Situación compleja

Pretender solventar el problema del ruido pidiendo a la gente que hable bajito es de una candidez extrema

Estaba cantado, visto y chillado. Solo había que pasarse por ahí sin ni siquiera afinar el oído. Era cuestión de escuchar, que no es lo mismo que oír. Oír, lo oíamos todos: visitantes, hosteleros, autoridades y vecinos. Escucharlo, solo los últimos y ahora, su señoría, quien acaba de hacerse eco de sus quejas en una reciente sentencia. Ha tardado, pero no hay mayor ciego que el que no quiere ver ni sordo que el que no quiere oír, y el ruido del centro lo escuchábamos tanto los que pasábamos por sus calles como los responsables municipales, a quienes el juez les reprocha su inactividad. Una preocupación que según la sentencia "brilla por su ausencia" y causa "sonrojo" cuando se convierte en el "peloteo" de las denuncias de un departamento a otro. Si calificaran nuestro trabajo en eso términos, se nos caería la cara de vergüenza. Pero si además fuera el motivo de una condena, es seguro que tendrían consecuencias graves y la excusa de que es una "situación compleja" no nos serviría de gran cosa. Aunque sea la estricta realidad de una situación que nosotros mismo hubiéramos creado.

El centro de Málaga se nos ha ido de las manos. Es cierto que eso mismo les ha pasado a otras muchas ciudades, pero mal de muchos no deja de ser consuelo de tontos. El miedo del PGOU del 83 a que se convirtiera en un barrio exclusivo de oficinas ha sido conjurado por su transformación desde mediados de los 90 en un parque temático dedicado a la hostelería y el ocio en el que ahora es difícil poner orden sin levantar ampollas. Pero con un porcentaje altísimo de bajos comerciales dedicados al ocio nocturno, muchos de los cuales desarrollan su actividad con terrazas en la calle, pretender solventar el problema del ruido pidiendo a la gente que hable bajito es de una candidez extrema que solo puede acarrear nuevas sentencias condenatorias.

El Consistorio ya anunciado su recurso argumentando que no se ha tenido en cuenta que, desde que se interpuso la demanda, ha realizado acciones para mejorar la situación. A tenor de la sentencia, que le condena y nos condena (porque pagaremos entre todos) a indemnizar a los vecinos hasta que se solvente el problema, no parece que hayan servido de mucho. Más productivo sería invertir los esfuerzos en pensar qué ha fallado. Los vecinos del centro se lo agradecerán y los demás nos ahorraremos una sentencia millonaria como la de El Copo en Vélez-Málaga

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