Málaga

El herbario de la UMA, un banco de la diversidad botánica

  • Cuenta con más de 100.000 ejemplares de plantas de unas 6.000 especies, el 80% de ellas de la provincia y su entorno, como las 1.700 de la Sierra de las Nieves

El conservador del herbario y técnico del SCAI, José García.

El conservador del herbario y técnico del SCAI, José García.

En el sótano de la Facultad de Ciencias de la UMA, en pliegos de papel, secas, prensadas y desinfectadas, se atesoran más de 100.000 ejemplares de plantas de unas 6.000 especies. Esta colección compone un herbario de reconocimiento internacional que supone un excepcional banco documental de la diversidad botánica malagueña.

El 80% de los pliegos corresponden a plantas del entorno y de las provincias limítrofes que han sido incluidas en los trabajos de campo de los investigadores. Entre ellas, las 1.700 especies de la Sierra de las Nieves que se han datado para el expediente de la declaración de parque nacional.

El trabajo comenzó a principios de los años 70, aunque tienen colecciones históricas anteriores a esa fecha. “Un herbario guarda datos sobre la diversidad vegetal en un entorno determinado”, explica el catedrático de Botánica Baltasar Cabezudo, director del Herbario MGC de la Universidad de Málaga.

El centro está integrado en los Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación (SCAI). “En el herbario el conservador cuida los elementos del banco y gestiona los datos y los investigadores somos los que vamos rellenando el herbario con nuevas plantas”, indica Cabezudo.

Uno de los pliegos del herbario dirigido por Baltasar Cabezudo. Uno de los pliegos del herbario dirigido por Baltasar Cabezudo.

Uno de los pliegos del herbario dirigido por Baltasar Cabezudo.

El pliego, detalla el catedrático, es una doble camisa de papel donde la planta queda perfectamente conservada y a la que se le añade información imprescindible de dónde se ha recolectado, quién lo hizo, la ecología que tiene y un número que podría asemejarse a una matrícula, su identificación. Además de tener un espécimen o parte de la planta guardada, se digitaliza y se vuelca en una base de datos internacional para que pueda ser consultada por los investigadores desde cualquier parte del mundo.

“Tenemos casi un 10% prestado a otras instituciones científicas”, apunta Cabezudo. A este instrumento científico de apoyo a la I+D+i pueden acudir expertos de cualquier universidad y centros de investigación nacionales o internacionales. Sus colecciones pueden consultarse bajo solicitud formal de manera presencial o en formato digital, así como mediante el envío postal de sus especímenes directamente a los investigadores, aunque en este caso, con la excepción de los pliegos históricos y los tipos biológicos.

También señala su director que cada vez que el pliego pasa por otra mano investigadora se le coloca una etiqueta complementaria para enriquecer la información de dicha planta. “Todos los años vamos metiendo en el herbario el resultado de nuestras investigaciones, los miembros del área de Botánica estamos continuamente haciendo proyectos y así lo nutrimos”, agrega.

Un rico trabajo de campo en la Sierra de las Nieves

En los dos últimos años el equipo del catedrático de Botánica ha añadido al herbario 15.000 pliegos con musgo, hepáticas, helechos y plantas vasculares de la Sierra de las Nieves. Estas plantas estarán en el proyecto, ya en fase de redacción de resultados, que entregarán a la Junta de Andalucía en enero.

“Aportamos datos de a qué altura hemos cogido la planta, en qué tipo de suelo, en qué comunidad vegetal, si estaba en flor o no, si dispersaba la semilla o no en ese momento, algo que vale para que otros investigadores no vayan a ciegas”, subraya Cabezudo.

El único grupo de plantas de no han estudiado de la Sierra de las Nieves son las algas, porque hay pocas de aguas continentales. Pero, sobre el resto, “cumple de sobra con la diversidad que se requiere para ser parque nacional”, asegura el catedrático.

Proceso de conservación de las plantas

En cuanto al proceso de conservación de las plantas en el herbario, Cabezudo destaca que una vez desecada se congela a menos 20 grados para matar los posibles insectos que puedan destruir la planta. “Pueden tener puestas de huevos o alguno metido en un hueco del tronco y si no acabamos con ellos en dos años podría desaparecer el ejemplar del herbario”, comenta. Y señala que las instalaciones se fumigan dos veces al año para que no proliferen los insectos.

El herbario se encuentra en la Facultad de Ciencias. El herbario se encuentra en la Facultad de Ciencias.

El herbario se encuentra en la Facultad de Ciencias.

Además, cada cinco días meten 20 cajas en el congelador en un proceso constante por si entra algún organismo entra del exterior adherido en la ropa o los zapatos de los investigadores. “Un herbario que no se cuida puede desaparecer rápidamente”, sentencia el catedrático.

El 90% de las plantas se acogen sin problemas al tamaño de los pliegos. Cuando se trata de un árbol, se introduce un trozo de la rama que tenga los datos necesarios para ser identificado, hojas, flores y frutos si es posible. Los cactus, por ejemplo, son muy difíciles de desecar, así que le realizan un corte trasversal, vacían su interior y prensan la parte más superficial.

“Nos dedicamos al medio natural, a plantas silvestres y no cultivadas, aunque también hay plantas de jardinería en el herbario”, indica Cabezudo. Cualquier profesional respetable que quiera que sus pliegos testigos se guarden el herbario los acoge una vez pasado un control de calidad “para que no haya gazapos botánicos”.

En la búsqueda de un nuevo espacio

La colección ha crecido tanto que el espacio se les ha quedado pequeño. “Nuestro herbario está prácticamente colapsado, así que el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia está intentando encontrar el lugar más idóneo y digno para el herbario”, explica su director. Y para él, el sitio ideal sería en el Jardín Botánico de la UMA.

“Se reconoce la importancia que tienen las colecciones biológicas para un entorno como el nuestro y tienen que estar en un sitio digno de ver, que sea bonito pero, ante todo, seguro para la custodia de los pliegos”, concluye Cabezudo.

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