La Málaga moderna

Málaga será moderna cuando la ciudad de los museos sea superada por la de los creadores

Contemplando o la ciudad desde la terraza del Málaga Palacio, uno observa como toman altura las torres de Martiricos. Con el encendido de las luces de las grúas, sus siluetas evocan la torre de Mordor e invitan a preguntarse si en eso consiste la modernidad.

Una ciudad moderna no es necesariamente una ciudad con edificios altos. La Varsovia de los ochenta estaba presidida por el Palacio de la Cultura y la Ciencia. Con sus 237 metros de altura, sigue siendo el edificio más alto de la ciudad y el mayor ejemplo del más rancio realismo socialista soviético. Tampoco lo es necesariamente sin ellos. La arquitectura, en lo que de arte tiene sin terminar de serlo, no deja de ser una manifestación de la sociedad que la genera. Es por tanto la ciudad, en tanto que sociedad, la que tiene que ser moderna. Y es esa modernidad la que se manifiesta en las formas urbanas y arquitectónicas.

Si conforme a la RAE, moderno es lo opuesto a lo clásico o establecido, Málaga lo será cuando consiga reducir la clásica brecha de rentas que existe entre barrios. Y como esa igualación no se logrará mudando a sus vecinos, solo será posible elevando las rentas más bajas. Málaga no puede ser moderna mientras que su modelo económico para el centro histórico se fundamente en un turismo de despedidas de solteros con poco valor añadido. Eso ya está inventado y, en el extremo, da lugar a Magaluf. Ni mientras que las inversiones en este por habitante superen con creces las que se producen en cualquier otro distrito y el mantenimiento de servicios como el de limpieza no se pueda exportar al resto de la ciudad porque sería insostenible económicamente. Será moderna cuando consiga desarrollar un tejido productivo más vinculado a las nuevas tecnologías, su universidad y el Parque Tecnológico, que a la hostelería. Y para ello cuando, a la vez que consiga una comunicación eficiente con el PTA, propicie nuevos polos de desarrollo tecnológico fuera de él y más imbricados en la ciudad. En un mundo en el que la pandemia nos ha demostrado la potencia de las tecnologías de la comunicación, la concentración del sector terciario en grandes "barrios" no tiene demasiada justificación y responde a los modelos urbanísticos que superamos en los setenta. Málaga será moderna cuando la ciudad de los museos sea superada por la de los creadores. Madrid fue moderna cuando estalló la Movida y los museos ya llevaban siglos allí.

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