Esto de hoy es para ti, que tendrás 8, 9, quizá 11 años. Para ti, que ya sabrás qué es Instagram y habrá comenzado a seducirte. Esa atracción de ver cómo debajo de tu foto va creciendo el número de corazones. 50, 80, 200 likes. Para ti, que crees que puedes estar tan cerca de Ariana Grande, Cristiano Ronaldo o Kylie Jenner. Que puedes ser como ellos, que quieres imitarlos ya. Para ti, que quieres, igual que hacen tantos de tus amigos mayores a tu lado, sacar el móvil del bolsillo compulsivamente para ver quién te ha empezado a seguir. Quién vio ese story que tardaste tanto tiempo en componer mientras trabajabas tu pose frente al espejo una y otra vez. Para ti, que querrás hacerte adulto/a antes de tiempo, sacrificando la bendita edad de la inocencia por aterrizar de golpe en ese mundo tan adictivo que vive en el móvil.

Para ti, que no eres consciente de lo peligroso y venenoso que puede ser Instagram. Que puede llegar a matar tu sonrisa sincera para convertirla en uno de esos morritos prefabricados que muestran las influencers de moda. Para ti, que podrás confundir seguidores con amigos y likes con opiniones sinceras. Para ti, que no te estarás dando cuenta de que querrás imitar comportamientos que no son de verdad, más bien de gente que solo intenta ganar dinero o la importancia que no consigue en la vida real. Para ti, que no serás consciente de cómo Instagram hará que te parezcas más a las personas a las que sigues y menos a ti. Para ti, que verás tanta gente aparentemente perfecta que empezarás a pensar que estás lleno/a de defectos. Para ti, que estarás vendiendo tu personalidad por ponerte el disfraz que todos los demás quieren ver. O, mejor dicho, que tú crees en tu mente que es lo que ellos quieren. Porque Instagram nos hace creer que si no subes una foto muy cool, en un sitio de moda, de viaje o simplemente contando todo lo que haces al día, tu vida vale menos que la de los otros.

Para ti, que puedes llegar a detestar tu cuerpo y tu imagen porque tienes unos kilos de más. Porque no te ves tan guapo/a como los de Instagram. Para ti, que debes saber que la vida de Instagram no es real. Que en la auténtica, la tuya, también hay corazones que se pueden pulsar, aunque no con el pulgar; con besos, con palabras, con abrazos. Y no para que crezca un número junto a ese corazón, para que el tuyo esté más lleno. De amigos, de belleza, de momentos reales que no se suben a un story sino a tu retina y a tus recuerdos. Y solo alimentando ese corazón conseguirás una felicidad que no estará en manos de tus seguidores sino en las tuyas.

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