Málaga CF | las palmas

El Málaga al fin maúlla

  • Primera victoria de Romero en un partido redondo que tuvo remontada y sufrimiento con diez en los 20 minutos finales.

  • El equipo canalizó toda la energía de una Rosaleda entregada.

Fornals y Marcelo Romero celebran abrazados el 1-1 temporal.

Fornals y Marcelo Romero celebran abrazados el 1-1 temporal. / fotografías: marilú báez

Era el Día Internacional del Gato, qué paradoja. Y fue también la noche. Justo cuando gastaba su última vida Romero, su equipo al fin maulló. Fue felino por la casta que le puso al choque. Fue felino por sacar las garras cuando Las Palmas se adelantó y el viento soplaba en contra. Y se defendió como gato panza arriba cuando se quedó con diez. Y ganó. Por fin.

Ganar, cuánto tiempo sin conjugar ese verbo. Lo hizo el equipo de manera redonda. Sus méritos llegaron desde lo ofensivo, lo emocional, lo defensivo, lo inteligente, lo serio. 90 minutos redondos, y ya hay que tirar de hemeroteca para eso. Porque el Málaga salió a ganar, tuvo que remontar para ello y supo cerrar las vías a Las Palmas cuando a falta de 20 minutos para el final José Rodríguez no supo contener su ímpetu cuando llevaba 50 minutos amonestado. La sensación final es de implorarle al reloj, y otros días aciagos el rival habría empatado. Pero este Málaga ya tiene costuras, por eso el corazón suplió en el tramo final lo que las piernas ya no permitían.

Seguramente el mayor mérito blanquiazul fue canalizar las energías del encuentro. El ambiente estaba muy caldeado con los árbitros y ello se notó en cada disputa. De pronto todo se electrificó. Aunque Lemos asestó un mazazo más que gélido con una falta en la que Kameni hizo un mannequin challenge grosero. La victoria final lo dejará en anécdota, pero esa acción y sus desesperantes saques de puerta directamente a la banda no deben obviarse. La cuestión es que las revoluciones se elevaron y ahí el Málaga corría el riesgo de desconectarse. Charles, en un dejavu de Villarreal, se comió al árbitro pitando penalti y dos minutos después José Rodríguez no midió bien. La Rosaleda prendía, había un peligroso alto voltaje.

Sin embargo, cuando más cerca del precipicio estaba, el Málaga demostró alma e inteligencia para concentrar todos sus esfuerzos en remontar. Muchos momentos esta temporada el equipo estuvo desabrochado y tiró de orgullo para remontar. Ayer esa reacción llegó desde lo futbolístico. Echando el balón al suelo. Y por eso también regresó la flor que Juande se había llevado. Fornals puso un centro tan apresurado que metió mal el pie y ello generó un preciso globo al segundo palo. Corrió hacia la banda como un poseso y se abrazó al Gato como si fuera otro futbolista más. Esa conexión especial con la plantilla es un arma privilegiada de Romero.

Latía el Málaga y no dio opción a la recomposición a un Las Palmas que sólo fue una suma de buenos talentos, no un equipo. Si verdaderamente el Barcelona está siguiendo a Rosales, que tiemble el jeque si sus ojeadores vieron el partido del venezolano. En plena carga blanquiazul, el venezolano se vistió de Iniesta con un pase de zurda (antes había hecho ya varios así) para confirmar su sociedad limitada con Keko. Ambos convirtieron la banda derecha en la A-7. Cabalgaron, percutieron. Destrozaron a Bigas y Dani Castellano. Tuvo tiempo el madrileño para pensar y ponerse nervioso, si bien lo hizo todo pluscuamperfecto para darle a Charles su segundo gol seguido. Empujó el balón y se chocó con el poste porque es un tiburón hambriento en su regreso. 2-1 y el escenario revertido, pura vida en La Rosaleda.

Con el doble o nada que exponen Las Palmas y el Málaga efervescente, el perfume del partido olía a goleada. Hubo colmillo para buscarlo, pero no puntería. Especialmente clamoroso fue el fallo de Fornals ante Javi Varas con tiempo y hueco para haber definido la sentencia. Aunque la fortuna quedaba así equilibrada, porque un tiro de Boateng que rebotó en el culo de Camacho fue a parar al poste donde Charles se había dado el fuerte golpe. El Málaga estaba tocando madera.

Con Keko convertido en la Hormiga Atómica, atacando hacia arriba y hacia abajo robando balones, el partido pedía que se fuera a boxes ovacionado para que la velocidad de Jony rematara la faena. Y andaba en la banda el asturiano para entrar cuando José Rodríguez fue víctima de su propio ímpetu. Le están pudiendo las ganas al alicantino y fruto de ello se llevó la segunda amarilla ante Vicente. Pero las victorias saben mejor cuando hay que sufrirlas hasta el final, al menos siempre fue así en La Rosaleda. Dominaron los canarios, obviamente, pero Demichelis levantó un fuerte en torno al área y no hubo nada que lamentar. El día del gato fue el día del Gato.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios