No creo en los políticos. Solo les interesa engordar sus bolsillos y no paran de meter la plata. Nadie cuenta las verdades del banquero. Manipulan a los jueces, a los que hacen vivir con la toga al cuello. Sus discursos se van por los dramas para esconder tropelías. Y ya no hay remedio; han instalado la corrupción en el poder así como quien no quiere la costra. Han dejado al pueblo hambriento y sediento; como agua desmayo. Han creado una burbuja inmobiliaria en la que ya no cabe un alquiler. Y un sistema educativo en el que pronto los jóvenes le ven las orejas al Glovo. Y mientras algunos no duermen porque no saben qué comerán al día siguiente, los políticos se pasan la noche en blando.

Su única aspiración es perpetuarse en el cargo el mayor tiempo posible; para ellos esto es un Juego de Cronos. Así pasa lo que pasa, que es coña que algún partido tenga escaño en el Parlamiento, donde se pasan el día discutiendo; como si regir y hacer oposición fuera un Barça-Madrid. Y ya se sabe que Neymar que por Bale no venga. La cuestión es que el daño ya es irreversible: una vez tienen su sueldo vitalicio, la paga y vámonos. Lo peor es la impotencia de ver cómo urden su escalada despacito y buena treta, haciéndose de robar.

Quizá por eso el resultado es que hoy nos lidere un extraño gobierno de coaleación. Tras tirarse los tratos a la cabeza, Pedro y Pablo firmaron un matrimonio de conveanuencia que pasó del "sí, quiero" al "si quiero". Porque sus partidos siempre tuvieron opiniones diferentes. Incluso por las donaciones de Amancio Ortega; un duelo de egos por ver quién tenía la sartén por el Zara. Ahora dicen los del PSOE que les fastidia que el 'coletas' no pare de echar más greña al fuego. Todo a raíz de un acuerdo con Bildu que nos deja el final habitual: somos los ciudadanos los que pagamos los pactos rotos.

Y pese a que muchos lo ven con buenos rojos, desde la oposición argumentan que en el poder solo hay vicepresidentes de más que se pasean como Pedro por su casta. Como esos radicales que, de dirigir su España, nos harían avanzar a paso de tortura. Hablo de esa derecha pasada de tosca que quiere arreglar todo sacando a la calle las tropas sucias. De los que se enfundan en la bandera del toro cogido por los cuervos que les respaldan y que no ven a los actuales gobernantes preparados arguyendo que a más de uno le falta un fervor. Pero así son ellos, ponen a Dios por castigo porque la cabra siempre tira a Almonte.

Y luego está Cataluña, a la que se le ha quedado pequeño lo de ser una Comunidad Autótrofa y quiere ser independiente. Pero sucede que sus caminos han sido tan ilegales que se les ha quedado en nocionalismo. Ni con Inés Arrimadas a su sardana pudieron entenderse con España. Y por más reivindicaciones folclóricas que nos vendan, para mí que es una cuestión puramente de dinero, que a los indepes eso les gusta más que las mesetas. De verdad, los políticos me dejan sin palabras.

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