César Ramírez | Jefe de Cirugía General y Digestiva de Quirónsalud Málaga

“El sobrepeso en los niños es una irresponsabilidad de sus padres”

César Ramírez, en un quirófano del Hospital Quirónsalud Málaga.

César Ramírez, en un quirófano del Hospital Quirónsalud Málaga. / Javier Albiñana

César Ramírez es el jefe de Cirugía General y Digestiva del Hospital Quirónsalud Málaga. Atiende sin bata. Porque cree que para humanizar la Medicina hace falta acortar la distancia entre el facultativo y el paciente. Es uno de los profesionales fundadores del este hospital privado. De hecho, él puso en marcha el Servicio de Cirugía General y Digestiva, que dirige desde que arrancó. Entonces era el único. Ahora hay una decena de profesionales.

–El hospital va como un rayo...

–El hospital va como un rayo. Es el mayor orgullo que tenemos los profesionales que estamos aquí y sobre todo los que empezamos, porque esto es algo nuestro, que hemos visto crecer. Y lo hemos desarrollado nosotros, es como un hijo que hemos hecho crecer. Entonces no había nada más que la estructura y empezaron a venir los pacientes.

–¿Y cuántos han pasado por su especialidad desde entonces?

–Calculo que entre 8.000 y 10.000.

–A sus 48 años tiene ya seis certificaciones europeas de gran prestigio –las board– en cirugía de trasplantes (3), del cáncer, en hepatobiliopancreática y endocrina. Es el único cirujano general europeo que ha alcanzado ese número. Le ha cundido el tiempo...

–Me he dedicado toda la vida a mi carrera y a mis pacientes. Así entiendo la Medicina.

–¿Por qué atiende sin bata?

–La bata define al médico. Pero también crea una barrera entre el médico y el paciente. Establece una superioridad. El médico de blanco es el que tiene el mando del ejercicio de la Medicina. Yo creo que esa distancia hay que acortarla, dentro de que cada uno sepa dónde está. Creo que humaniza más la relación del médico con el paciente y lo hace más accesible.

–¿Y le hace falta humanización a la Medicina?

–Absolutamente. La Medicina que estamos viviendo es cada vez más técnica y pienso que se está perdiendo vocación y que estamos en riesgo de deshumanizarla cuando el factor humano es lo más importante; es lo que marca la relación médico paciente. La capacidad de que personas con formación solucionen problemas de salud a personas. Tú nunca debes olvidar que enfrente tienes a una persona con un problema de salud; considerando que es persona por encima de paciente y poniéndote en su piel, en la de su padre, de su madre...

–¿Usted creó la asociación Bisturí Solidario?

–La creamos en febrero de 2018, aquí, en Málaga. Queremos hacer una fundación porque tenemos empresas en Málaga que están dispuestas a apostar por nosotros. Ahora tenemos una estructura muy básica, pero colaboramos con la Fundación Cirujanos en Acción que tiene un montón de profesionales asociados. Yo soy patrono de esa fundación, que tiene su sede en Madrid. Todos los años, esta fundación organiza unas 30 misiones de cooperación para operar en países en vías de desarrollo. Nosotros lo que queremos, cuando tengamos más estructura, es volar libremente y desde Málaga emprender las tareas aprovechando la solidaridad de los malagueños.

–¿Cuánto tiempo lleva participando en estas iniciativas?

–Seis años con Cirujanos en Acción.

–¿Por qué lo hace?

Por pura vocación. Hay gente que lo necesita y a la que con un poquito de esfuerzo tuyo –una o dos semanas dos o tres veces al año– se le puede ayudar. Con eso se benefician entre 200 y 300 personas. Es conciencia porque tú sales de tu espacio de confort. Yo esas dos semanas podía estar descansando o con mis hijos, pero entiendo mi trabajo así. Quiero dar mis capacidades a las personas que más lo necesitan, que es en lo que radica el ejercicio la Medicina en su más puro estado de vocación.

–Y lo hace gratis...

–No, me cuesta el dinero... Me pago el pasaje de avión, la estancia, la manutención... todo lo pagamos nosotros...

–¿En qué países ha estado con estos proyectos solidarios?

–India, Ecuador, Liberia, Kenia... En algunos dos veces. A Sierra Leona vamos el mes que viene y a Uganda, a fin de año. En Uganda –algo que estamos haciendo exclusivamente desde Bisturí Solidario– estamos construyendo con las aportaciones de nuestros socios un pabellón quirúrgico con un par de quirófanos, con zona de recuperación de pacientes. En un sitio donde no había nada, en la ciudad de Kamatur. Es un centro para operar que no tenían ellos. Vamos a ir a estrenarlo en diciembre. Allí hay un coordinador local que se encarga que durante el año vayan grupos de distintos países a operar. El objetivo es que en el futuro podamos impulsar desde Bisturí Solidario la formación en estos países, enseñarlos a ellos, no que estemos yendo solamente una semana cada dos o tres meses. Queremos que ellos aprendan para solucionar un montón de problemas de salud.

–Compatibilizó la sanidad pública y la privada ¿Cómo valora la sanidad pública?

Tenemos una sanidad pública excelente. Yo no diferencio entre sanidad pública y privada. Yo diferencio entre sanidad bien hecha y sanidad mal hecha. Yo he hecho la misma sanidad toda mi vida, he atendido igual a mis pacientes, con el mismo cariño y respeto. Tengo cientos de pacientes operados en la pública que me felicitan por Año Nuevo y me recuerdan que les ayudé a que siguieran con vida. Y esa misma experiencia la he tenido en la privada. Yo atiendo a pacientes en distintos escenarios de gestión de la salud, pero no diferencio entre sanidad pública y privada.

