Fútbol

Nuevo caso de violencia en el fútbol base: agresión a un árbitro de 21 años en Marbella

Cristóbal Herrera, protagonista de la historia.

Cristóbal Herrera, protagonista de la historia. / Juan Caraballo

El pasado domingo 5 de marzo, en el campo Santa María Las Chapas de Marbella, el conjunto senior de Nueva Andalucía se encontraba disputando su partido correspondiente a la jornada 22 de la 3º Andaluza Senior de Málaga frente a La Cala de Mijas. Encuentro tranquilo, según su colegiado, Cristóbal Herrera, ya que el resultado era de 1 a 5. Sin embargo, dicho duelo se le iba a complicar al joven árbitro de 21 años: "El partido fue a las 19:00 horas, ese hecho ocurrió a las 20:10 u 20:15 horas y hasta las dos de la madrugada no llegué a mi casa. Fue bastante rápido, la verdad, pensaba que iba a durar más. Estuve allí en el hospital Costa del Sol de Marbella y me dieron el alta sobre la 1:30 horas de la madrugada, más la media hora que hay hasta mi casa".

Alrededor del minuto 55 del duelo, el colegiado malagueño recibió un fuerte impacto, "en un primer momento pensé que me dieron un balonazo", aunque por desgracia el escenario fue aún peor. Cristóbal sufrió "un traumatismo craneal, conmoción con pérdida de conciencia, fractura de huesos nasales cerrada y latigazo cervical", así lo refleja su parte médico, que le ha dejado señas en su rostro y le obliga a ir con collarín durante un tiempo, todo por culpa de un nuevo acto violento en el fútbol base: "Tras un gol concedido al equipo visitante, que daba lugar al 1-5 en el minuto diez de la segunda parte, me protestaron un fuera de juego en el gol, pero eran protestas normales, nada fuera de lugar. El asistente no levantó la bandera y confié en mi compañero porque es quien se encarga principalmente de esas acciones. Estaba hablando con los jugadores tranquilamente y ellos conmigo igual. Sin embargo, cuando iba a apuntar el gol porque ya se había tranquilizaba todo, llegó este individuo por la espalda, yo estaba totalmente desprotegido y sin ver que me venía alguien, y me pegó un puñetazo en el pómulo izquierdo. Después de eso no recuerdo nada, no sentí el dolor en ese momento. Caí desplomado al suelo y perdí el conocimiento durante un minuto aproximadamente y me acuerdo solamente del momento en el que me incorporaron para ponerme sentado".

""Pienso que toda persona que agreda, ya sea leve o grave, a un árbitro o a un jugador no debería volver a jugar nunca más ni a fútbol, ni al fútbol sala, ni a nada porque una persona que es así de violenta no creo que esté capacitada a practicar ningún deporte, ya que si lo hace una vez lo puede hacer más veces y todavía más si no hay sanciones duras", es el mensaje que manda el colegiado a la Federación

Así relata, todavía sorprendido, dicha situación este joven de 21 años: "No era consciente de que me pegaron de la manera en la que lo hicieron porque ahí todavía no sentía el dolor. Lo primero que pregunté es si me habían pegado un pelotazo y la gente muy sorprendida por mi pregunta me dijeron que me habían pegado un puñetazo muy duro. Pregunté quién había sido y me respondieron que fue un jugador. En ese momento, por así decirlo, me quedé un poco más tranquilo porque podría haber sido alguien de la grada, imagínate que es una persona del público que salta y sale corriendo, adivina quién es e identifícalo, es muy complicado". Al contrario que en la capital, los municipios no suelen tener bien delimitada la zona de vestuarios y grada, algo que puede incitar a dichas situaciones: "Si te das cuenta todos los campos de Málaga siguen el protocolo de que tiene que haber un espacio para los jugadores y cuerpo técnico y otro para la grada. Que yo recuerde, en ningún campo de Málaga puede saltar un aficionado libremente. En cambio, si te vas fuera de la ciudad de Málaga la mayoría de los campos a los que voy no tienen ningún tipo de separación ni nada. Un ejemplo es el campo de Los Boliches (Fuengirola) en el que está el campo, el banquillo y la grada todo junto. Estas situaciones no tienen que darse porque sólo puede causar problemas, ya que para saltar al campo sólo tienes que levantarte del asiento y en cuestión de unos pasos ya estás dentro del campo".

