Territorio Comanche | Opinión

La ordenación del territorio

  • La definición simple de algo tan complejo como el territorio es la que lo plantea como el espacio construido por los grupos humanos

  • Confundir sequía con escasez

Paisaje otoñal de la Serranía de Ronda.

Paisaje otoñal de la Serranía de Ronda. / Javier Flores

Podemos aceptar como definición simple de algo tan complejo como el territorio aquella que lo plantea como el espacio construido por los grupos humanos. A poco que pensemos teniendo por referencia lo cercano, en nuestra provincia, así ha sucedido. De tal forma que podemos encontrar ámbitos consolidados a lo largo de siglos como el vitícola de la Axarquía que, de hecho, constituye una de las figuras de máxima protección de la FAO como Sistema Importante de Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM), coexistiendo, cuando no compitiendo, con la reciente expansión de los cultivos subtropicales, y junto a ambos, el desarrollo de un litoral turístico, que pretende diferenciarse del consolidado en la Costa del Sol occidental. O como en una zona agrícola tradicional, en función de su ubicación geoestratégica, compiten los usos agrícolas con los comerciales, de distribución y logísticos en Antequera.

Todo esto supone que para poder entender la realidad territorial es necesario asumir los factores que la conforman, desde los recursos naturales, sistema social y recursos humanos, sistema tecnológico productivo, a aquellos que son difíciles de identificar dado que inciden en cuestiones sociales, como la dinámica de redes de comunicación, comunidades, cultura, tradiciones, autonomía y, en definitiva, aspectos que consolidan la calidad de vida de la ciudadanía o de los pobladores de este. La combinación de todos estos factores puede explicar la dinámica territorial de la provincia de Málaga, y el por qué de la competencia entre las distintas actividades por el uso de un territorio, que en esencia tiene una elevada potencialidad.

Y así, junto a espacios que tienen muy bien definido un rol geoambiental basado en la excelencia de los recursos naturales, como pueden ser el piedemonte de las Sierras de Tejeda y Almijara, la Sierra de las Nieves o el Valle del Genal y Guadiaro, hay espacios de conflicto como pueden ser todo el litoral, parte de la Axarquía, de la Vega de Antequera y del valle bajo del Guadalhorce.

Paseros en la Axarquía. Paseros en la Axarquía.

Paseros en la Axarquía. / M. H.

Naturalmente población ha sido y es sensible a toda esta dinámica de tal manera que se ha ido distribuyendo y ha evolucionado en función de lo que podríamos denominar espacios de oportunidad, lo que no debe presuponer consonancia con la disponibilidad de los recursos naturales, apareciendo importantes desequilibrios territoriales, especialmente entre el litoral y el interior. Solo basta con preguntarse de donde procede el agua que bebemos o la mayoría de los productos de los que nos alimentamos, reflexionar sobre donde se ubica la mayor parte de la población, para terminar en el concepto de dependencia.

Y en esa situación, aparece el COVID, que resitúa la vulnerabilidad del territorio malagueño, y muestra como algunos de los territorios que tradicionalmente parecían sujetos a una elevada vulnerabilidad, por una alta probabilidad de que ocurriesen daños económicos, humanos o ambientales debido a la intensidad de un evento externo y a la fragilidad de los elementos expuestos, pues no lo eran tanto. Hasta el punto, que han sido de manera precisa estos territorios teóricamente vulnerables, los que resistieron mejor los envites de la pandemia, en los que la distancia social estaba garantizada, y en los que el acceso a los recursos básicos también lo estaba, etc. hasta que, siendo conscientes de ello, generalizamos su contagio.

Es necesario reequilibrar la provincia definiendo nuevos espacios de oportunidad, ámbitos donde vivir y prosperar con alta calidad ambiental, en los que se garanticen accesibilidad, conectividad, recursos, servicios y, en definitiva, calidad de vida. ¿Qué papel debe ejercer, también como atractor socioeconómico y demográfico, el nuevo Parque Nacional de Sierra de las Nieves, que geo-ambientalmente se extiende hasta casi el Parque Natural de Los Alcornocales, pasando por el Genal y Guadiaro? ¿O ese centro logístico de Andalucía en el que se ha convertido la comarca de Antequera, sin desdeñar su papel agrícola? …Y eso quizá deba pasar por modificar el modelo turístico, el modelo de expansión urbana, reduciendo la dependencia económica, con todas sus sinergias. No necesitamos ni que nos descubran ni que nos salven, gracias, pero no. No somos una superciudad, sino una conurbación litoral densamente poblada, -como así nos define el Instituto Geográfico Nacional- con importantes problemas de déficit demográfico en apenas unos kilómetros hacia el interior, precisamente en las zonas de mayor calidad ambiental.

Sabemos de nuestras potencialidades y recursos, y también de cuales deben ser nuestros retos. En el marco de una necesaria ordenación y reequilibrio territorial, entre el interior y la costa, que con sentido común se debiera realizar en la provincia de Málaga para evitar vulnerabilidades y riesgos, es imprescindible otorgar al interior el papel que ha mostrado tener, como fuente de recursos, estabilizador de empleo y equilibrio territorial, pero también ir adecuando al turismo hacia unas nuevas condiciones en las que deberán prevalecer los aspectos cualitativos sobre los cuantitativos, estableciendo óptimos de capacidad de carga demográfica, consolidando y adecuando al marco provincial la “Agenda 2030” como hoja de ruta fundamental para reducir las desigualdades, adaptarnos al cambio climático y, asegurar la prosperidad para todas las personas y pueblos sin dejar a nadie atrás.

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