Unicaja | Análisis

Algo no funciona

  • Pese al balance positivo de resultados, el Unicaja se atasca en su evolución y no progresa en los aspectos necesarios para crecer colectivamente

Avramovic lanza a canasta ante el Movistar Estudiantes.

Avramovic lanza a canasta ante el Movistar Estudiantes. / M. Pozo / ACB Photo

El Unicaja ha jugado 17 partidos oficiales esta temporada y ha ganado 10. 4-5 es el balance en la ACB y 6-2 en la Eurocup. Hay cierto consenso, aunque desde el club se niegue cuando se habla públicamente y se le da la misma importancia a todas, en que es la competición europea la más importante esta temporada porque es la que da un premio extra, la posibilidad de retornar a la Euroliga. Y se va bien ahí, líder a falta de dos jornadas para el final del grupo, ya clasificado para el Top 16. La Euroliga es el vagón preferente del baloncesto europeo y cuanto más tiempo no se esté en ella más difícil será volver. Y, aunque sólo por la historia recientes, con 16 participaciones en los últimos 19 años, debería ser el objetivo.

El presupuesto actual del Unicaja le deja, en cierta forma, en un cruce de caminos, corto para exigirse sí o sí estar en Euroliga pero largo para conformarse con estar en la Eurocup sin más pretensiones. Y, aunque pueda doler, Europa va a marcar el futuro de este deporte, falta por ver qué precio pagan las competiciones nacionales. Y es esa ambición o anhelo, ver un objetivo cercano de subir un escalón, es lo que mueve, tanto a aficionados como a los propios profesionales. Si se admite que no se le puede ganar a los que tienen más dinero habría que asumir que tampoco se puede perder ante los que tienen menos.

Las palabras de Bertomeu en Italia dan idea de por dónde va el asunto y ratifican, por si alguien no se había dado cuenta, que hay en el baloncesto español un proyecto más prioritario e interesante para la Euroliga, el de Valencia, con un pabellón a punto de construcción de una dimensión superior y un respaldo financiero de una de las más poderosas empresas del país. Con el asterisco de aquella Eurocup recordada de 2017, es evidente que el sorpasso deportivo en el último lustro del club valenciano (títulos de ACB, Supercopa y Eurocup, final de Copa) al Unicaja, también un banco puntero a nivel nacional, es bastante nítido.

Pese a ese 10-7 de balance, hay preocupación por el juego que exhibe el Unicaja. Se ha mejorado defensivamente respecto al año pasado y se ha empeorado ofensivamente. En el término medio está la virtud aristotélica que busca, de momento no encuentra, el entrenador. La plantilla parece competitiva, con algo menos de talento y un plus físico y atlético. Pero el juego no mejora, no se ve una línea ascendente pasados casi dos meses del inicio de la temporada. Ha habido picos buenos. No hay que ir muy lejos, como el martes en el Sinan Erdem al inicio. Pero no hay consistencia. Ese parcial de 45-9, del 22-38 al 67-47 en apenas 14 minutos, del 16 al 30, fue bastante doloroso y sintomático.

El problema más importante ahora mismo es el baloncesto, más aún que los resultados, malos en ACB y buenos en Eurocup. Los bajísimos porcentajes de triples, el escaso número de asistencias, el abuso del bote en ataque, la espesura en el campo rival, la dificultad para generar ventajas. La aplicación de la idea. Cuando falla la defensa, como pasó en Estambul, llega el colapso. No hay fluidez y lo que se ve en la pista contradice el baloncesto que pretende Casimiro, el que se vio sólo en los primeros meses de la pasada temporada y, después, mucho más esporádicamente. Y el nivel que tiene que superar el Unicaja para hacer algo grande es superior a lo que le exigieron, siendo bueno, el Andorra y el Galatasaray. En los dos últimos partidos hubo momentos de verdadero caos sobre la pista, de boxeador groggy, de pérdida de papeles.

Ha habido alguna lesión, Jaime Fernández sigue arrastrando unos dolores que a medio plazo seguramente le lleven a pasar por el quirófano, pero está ahora la plantilla al completo. Casimiro comprimió la rotación en Estambul, donde no dio cancha a Rubén Guerrero y sólo sacó a Avramovic cuando se marchaba 20 abajo y el partido estaba ya muy complicado. Da idea del valor que le daba el técnico a un partido, que aseguraba el primer puesto prácticamente si se ganaba. La marcha en Europa es buena, de momento, en cuanto a resultados. Pero hay que mejorar el baloncesto y acelerar en la construcción del equipo para no ver más derrotas en el horizonte.

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