Este nuevo acto violento es un claro ejemplo de que la violencia sigue presente en el deporte base, incluso cuando los partidos parecen ser estar sentenciados: "A priori, parecía un partido tranquilo. Suelo mirar la clasificación antes de arbitrar para ver el contexto del partido, aunque es verdad que muchas veces no tiene nada que ver la clasificación con lo que después ocurre en el campo, pero lo normal es que sí. Al ver la clasificación vi que un equipo iba primero y el otro por abajo, fuera del descenso pero por abajo, ahí te puedes hacer una idea de cómo puede ir el partido. Iba ganando el equipo visitante, que es el que iba primero en la clasificación, 1-5 por lo que ya no había mucho más que hacer, tenían el partido controlado".

"Con el presidente del club del agresor hablé dos o tres minutos por teléfono y me dijeron que iban a hacer todo lo posible para que le cayera lo máximo posible, tanto por la Federación como por lo judicial", desvela la víctima

Ahora más calmado y recuperándose de dicha situación, Cristóbal confirma que no ha cogido miedo al arbitraje, aunque sí manda un mensaje al comité de competición de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF): "Pienso que toda persona que agreda, ya sea leve o grave, a un árbitro o a un jugador no debería volver a jugar nunca más ni a fútbol, ni al fútbol sala, ni a nada porque una persona que es así de violenta no creo que esté capacitada a practicar ningún deporte, ya que si lo hace una vez lo puede hacer más veces y todavía más si no hay sanciones duras". Eso sí, el colegiado no se vio sólo en ningún momento: "El equipo visitante me ayudó en todo momento porque empecé a sangrar por el pómulo y la nariz. Me taparon la hemorragia y me pusieron hielo en la zona afectada hasta que llegaran los sanitarios. Pedí que avisaran a la policía y se presentó allí la Policía Local, la Policía Nacional y la ambulancia. Pude andar, más o menos, hasta el vestuario sin ser consciente todavía de lo que había pasado. En ese momento empecé a sentir un fuerte dolor en la frente, la oreja, el cuello y la nariz; todo el perfil izquierdo de la cara. Incluso la mandíbula me sigue doliendo hoy en día por el impacto. En el vestuario me atendió la ambulancia y me dijeron que me tenían que trasladar de emergencia al hospital. También, un policía local se ofreció a llevar el coche con mis dos asistentes, pues eran menores de edad y yo era el responsable de poner el coche según la designación, hasta el hospital para que les recogieran".

Incluso desde los altos cargos de la Federación, en concreto su presidente, se preocupó por su estado: "Me habló por WhatsApp para preguntarme cómo estaba y me mandó el contacto de un abogado de la Federación por si me podía servir de ayuda. También por parte del Colegio de Árbitros se preocuparon todos por mí. Incluso me habló el presidente del club local, el equipo del agresor, para pedirme disculpas. Con el presidente del club del agresor hablé dos o tres minutos por teléfono y me dijeron que iban a hacer todo lo posible para que le cayera lo máximo posible, tanto por la Federación como por lo judicial.  Además, también me han escrito muchos compañeros preocupándose por mí". Por otro lado, el club de Nueva Andalucía hizo constar su desconformidad ante tal situación en sus redes sociales: "Subieron un comunicado pidiendo perdón tanto a mí como a todo el mundo que estaba allí y se ponían a disposición de la Federación para todo lo que hiciese falta".

Por desgracia, esta no fue la única situación violenta que vivió el protagonista esta temporada: "He presenciado dos más. Una esta temporada y otra en mi segunda campaña en el arbitraje. De mis primeros partidos de asistente, llevaría unos diez partidos o así, y me pasó en un Tercera Senior en Guaro. Iba con un árbitro que hoy en día me llevo muy bien con él y creo que era el primer partido que iba con él, era un partido muy disputado, lo cual no justifica la agresión. Esta fue más leve que la mía porque no hubo lesiones ni nada, pero el partido también se suspendió en el minuto 80 o por ahí. Vino la Guardia Civil y denunció también, yo fui de testigo al juicio. La sanción, por lo que me contó, no fue la que se esperaba porque no tuvo lesiones ni nada. Ganó el juicio pero bueno, nada más".

