Resistencia sin sentido

No hay razón para prolongar la agonía de un final inevitable ni para enturbiar el inicio de un nuevo ciclo

En política, como en otras actividades humanas, una de las cosas más difíciles es saber retirarse a tiempo. Existe un impulso casi primario que nos invita a permanecer y a intentar perpetuar la posición alcanzada que creemos que por derecho nos corresponde sin límite ni plazo. En caracteres tenaces, el dar un paso atrás y renunciar de buen grado a la situación que se tiene es casi un imposible. Hace falta vencer esa primera actitud y someterse a un razonamiento frío y desapasionado para no optar por empecinamientos tan absurdos que a veces enturbian la propia trayectoria personal del afectado. Esta ha debido ser la actitud inicial de Susana Díaz, que a pesar de la derrota sufrida el pasado domingo en las elecciones primarias pretende llegar al final de su mandato orgánico como si nada hubiera ocurrido.

Nadie discutió el derecho de la secretaria general del PSOE de Andalucía a presentarse a las elecciones primarias, aunque muchos discutíamos la conveniencia de hacerlo y de someter a la organización al inevitable estrés de este tipo de elecciones. La diferencia de más de 17 puntos entre ambos candidatos parece justificar esa crítica. Lo mismo que ahora nadie puede discutir el derecho estatutario que la dirigente socialista tiene para continuar en su actual responsabilidad, el problema está en la conveniencia de ejercitar ese derecho sin atender a las nuevas circunstancias políticas. Si se supera la natural resistencia a dejar la responsabilidad que con tanto apasionamiento se ejerció y se acierta a evitar el coro de aduladores que más pretenden su propia continuidad que la de la interesada, pocas razones pueden existir para que Susana Díaz aparezca aferrada a su efímero poder. No hay razón para prolongar la agonía de un final inevitable ni para enturbiar el inicio de un nuevo ciclo que para el socialismo andaluz es absolutamente necesario. Es difícil adivinar a quién beneficia esta prolongación del mandato orgánico y qué beneficios reporta a la nueva imagen del partido esa obstinación. La pervivencia de esta anómala situación solo puede ser semillero de suspicacias, tergiversaciones y fuente de rumores y desacuerdos reales o inventados que de cualquier forma solo servirán para intentar enturbiar el inicio de la trayectoria del flamante candidato. Salvo que se acaricie alguna anormal alteración de lo que se supone un plácido camino del vencedor de las primarias a la dirección del partido esta resistencia carece de sentido político.

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