Adicción al éxito

Su predecesora se sintió deslumbrada por los arrullos de la política nacional y no tuvo la mejor de las fortunas

Es de conocimiento general que Moreno Bonilla en la víspera de las elecciones autonómicas del 2018 era un político amortizado. La misma noche del recuento ya se hacían cábalas sobre cuál sería la gestora que se nombraría al día siguiente, hasta que alguien empezó a sumar los votos de las otras formaciones de derecha y se comprobó que podían por primera vez en la historia desplazar del gobierno al omnipotente PSOE. Del duelo al gozo en un minuto. Se presentó la gran oportunidad que bien supo aprovechar el dirigente popular. Con una oposición perpleja y dividida, unos socios sumisos y unos medios de comunicación colaboradores, el presidente del PP, a falta de otras características más relevantes, se forjó con escaso fundamento la imagen de moderado y centrista. Todo un logro.

Pero su gran éxito ha venido después, cuando, amparado por su mayoría absoluta, que también constituyó una sorpresa, se encontró con la notoriedad nacional. Una propuesta fiscal socialmente injusta, económicamente inocua y presupuestariamente irrelevante le ha abierto las puertas del gran protagonismo político. Ahí es nada: abrir informativos y telediarios nacionales, rifarse en entrevistas con los grandes popes del estrellato mediático y aparecer como un referente inevitable del primer partido de la oposición es para un político de la periferia tocar el cielo con las manos. El problema es que este tipo de éxito crea adicción y que el humilde Juanma ya no se contente con los elogios de los genuflexos medios regionales ni el continuo aplauso de sus paisanos, sino que un día sí y otro también busque su nombre en las primeras páginas de los periódicos nacionales y espere ver su imagen en las pantallas de toda España. Y para conseguir esa nueva meta se sienta obligado a encontrar propuestas llamativas y polémicas nacionales que le mantengan en la notoriedad que en un momento y sin esperarlo se encontró. Se corre el riesgo de que San Telmo se constituya en una máquina de buscar elementos de confrontación con el gobierno nacional y que la política doméstica quede relegada a una preocupación secundaria. No hace falta rascar mucho en la historia para encontrar algún ejemplo; su inmediata predecesora también se sintió deslumbrada por los arrullos de la política nacional y no tuvo la mejor de las fortunas. Habrá que esperar a ver cuáles son los derroteros de esta nueva estrella de la derecha española, pero no es de extrañar que cometa parecidos errores. A eso apuntan los hechos.

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