Opinión | Territorio Comanche

Subtropicales

  • En la resolución de esta crisis han de intervenir todos los agentes involucrados, la administración desde luego, pero también los demandantes de agua, propietarios y agricultores. Todos

Dos personas pasean junto al pantano de La  Viñuela.

Dos personas pasean junto al pantano de La Viñuela. / Javier Albiñana

La comarca de la Axarquía está viviendo una situación muy preocupante, y su futuro será incierto si no llueve antes de verano. El embalse de la Viñuela, principal abastecedor de los regadíos comarcales está en la actualidad al 16,25% de su capacidad, cuando en la última semana del año pasado, contenía 44 hectómetros cúbicos (26,67 %), y hace diez, en este mismo periodo, acumulaba más del triple de lo que tiene ahora. Esto es, 89 hectómetros cúbicos, un 54,48 por ciento de su capacidad. Variabilidad y dependencia. Evidentemente podemos responsabilizar de estas cifras a la actual sequía, pero en realidad el tema es mucho mas complejo a poco que analicemos otros parámetros, incluido que la superficie destinada a cultivos subtropicales se ha duplicado en ese mismo periodo, lo que ha dado lugar a que se acuñe el termino de “burbuja” para referir esta expansión.

En realidad, ya podemos hablar de una crisis estructural, puesto que la falta de agua para riego en el embalse de La Viñuela está desesperando a los agricultores que ya han visto esta campaña como los aguacates pierden calibre con las consiguientes repercusiones tanto cuantitativas como cualitativas. Esto tampoco es nuevo, y podemos afirmar sin temor a equivocarnos que una situación coyuntural de sequía meteorológica e hidrológica se suma a otra estructural de déficit hídrico, lo que conduce al actual estado crítico.

No vamos a descubrir ahora que con una superficie de cultivo que rebasa las 9.000 hectáreas, ubicadas mayoritariamente en la comarca de la Axarquía y Costa Tropical de Granada, el sector de los cultivos subtropicales es uno de los grandes motores económicos del sur de España. Genera mucho empleo, mantiene a la población en ámbito rural e incluso factura mas de 160 millones de euros, sin embargo, la dependencia de la lluvia nos coloca en la misma situación que pudo haber hace 2000 años, en la Málaga romana. Esperando que llueva. Dependencia de población respecto a recursos en un territorio desordenado. Incluso recientemente, el presidente de la Diputación ha lanzado la voz de alarma en este sentido, y es que también se puede morir de éxito.

Esto sigue sin ser de recibo, y requiere de algo mas que una reflexión. Se trata de resolver, con todos los agentes involucrados, el enmadejado que ha llevado a esta situación, y no va a resultar fácil porque hay muchos intereses. Son tiempos de complicidades, pero también de inclusión y gobernanza. Tenemos un cultivo rentable en plena expansión, sobre muchos terrenos que eran prácticamente unos eriales hace apenas unos años, y que desde el punto de vista económico, laboral y sociodemográfico puede parecer muy interesante, pero que consume mucha mas agua de la disponible. El oro verde de la Axarquía, lo denominan algunos. No hay cuenta de la vieja.

Conocemos la pluviometría media de la comarca, la capacidad de infiltración de los suelos, la evapotranspiración y el consumo de agua por unidad de superficie con el actual sistema de regadío. Son unas cuentas bien simples que nos llevan a un doble enfoque, o se incrementa el agua disponible o se reduce el consumo de agua por unidad de superficie, o ambas estrategias. En la resolución de esta crisis han de intervenir todos los agentes involucrados, la administración desde luego, pero también los demandantes de agua, propietarios y agricultores. Todos.

Para la administración, el incremento del agua disponible no parece tarea fácil, dado que no se pueden incrementar los aportes pluviométricos, ni traer grandes cantidades de agua de otras áreas colindantes, por mas que contemos la autopista del agua, que siempre aparece en momentos de bonanza, pero conforme se va acercando una situación critica, empieza a mermar y pasa a autovía, a carretera nacional, a comarcal, y termina en un mero azud de derivación. No es mala voluntad política, aunque se insiste en el trasvase desde la Costa del Sol, es simplemente que no se puede trasvasar agua de sistemas hidrológicos que también pueden tener déficit de recursos hídricos. Eso sin entrar en valoración económica ni en los tiempos de puesta en valor de tales proyectos. Los agricultores lo saben perfectamente y, en cualquier caso, estaríamos hablando de resolver la siguiente situación critica, y no la actual. Por tanto, mientras se pudiesen llevar a cabo estas medidas, las soluciones posibles han de venir de la regeneración de aguas para riego, la desalación, la adecuación de especies menos consumidoras y la optimización de regadíos. Por cierto, que la investigación, el I+D+i, tiene mucho que decir en esto.

El uso de aguas regeneradas para riego requiere construir una balsa de regulación para mezclarlas con la del pantano, justo cuando apenas tiene agua. Con las medidas de emergencia aprobadas por la Junta de Andalucía, para poner en uso el terciario de cuatro depuradoras de la Axarquía, los agricultores podrían disponer de ocho hectómetros cúbicos más al año procedentes de las estaciones depuradoras de aguas residuales del litoral oriental. En cualquier caso, habría que construir una red de canalización de dicho aporte, y la optimización del proceso al objeto de obtener aguas regeneradas que se pueden utilizar para regar cultivos, y están por analizar los efectos sobre la fenología y fisiología de los cultivos de dicho riego. Como emergencia se puede utilizar el agua de pozos en el río Chillar, con el riesgo de sobreexplotación y salinización del acuífero, y la desalación parece poco viable desde el punto de vista energético, y no hace falta que les recuerde a como está el precio del kW/h.

Así las cosas, no puede haber otra estrategia posible que no pase, de una vez por todas, por la ordenación de los recursos hídricos, y para ello, aparte de contar con todos los agentes involucrados, también hay que seguir profundizando tanto en la investigación de especies de subtropicales menos consumidoras de agua, como en la optimización del riego, mediante sistemas de regadío inteligente, que consideren las necesidades de agua de la zona radicular de las plantas, en función de la capacidad de retención de los suelos, así como potenciando el riego subsuperficial en la zona radicular de los arboles, como sistema adaptativo y eficiente.

En los subtropicales de la Axarquía, si pretendemos evitar que en lo sucesivo se repita la situación actual, la digitalización del agro debe empezar por la optimización del riego, previa ordenación de recursos disponibles. A esta hemos llegado tarde, pero hemos de estar preparados para resolver la próxima sequía.

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