Final Copa del Rey 2020

Entre bases anda el título

  • La aportación de sus bases ha metido a Unicaja y Real Madrid en la final a base de espectáculo, defensa e inteligenncia: Alberto Díaz, Facu Campazzo, Jaime Fernández y Sergio Llull son claves en esta Copa

Alberto Díaz durante el partido de semifinales contra el Morabanc Andorra.

Alberto Díaz durante el partido de semifinales contra el Morabanc Andorra. / MArilú Báez

Al cerrar los ojos después del sábado de semifinales coperas en el Carpena es muy difícil que los aficionados no vean jugadas de los bases que mandaron ayer sobre el parqué. Facu Campazzo ejerció de todopoderoso. Puso a jugar a todo su equipo a lo que él quiso. Lo malo para el Valencia es que también ellos bailaron la melodía del argentina. Algo así como un tango en el que una parte de la pareja no deja que la otra se mueva con soltura. Volvió a ser uno de los que más jugó en el equipo de Laso que como Casimiro se encontró un partido tan favorable que pudo dosificar el esfuerzo de sus jugadores. Los dos preparadores se relamieron. Pero la suerte de toparse con un partido desequilibrado tuvo mucho que ver con la inspiración de sus bases. Campazzo, imperial en la dirección, excepcional en la defensa.

Jaime Fernández fue el artificiero encargado de demoler el sueño andorrano. Lo hizo bien en el arranque como titular del choque pero aún mejor cuando Alberto Díaz ya había meneado el árbol a base de defensa. Jaime supo meter el ritmo adecuado al partido, se sintió bien corriendo, tuvo una buena carta de tiro en casi todas los rangos –no el triple– y cuando antes del descanso se dio cuenta de que el partido estaba rompiéndose y el Morabanc a su merced aún tuvo la sangre fría de ejecutar pases por la espalda, fantasías en los ataques y jugadas con la mezcla de garra y clase que le caracteriza. La afición enloqueció, con motivos.

Pero si Campazzo y Fernández cegaron al respetable por su rendimiento y sus números, esta Copa del Rey también esconde la aportación determinante de los otros bases del Real Madrid y del Unicaja. El esfuerzo del malagueño le dio el pase a semifinales al Unicaja. Siempre al límite del esfuerzo físico, siempre rozando balones, siempre inesperado desde el perímetro. Su capacidad para contagiar al equipo en un momento de flaqueza y para ser el cimiento de una defensa al máximo son maná para Casimiro que supo darle descanso en el cruce de semifinales, consciente de que él y Jaime no están para grandes derroches y que la final bien valía un suspiro, el Morabanc no mordía.

El cuarto en la terna es el que tiene más galones, más títulos y también más críticos. Llull llegó a la Copa con un saco de críticas de los mismos que lo auparon en el pasado. Sin tener su mejor versión física, el internacional avanza en una temporada muy complicada para él. Sigue poniéndose a tono pero su instinto, proporcional a su calidad, es infalible. Dio buena cuenta de ello en la puesta de largo merengue en la competición contra el Bilbao. Fue el antídoto perfecto para las dosis de veneno con las que el Bilbao fue sembrando el choque. El apoyo que necesitó su escuadra en ese punto de rendimiento en el que aún no se sabe si a medio gas la victoria caería de su lado. Especula poco, siempre aparece cuando no hay héroes de su bando y en la canasta más cercana al río Guadalhorce firmó una de sus canastas más icónicas. Valió por una copa.

La tercera final copera del Unicaja llega con el punto de clase que tiene el baloncesto cuando los bases saben leer el juego y aportar si no encuentran la manera de que otros anoten. El viejo yoyó de los que frecuentaban esta posición está guardado en un cajón de recuerdos, ahora hay mucho más que aportar, mejores opciones que encontrar, buenos métodos para pasar desapercibido si todo va bien, defensas más férreas y complejas. Más allá de lo que los banquillos estén cavilando, hay una cosa clara para la final: entre bases anda el título. Sus actuaciones han conquistado la final. Ahora queda lo mejor.

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