. Y encima siendo rock and roll. Valiente rockero el que no dice las cosas.

–Hay una tendencia en su profesión de querer sacar música pegadiza sin ningún tipo de reivindicación.

–Pero no sólo en la música. Me he dado cuenta de que hasta en las discográficas. En todos lados se blanquea la política y es lo más importante que tenemos, porque significa hablar en la calle. A mí me han educado Reincidentes o Def Con Dos y soy rebelde, porque he escuchado a artistas que se han expresado claramente sobre todos los temas. Se puede hablar de amor o de cualquier cosa, sin olvidar que somos gente biempensante. No me fío de un artista suena blanquito y que no dice nada.

–Como sociedad, ¿piensa que somos corderos que aúllan?

–Creo que hay mucho individualismo y muy poca inquietud. Por ejemplo, la gente que vota a la ultraderecha y defiende que no tienen esta ideología sin tener interés por leer sus programas. Todo lo que está pasando es muy violento. Que en el Congreso de los Diputados haya franquistas declarados es imposible en países como Alemania. Y tampoco se celebrarían manifestaciones con banderas fuera de la Constitución.

–Más allá de la clara reivindicación, este álbum tiene un precioso homenaje a su hijo Silvio.

–Mi hijo me ha liberado. Desde que ha nacido, yo he pasado a un segundo plano. Me ha dado alas y me ha quitado tensión. Mirarlo me relaja.

–El paso de un estado más salvaje a otro más reflexivo se refleja en el disco.

–Totalmente. En cuestión de canciones hay mucha dinámica. No paro de nombrar a Silvio en este trabajo y me ha costado mucho no escuchar el álbum sin llorar cuando suena la canción de mi niño. Es lo más grande que me ha pasado.

–¿Cómo se han dado las colaboraciones con Kutxi Romero y con Antónimo?

–Kutxi ha sido una especie de gurú en este disco, porque lleva años diciéndome que le meta fuego al banjo y que haga rock and roll. El símbolo del uróboro me lo enseñó el y representa el ciclo infinito de las cosas. Por eso le dije que hiciera a medias conmigo la letra de Uróboros, que habla sobre mi regreso.

–Para producir el disco se ha unido a Diego Pozo, ¿cómo se os ocurrió grabar en una bodega en Jerez?

–Quería que tuviera el rollo del rock y del grunge de los 90. Todos los discos de Nirvana o Aerosmith estaban grabados en sitios con techos muy altos, con reverb natural de batería. Como estábamos en Jerez, decidimos hacer lo mismo pero en una bodega.

–¿Cómo serán los conciertos en cuanto a repertorio?

–No voy a tocar ninguna canción de Capitán Cobarde. Por lo menos en esta gira. Ya veremos si más adelante transformo alguna. Hay temas que sí que me gustaría, pero será en otro momento. Ahora estamos en Albertucho. Sobre todo se verá representado el músico de los tres primeros discos, porque Alegría! ya era folk. De hecho, ahí ya quería llamarme Capitán Cobarde y no me dejaron. Después me puse tan intenso que lo conseguí, perjudicándome en el sentido de que mucha gente no se enteraba. A priori fue complicado lo de cambiarme el nombre. Y lo mismo pasa con este regreso. Este directo será puro rock and roll.

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