Busquen otra excusa

Solo al alcanzar el poder Mussolini mostró su verdadera cara. Lejos de moderarlo, lo envalentonó

Al principio, ni Mussolini sabía muy bien lo que era el fascismo. Basado en los resquemores que dejó la primera Guerra Mundial, un desmesurado sentimiento nacionalista y un creciente odio a socialistas y comunistas 'Il duce' fue construyendo un incierto proyecto político más atento a destruir la realidad que a construir el futuro. Conforme su inflamado discurso fue encandilando a una parte de la sociedad italiana y sus camisas negras fueron sembrando el odio y el miedo, el proyecto fascista fue adquiriendo forma y proponiendo metas. Solo al alcanzar el poder mostró su verdadera cara. Lejos de moderarlo, lo envalentonó y comenzó la implantación de su verdadero proyecto fascista, desmontando el estado democrático, prohibiendo los partidos políticos de cualquier signo, terminando con la libertad de prensa, disolviendo los sindicatos y haciendo de las elecciones una penosa pantomima.

Esto ocurrió en los años veinte del siglo pasado. En la misma década de esta centuria las cosas son más sutiles. No existen escuadras de matones a sueldo ni se asesinan dirigentes socialistas; pero sí existe un patrioterismo de opereta que piensa que la patria se defiende con desfiles y banderas; sí existe un discurso de fomento del odio a socialistas y comunistas y sí se cultiva un nacionalismo excluyente y xenófobo que sataniza lo diferente. En principio no hay un discurso descaradamente antidemocrático ni se amenaza con limitar las libertades, pero se apunta a ilegalizar partidos y a suprimir derechos. Alguien puede creer que esas propuestas se irán modulando cuando los dirigentes de esos partidos lleguen a los gobiernos, pero la realidad nos dice lo contrario. El poder no moderó a los autócratas del siglo pasado ni parece templar los ímpetus antidemocráticos de los actuales. Ni en Polonia ni en Hungría, (esperemos no tener que verlo en Francia), la llegada al poder de la extrema derecha ha supuesto una relajación de las medidas limitadoras de la libertad. Es ahora, precisamente cuando están más asentados en el poder, cuando se lanzan a desmontar los principios democráticos de la independencia judicial, la igualdad de género y o la transparencia electoral, y muestran con más descaro su verdadera naturaleza. Quizás a algunos les convenga pensar que al autoritarismo se le combate haciéndole un hueco en el poder ejecutivo, pensando que así serán más benévolos en sus principios cuando la realidad nos está diciendo lo contrario. Busquen otra excusa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios