Postales desde el filo

Lo que es evidente

Todo era tan surrealista que no puede sorprender que Borrell perdiera la paciencia

El pasado jueves comentaban unos periodistas en una tertulia radiofónica el incidente protagonizado por Borrell en una TV alemana. Todos criticaron, no sin motivo, el comportamiento del ministro. Pero me llamó la atención que no mencionasen lo que resultaba más evidente de la de la información y de los cortes de la entrevista emitidos por los medios: la falta de conocimiento del entrevistador del asunto sobre el que, de forma inquisitorial, interrogaba a un ministro de exteriores de un país extranjero. Es evidente que su información al respecto es superficial, fragmentaria y sesgada. Aunque lo más lamentable, desde el punto de vista periodístico, fuese el enfoque sentimental que daba a lo que sólo debería ser tratado de forma adulta como una grave crisis política e institucional: el carácter vengativo del gobierno español o la abuela Forcadell, que la tenemos en la cárcel sin haber hecho nada.

Todo era tan surrealista que no puede sorprender que Borrell perdiera la paciencia. Lo extraño es que, los periodistas que intervenían en la mencionada tertulia, no criticasen la falta de rigor, ni la osada ignorancia, de su colega alemán. Desde luego creo que, cuando un político entrevistado miente, el periodista está obligado a insistir e incluso ponerlo contra las cuerdas hasta extraer la verdad. Pero qué ocurre cuando, como en el caso que nos ocupa, es el periodista quien falta de forma tan vehemente a la verdad y además lo hace ante una audiencia que, por ser de otro país, tiene un escaso conocimiento del asunto. Y que desconocerá muy probablemente que la señora Forcadell no es una abuelita que está en prisión provisional por nada, sino que fue una pieza clave en el proceso que culminó en la declaración de independencia. Y que está acusada de haber cometido, supuestamente, graves delitos permitiendo la tramitación de leyes e iniciativas parlamentarias que conculcaban todo el ordenamiento jurídico. Además de desobedecer conscientemente resoluciones del Tribunal Constitucional. O que el Gobierno español no actuó de forma vengativa sino que funcionó el Estado de Derecho de una de las democracias que, según todos los índices internacionales, está entre las mejores del mundo. Supongo que Borrell recordaría desesperado la famosa cita de Dürrenmatt: "malos tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente". Unos tiempos que, como alemán, no debería olvidar el periodista que lo entrevistó.

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