Mientras recuerda su última, esta más reciente: "La otra agresión fue esta temporada a un árbitro que pita en División de Honor. Fui con él a Arcos de la Frontera, hace dos meses, en un partido muy tenso. El equipo local que ha llegado a estar en Tercera División ahora está pasando una situación muy complicada en División de Honor, por lo que se jugaban mucho. Al final perdieron por 0-1. Por nuestra parte no hubo polémica, es verdad que hubo una expulsión en el último minuto, pero fue muy merecida. El problema es que el partido se calentó mucho por la grada y al coger el túnel de vestuarios la gente nos escupía, nos decían de todo, nos amenazaban, cosas durísimas, y nos tiraron agua también. Al entrar en los vestuarios, apareció una persona no identificada, pero creemos que podía ser un jugador no convocado porque tenía aspecto de ser joven, entre unos 20 y 30 años, aspecto deportivo y fue para mi compañero, el cual se quedó quieto, y le propinó una fuerte patada en la rodilla que le dejó la marca. Denunciamos, la Federación denunció al club, pero no pudimos identificar a la persona porque cuando llegó la Guardia Civil la persona ya se había ido y quedó en nada".

"Pienso que debería haber más control, el problema es quién lo hace, es complicado", explica el colegiado al hablar sobre la seguridad que existe en los campos de fútbol base

Aunque le duela admitirlo, este exjugador y ahora árbitro confiesa que la seguridad en los partidos de fútbol base y amateur es casi nula en comparación con los encuentros profesionales: "En campos profesionales sí que hay controles, pero es verdad que hacerlo en todos los partidos de fútbol base es complicado. No es viable que un agente de policía esté todos los fines de semana en un campo porque hay muchos partidos, sólo cuando hay partidos que se prevé que van a ser más tensos, eso si lo he presenciado. También es verdad que, al igual que a mí me pasó en un partido tranquilo y que lo llevaba bien, le puede pasar a otro compañero mío en cualquier momento. Pienso que debería haber más control, el problema es quién lo hace, es complicado".

Este joven árbitro que siempre compaginó el silbato los fin de semana con sus estudios, ahora se prepara para ser funcionario de prisiones, no se muerde la lengua a la hora de hablar de si en realidad estas situaciones están disminuyendo o todo lo contrario: "Te diría que empeora en vez de mejorar, es lo contrario a lo que me gustaría decirte, pero el ambiente que veo en muchos campos no me termina de agradar. Violencia física hay, se puede ver en mi caso, son situaciones excepcionales que no pasan en todos los partidos, pero te pones a pensar y es duro muchas veces. Sigo distintas cuentas en redes sociales sobre arbitraje y fines de semana sí y fines de semana también hay violencia física hacia nuestro colectivo; sin hablar de las verbales, que de esas hay en el 90% de los partidos, por no decir en todos, las cuales no tienen consecuencias para las personas que las llevan a cabo". A pesar de que existe una casilla para ese punto en el acta: "Lo puedes reflejar, ya que hay un apartado para el público, y si tu ves que han estado todo el partido diciendo cosas desagradables y sabes de qué equipo son, lo puedes poner, como cualquier otra incidencia que se dé en el público. Lo que no sé decirte es el tamaño de las sanciones, pero sí es verdad que pueden llegar a sancionar el club y creo que es de forma económica".

"Hoy en día me considero mejor persona gracias al arbitraje", reconoce Cristóbal

Sin embargo, no se siente indefenso cuando se coloca la camiseta de árbitro: "Estamos muy protegidos, pero lo que sí pienso, y creo que muchos compañeros comparten mi opinión, es que se deberían de tomar sanciones más duras para que cualquier persona se lo pensara dos veces antes de cometer un acto así". Incluso reconoce que esta profesión le ha servido para madurar y crecer como persona: "Aporta muchísimos aspectos positivos. Desde que estoy en el arbitraje, me siento más seguro de mí mismo y aprendes también a tomar decisiones en momentos difíciles y de presión. Por otro lado, te enseña a dialogar con la gente cuando tomas una decisión y te toca defenderla, te ayuda a trabajar en equipo, a confiar en tu compañero, a tener mucho autocontrol e infinidad de cosas más. Todo esto se puede incorporar en tu día a día y en tu aspecto personal. Además del buen ambiente que hay dentro de nuestro colectivo, son personas que te llevas para toda la vida. Hoy en día me considero mejor persona gracias al arbitraje". Así es Cristóbal Herrera, un joven cualquiera de 21 años que debido a las lesiones debió colgar las botas a los 17 para coger el silbato y las tarjetas, quien nunca quiso ser protagonista en el verde y a pesar de la situación vivida prefiere pasar lo más desapercibido posible.

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