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Atajate: Casas con nombre de mujer

  • El Ayuntamiento instala placas en las casas para destacar el trabajo silencioso de las féminas

Una mujer pasea por la calle principal de Atajate, en la que se observa una de las placas con nombre de mujer..

Una mujer pasea por la calle principal de Atajate, en la que se observa una de las placas con nombre de mujer.. / Javier Flores

El trabajo de las mujeres del mundo rural pasó durante mucho tiempo desapercibido o, como mínimo, estuvo menos reconocido que aquel que realizaba el hombre. Labores en la casa para cuidar de la familia y en el campo cuando era necesario aportar una ayuda para mantener la economía del hogar en momentos pasados que fueron muy duros en la historia de España.

Unas tareas que durante mucho tiempo no fueron reconocidas como el gran esfuerzo que realizaron las mujeres de aquella época, por lo que desde el Ayuntamiento de Atajate se ha querido realizar un particular reconocimiento a aquel trabajo y aquella labor que tanto contribuyó a que el municipio pudiese salir adelante en momentos tan duros y complicados.

La hija de Anita la Rubia muestra orgullosa la placa de su vivienda. La hija de Anita la Rubia muestra orgullosa la placa de su vivienda.

La hija de Anita la Rubia muestra orgullosa la placa de su vivienda. / Javier Flores

Un reconocimiento que se materializó con la colocación en las viviendas del municipio de placas con nombre de mujer. Eso sí, la persona a reconocer ha sido elegida por la familia propietaria de la casa y el nombre a poner también, ya que en algunos casos han optado por colocar los apodos (sobrenombres) con los que eran conocidas estas históricas de Atajate.

De este modo, las casas de la localidad más pequeña de la provincia de Málaga en estos momentos ya tienen nombre de mujer como homenaje a la labor que realizaron las mujeres rurales, que no siempre fueron agrícolas o familiares.

Antonia Gargo ponía inyecciones y asistía a partos cuando el médico no llegaba a tiempo. Antonia Gargo ponía inyecciones y asistía a partos cuando el médico no llegaba a tiempo.

Antonia Gargo ponía inyecciones y asistía a partos cuando el médico no llegaba a tiempo. / Javier Flores

Es el caso de Antonia Gargo, una vecina que aprendió a pinchar inyecciones y a asistir partos, ya que en ocasiones cuando llegaba el momento de dar a luz de algunas de las vecinas de la localidad el médico tenía que desplazarse en burro desde el vecino municipio de Jimera de Líbar, por lo que no siempre llegaba a tiempo.

“Ella tuvo la inquietud de aprender y ponía las inyecciones, ayudaba en los partos y también inyectaba los medicamentos a los burros, mulos o caballos cuando se ponían malos”, explica su hija, Juani Guerrero, que se muestra muy satisfecha de que su madre pueda tener este reconocimiento público al trabajo que realizó en su momento para contribuir al desarrollo del pueblo en el que vivía.

Otros oficios, como la maestra o la telefonista también están presentes en las fachadas de las casas, lo que también permite descubrir la contribución especial que aportaron las mujeres que vivieron en esas viviendas a la sociedad de Atajate en el pasado.

Algunos vecinos también piden que se reconozca el trabajo de los hombres

Unas placas que permiten poner nombre a una labor anónima que ahora deja de serlo gracias a la iniciativa que han tenido desde el Consistorio y que con la llegada del Día de la Mujer cobra una especial relevancia.

Los vecinos no dudan a la hora de reconocer aquel trabajo en un segundo plano que conllevaba el derivado de las labores propias del hogar y el cuidado de los hijos, ya que en muchos casos se trataba de familias numerosas con una gran cantidad de integrantes, por lo que la mujer tenía que asumir una inmensa cantidad de trabajo en solitario; los hombres, por su parte, solían echar eternas jornadas de trabajo que en muchos casos se iniciaban cuando todavía no había amanecido y no terminaban hasta que se ponía el sol para poder ganar un pequeño jornal.

Por ello, en algunas viviendas han optado por realizar un pequeño guiño también al trabajo de aquellos hombres curtidos por el sol abrasador del verano y los duros inviernos de la zona, mucho más severos en aquellos tiempos que ahora. Un pequeño reconocimiento que han introducido en las placas al añadir en las mimas los apellidos de sus maridos o el apodo con el que eran conocidos.

Un cambio que se introdujo a posteriori, ya que en un primer momento se pretendía que solo apareciesen los nombres de las mujeres. “Es un reconocimiento también a mi padre, que también tuvo que trabajar muy duro”, explica una de las vecinas.

Las placas también descubren la profesión de las mujeres de Atajate. Las placas también descubren la profesión de las mujeres de Atajate.

Las placas también descubren la profesión de las mujeres de Atajate. / Javier Flores

No obstante, no todos en la localidad están de acuerdo con que la medida esté encaminada a reconocer únicamente el trabajo de las mujeres de aquella época, ya que creen que también se tendría que haber colocado el nombre de los hombres que tuvieron que afrontar momentos muy duros y hacer un gran esfuerzo para conseguir sacar adelante a sus familias.

Mi padre trabajaba de sol a sol en el campo, con frío, lluvia o calor, para sacar adelante su familia y también hubiese merecido un reconocimiento”, explica una vecina que prefiere permanecer en el anonimato. Eso sí, no se muestra contraria al reconocimiento realizado al trabajo de las mujeres, pero cree que hubiese sido más justo colocar el nombre de ambos. A lo largo del recorrido por la localidad son varios los vecinos que se expresan en el mismo sentido.

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