Pocas claves se antojan tan importantes para el partido como la pelea por las tableros. Nadie captura más rechaces que el Real Madrid (37.6 por partido) que tiene en su dupla Tavares (6.8)–Ayón (6.5) al cuarto y quinto mejor reboteador de la competición.

Enfrente, el Unicaja deberá aunar esfuerzos para que los cinco rebotes de media que coge de menos no tenga impacto en el resultado. El Unicaja está en 32.3 rechaces por encuentro, lejos de los mejores equipos en las dos facetas del juego. Es el tercero peor en términos general y el cuarto peor tanto en rebote de ataque (9.5 por los 10.3 del Madrid) como en defensa (22.8 cajistas y 27.2 de los merengues).

Está probando fórmulas últimamente Luis Casimiro para mejorar en esa faceta, como juntar a Lessort y Shermadini. Era una idea que tenía para un momento más avanzado de la competición pero que ha tenido que acelerar.

Ese falta de dominio del rebote condiciona el resto del juego del Unicaja. Cuando puede correr porque coge la bola pronto, la fluidez y la productividad ofensiva del equipo mejora ostensiblemente. Una batalla, sin duda, clave.