–Es miembro del comité técnico de la Asociación Española contra el Cáncer de Málaga. Ha participado en una charla sobre esta enfermedad. ¿Por qué hace falta este tipo de iniciativas?

–La titulamos Hablemos de cáncer. Existe la tendencia a abolir esta palabra, a considerarla tabú. Todo lo contrario, hay que transmitir a la gente que cada vez curamos más el cáncer. Cada vez tenemos más herramientas para luchar contra el cáncer; no sólo desde la cirugía, sino también desde la quimioterapia y la radioterapia; es la multidisciplinariedad en el abordaje del cáncer. Hablamos de cómo viven los pacientes después de operarse.

–¿Y cómo viven?

–Lo primero de todo es que viven, que es lo más importante. La mayoría de las veces no se puede tener la misma vida que se tenía antes, pero sí una vida muy plena a todos los niveles, con un poco de merma de calidad, según el órgano que se ampute o se trate... Hay secuelas para el funcionamiento del organismo, pero la mayoría son compensables y no son incompatibles con el desarrollo de una vida normal activa. Cada día se vive mejor después de operarse de cáncer y eso es lo que queremos hacer ver a la gente. Hablar de cáncer de forma abierta y de que se vea que existen posibilidades de curarse, vivir y vivir con buena calidad de vida.

–¿Cómo ve la obesidad?

Es la gran enfermedad del siglo XXI. Los retos en la Medicina del siglo XXI son la obesidad y el cáncer. La obesidad como enfermedad que mata por los riesgos cardiovasculares que asocia; problemas de infarto, angina, hemorragias cerebrales, ictus, amputaciones de miembros... Y por su asociación con el cáncer. La obesidad predispone al padecimiento de ciertos tipos de cáncer.

–¿Hay conciencia de esto?

–No hay conciencia de la severidad que tiene la obesidad. Si no, no tendríamos los índices de obesidad en el adulto y, sobre todo, en la población infantil. Es impresionante la cantidad de niños que hay con sobrepeso y eso es una irresponsabilidad de sus padres. Hay que decirlo así de duro porque la obesidad es una enfermedad muy seria y muy limitante a todos los niveles. Ya no hablo del complejo estético, del lastre físico que supone para el niño o para el adulto obeso, de autoestima. También tiene un impacto psicológico. Los pacientes con obesidad se estudian en Endocrinología porque lo primero es descartar que no haya una causa orgánica tratable como causa de la obesidad. Pero la mayoría de las veces son los malos hábitos alimenticios y los estilos de vida poco o nada saludables, con poca actividad física y poco cuidado de la dieta.

–¿Debería haber campañas?

–Las hay, pero deberían intensificarse. Las que hay no son efectivas. Los cirujanos cada vez operamos más obesidad. Aquí, nuestro equipo hace casi unos 100 casos al año.

–¿Le han agredido alguna vez?

–Nunca.

–¿Pero qué más se puede hacer para atajar las agresiones?

–Es una cuestión de educación y de cultura. Tiene que partir esa cultura desde las Administraciones públicas. Hace 35 años nadie hubiera pensado que a un médico o a un maestro se le iba a agredir. Hoy en día hay denuncias por agresiones y es porque, primero, la gente ha perdido el respeto a estas figuras y, segundo, porque las Administraciones públicas, y hay que decirlo aunque moleste, se han encargado de devaluar la figura del docente y del médico. Yo no digo que tengan que ser más que nadie. Pero los pilares de cualquier estado del bienestar son la salud y la educación. Las Administraciones públicas pueden y deben hacer más. Ahora hay un empoderamiento del ciudadano y del paciente, de querer ponerlo a un nivel muy superior al del médico o del maestro y es difícil revertir eso.

–¿A Málaga que le falta?

–Nada, tenemos todo lo que hay que tener. Buen clima, buena gente y una ciudad que para mí es la mejor del mundo para vivir.

–Ahora que hay elecciones ¿Qué le diría a los políticos?

–Que hay que intentar que Málaga sea una ciudad más accesible a todos los niveles, en la que la movilidad de la gente esté continuamente facilitada. Y también que hay que seguir apostando por Málaga como una ciudad que represente la innovación y que estratégicamente esté involucrada en todos los procesos de innovación que se desarrollen a nivel nacional o autonómico.

–Algunas misiones solidarias han tenido problemas con el material que llevan. ¿Ustedes han sufrido eso?

–Sí, fundamentalmente en España y al salir. Tratas de dejar todo arreglado para cargar sobrepeso, pero cuando llegas al aeropuerto, no te ayudan absolutamente en nada. Los responsables de las compañías aéreas te han dicho que puedes ir con tanto sobrepeso, pero cuando llegas, los 120 kilos extra, si los quieres llevar, son 700 euros y o los pagas o se queda aquí el material. Si pagamos 700 euros sí nos lo meten. Si no lo meten es porque no quieren ayudar. Y avisamos con tiempo para que no nos pongan trabas en el aeropuerto. Las compañías aéreas tienen que ser más sensibles cuando viajamos a este tipo de proyectos.

–Si alguien quiere ayudar a Bisturí Solidario ¿qué tiene que hacer?

–Contactar a través de www.bisturisolidario.org.

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